SUSANA CELLA
Susana Cella (Buenos Aires). Doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde se desempeña como Profesora e Investigadora. Publicó los poemarios Tirante, Río de la Plata, Eclipse, De Amor, Entrevero, Incidentes, El fondo, La fuga del infinito mordido, Estaciones; las novelas El Inglés y Presagio, los ensayos Mundo Vallejo, El saber poético, el Diccionario de Literatura Latinoamericana, entre otros. Fue traducida al portugués, catalán, gaélico e inglés. Dictó seminarios de literatura y participó en congresos internacionales y festivales poéticos en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Italia, México, Uruguay y Venezuela. Traduce poesía, narrativa y ensayo en lengua inglesa y poesía en lengua francesa. Coordina del Depto. de Literatura del Centro Cultural de la Cooperación. Es colaboradora del Suplemento Radar de Página 12.
Altura de efímera intensidad
Era poco ambiente, y qué más habíamos de precisar
En el último piso o altura de verdad.
A través de la ventana se veía, de querer nomás
una calle ciega disfrazada de amplio balcón.
Ni turbio ni oscuro, lugar común, tamaño regular
adonde llegaban, a veces, gritos alegres o peleas de espantar.
Y ahí, más arriba, en nuestro lugar conseguido, en nuestra estrecha cama,
teníamos el solo amor de los cuerpos, el goce rojo de nuestros labios compartidos.
Ese rubor extremo de nuestra ebriedad de amor
es lo que retorna, de nuevo y de nuevo
cuando el falso balcón los gritos las risas o el incausado
las dulcísimas alturas cálidas, sumarias y lúcidamente bebidas
llegan y crueles se apartan
de tus amadísimos labios
y en la casa sola
no puedo sino clamar por tu cuerpo, tu cara transfigurada
tu cuerpo indeleble y vivo,
tus labios entrejuntados y malhabidos.
Mi amor, mi siemprevida
imagen de la coartada por nublosas prohibiciones
y sensateces y harturas
entre nos y eso otro desamándonos
aun si vuelve y vuelve tu ausencia de vos,
y otra vez reclamo, y extraño con o sin fe
esos labios para mi eterna sed de tu beso primero y tan seguro
del que huiste cual del misterio que te ha de acompañar.
Plano inclinado o la geometría del desasir
Barranca abajo se trasluce en recias habitaciones del alma
que por realista modo anhela encarnar los actos
y refulgirlos uno a uno con demorada trama
en un más acontecer.
Y el acontecimiento o flecha de punta encendida
simplemente no sucede al cansado ansiar.
Las viejas habitaciones son un desván nutrido
donde se apilan como hojas de papel amarillas
las temporadas y vistas, las demoras, las pericias
los acantilados del temor renacido
los mensajes enviados y con mala entraña recibidos,
los pecados capitales, los odios y amores
espíritus de fechas pasadas, presentes, temidas
dando vueltas en el helicoide escalonado
hasta el centro más bajo del alma deshabitada.
Dañina mascarada
Osamenta de un pescado comido la espina caudal hiende una casita de papel
El robot de arbitraria testa escupe por el ojo una línea diagonal que toca la campana muda
ante la cual una mujer tuerta con sombrero apical
ofrece a nadie un plato de papas podridas y debajo otra
estira las manos por acopiarse
algo comestible de funeral prometido.
Poca luz del cielo con nubes parecidas a estalactitas redondas sin fuego natural
o lluvia o causa astral para derramarse sobre un cucurucho a punto de ser herido
por una hoja tan igual en forma, color y contenido que no deja ver el doblez detrás.
Taconea el esperpento la osamenta del pez desnudo de carne y sin agua elemental.
Descabezado esconde hasta el cuello su parquedad.
Quebradas candelas, palos, patas de andar, torrecita de techo triangular.
No acierta a topar un equilátero un círculo y dos cuadrados alternos
entre el cuerpo de la pordiosera con blanca boca y gris sonrisa animal
acechada por una víbora que no se decide a atacar al ave de estómago irregular
a la escuálida o se protege de un alfanje desafinado
soldado de la mano del muñeco con ojos de metal, opuestos en color, forma y velocidad
a cada costado de una nariz como tenaza que le oprime la frente de una cabeza recortada
en mitades y tamaño desigual o atina a una caja etiquetada sin nombre o signo
sobre su pierna más gruesa, estirada para avanzar sobre un tirante, o amontonados pedazos
de escombros y agazapados seres cuya cualidad es imposible determinar.
Se ha declarado un carnaval siniestro donde lo que se mezcla no da
la festiva risa y los inversos que lo habrían de animar
ni las luces de colores en brillo celestial ni las bestias amigas ni las gentes al bailar.
Sino descolorida escena inmóvil heridora aciaga de numinosa descolorida cualidad.
Resistente
Al palpar esas materias
duros los aceros
cuarteados los vidrios
despedazado el azulejo
quebrada la madera
lastimado el gorrión
sangrante la mano
hinchado el pie
lánguidos los brazos
candentes los ojos
encorvada la espalda
Se despereza el somnoliento deseo
preso de inmovilidad.
Por la noche
En su más que débil esplendor
andamos dando vueltas
en cuántas inicuas causas perdidas
o casualidades o mucho desatino
visto al lejos en miríadas
que no impiden al ojo que observa
atisbar toda la justa medida.
Detonación
La lámpara estalla por el rayo que en lugar de cegarla
toca su célula primordial y la inyecta de poderosa energía
para que ilumine las habitaciones fragmentadas
en pedazos de techos, paredes, cacharros, cimientos, vigas entreveradas
con dientes de caballo espantado, hombre yacente de ojos atorados
entre brazos, piernas y torsos truncos
mutando conjuntamente para componer
en siete mil retablos desgarrados
la toda ofrenda al codicioso dominio de los dioses malvados.
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SUSANA SZWARC
Susana Szwarc (Quitilipi, Chaco). Ha publicado poesía, narrativa y teatro. Sus últimas publicaciones son: en cuentos, “La resolana” (2018) y su poesía reunida con “Decir la suerte” (2021) ; ambos libros editados por ConTexto (Resistencia, Chaco). En poesía “Caracú” (2021, ed.Pixel, La Plata). En España se han reeditado sus libros “Bailen las estepas” (ed Liliputienese, 2016); “El ojo de Celan” y “Bárbara dice”, ambos por ed. Polibea (2019 y 2023). Sus libros de poesía (“Bárbara dice” y “El ojo de Celan” han sido traducidos al francés por la profesora Cristina Madero, al italiano por el poeta Alessio Brandolini (2011 y 2016); su nouvelle “Trenzas” al alemán por la escritora y traductora Dra. Erna Pfeiffer (2019). Obras suyas se han representado en varios teatros: La escala de San Telmo; el Centro de la cooperación; El camarín de las musas entre otros. Su cuento “No camines en el barro” fue llevado a la ópera por el compositor Cristian Varela y estrenada en 2011. Es integrante del Club argentino de kamishibai (teatro de papel).
Trozos
El ojo hacia ahí: el lomo
brilla como el oro.
El ojo se tienta: ¿lomo
de vaca? ¿Oro de yegua?
¿Lomo de ave?
Las miradas (porque reímos)
hacia nosotros.
¿Es que falta la sal?
(¿y el hambre?)
Brilla el lomo como una embajada
de fiesta.
“Zona antifascista”, pintamos
con el jugo, la sal del lomo.
Una mordida a la carne, a la frase
del convite.
Pero el lomo hace de espejo atrasado:
se empaña entre recuerdos,
los dos hermanos también ahí:
el del puro donar trabajo,
el del puro donar vicio.
(Esa cosa, la pureza, improbable.)
Como al final de una película
(o el libro amado), te pregunto:
¿la vergüenza habrá de salvar
el océano crudo-cocido,
el lomo de la humanidad?
Pasajeros
Se nos cansó, decimos, el caminar.
Pares, impares, acostados
miramos las estrellas.
Me arrimo a tu omóplato:
hay un sitio para descansar, digo
y saltamos al vagón.
Esos chicos del tren juegan: bailan
ahora sobre mi esternón
y reímos de los panes en las bolsas.
Residuales, eso somos esta noche,
este día. Y estamos contentos.
Las hojas del árbol, amarillas, entran
por las ventanas, adornan
los cuerpos.
Es de noche, es de día,
los gorriones en las ramas saltan.
Uno vuela sobre la hoja que cae.
Veo cómo te miro
Veo cómo te miro.
Me oigo escucharte
en estado de excepción (lejos
y otro el dibujito del mapa)
¿Te acordás?, Molloy golpeaba la cabeza
de su madre: un lugar común si el hecho
se produce en los límites del espacio
conocido: lacasa, lalengua, lapatria.
Desde antes de los tiempos, siempre,
hijos- hijas, rompen jarrones,
piedras, nudillos
sobre las cabezas de las madres
con justa razón.
Atraídos
a la crueldad del mundo,
alejados de las tetas generosas,
heridos los cuerpos por cifras,
bisturíes, pavos reales, guerras,
noches, días, no hay
otra forma de soportar.
Sólo suma ese golpe a través
de las bruscas generaciones.
(De una función la grieta,
rotunda. Toc – toc.)
Sin flores del cerezo
¿Sueña con los sueños de Kurosawa cuando recuerda?:
Ese hombre en el placer de hundirse
-¿en la cuneta?- le pregunto
y Magdalena ríe porque se trata de la nieve.
Si no se da cuenta, si no se apura, si no junta
-¿barro?-
fuerzas, va a terminar mal.
Ahora me río yo y hace tanto sin
la risa que suena
(ajena). El cuerpo se estira, se aleja.
Nos confundimos él – yo.
¿De quién la parte que se reparte
entre cuneta y nieve?
(«Se» insiste, como si, aún sin acento,
de lo borrado se tratara). Mientras alguien duda
entre seguir o quedarse
(cuneta-nieve)
por la ventana llegan el sonido de las cumbias
y el olor del asado: los vecinos, otra vez.
¿Qué los hace así, alegres? ¿No ven el fragmento,
el sueño, el cuerpo, la rotura, el grito?, ¿y por qué
lo verían? Ellos están con su propia carne,
un asado ya no es cosa de todos los días.
Es en Sueños donde se debate la salida: golpear
la puerta de al lado, una entrada a la fiesta.
Andyamo
(o tres revólveres de Andy Warhol)
I
En esa bolsa: uno, dos,
tres los revólveres.
Re-vol-ver. Volver y volver y volver, así
muchísimas veces.
¿Se puede volver sin haberse una ido? Idas
a veces estamos y otras nos llamamos. Eh, sí
vos, revolvé la sopa con el revólver ahí,
en la otra bolsa, en el lugar común de la esquina.
II
Me ve cruzar. No hay nada que valga
la pena la revuelta, le digo con mi gesto.
Me dice, te llevo la bolsita, la tiro ahí.
No corazón, vos trabajaste más que yo
en este día.
¿Por qué le habré dicho corazón?
III
Andy, le digo a Andy, vamos
a revender este revólver.
Tengo la mano entera
trabada en el gatillo
pero Andy:
no quiere.
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LAURA GARCÍA DEL CASTAÑO
Laura García del Castaño (Córdoba), nació el 17 de octubre. Ha publicado doce libros de poesía de los que rescata: La vida en que sueñas ( Recovecos, 2012), El animal no domesticado ( Pan comido, 2014), El sueño de Sara Singer (Llanto de mudo, 2014, y reeditado por Caleta Oliva en 2017), Los demonios del mar (Ediciones del Dock, 2015), Sangre del día (Añosluz 2018), Mubarak (Buena Vista, 2021), La réplica (Buena Vista, 2023), Mis sentidas condolencias (Buena Vista 2023).
Blog: www.lapalabrasembrada.blogspot.com
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Nadie te conoce
no saben cómo
dispones la risa, moderas el hambre,
controlas el celo,
la voracidad de la carne
desconocen cuándo
clavarías la lanza,
si serías quien da o quien bebe
del veneno
lo inesperado es un mundo de ciegos mirando el mar
esta habitación, la ropa sucia, tu dolor de espalda
que rujas como un niño maldito
no sugieren nada
sobre el corazón más tierno
sobre el bonsái más soleado
se esparce el musgo
florece la catástrofe
(Los demonios del mar, Dock 2016)
El tiempo de la superstición
Cuando atas un pelo a un anillo
hechas a correr el tiempo de la superstición
Cuando arrojas un vestido al fuego no te casas
clavar alfileres te alejas de las pesadillas
nombrar a tu enemigo bajo el agua lo anula
Cuando se acalambra el pie derecho
ha entrado un ángel en la casa
Cuando muerdes tu lengua te perdonan
Si te bañas vestida
encuentras arañas detrás de las puertas
Si rompes una taza no cumples tu promesa
Coser tela clara con hilo oscuro disipa las dudas
Las moscas sobre lo dulce anuncian juegos
Las hormigas sobre la mesa atraen extraños
Los cajones vacíos te hacen presa de los sueños
Los cuadros chinos impiden los viajes
La ceniza altera a los muertos
Cuando se apesta una planta
alguien te traiciona
cuando sangras frente a un espejo
te reconcilias con la sangre
si sangras sobre un poema
vuelves a sangrar
al cabo de un tiempo olvidas
arrojas una vida al fuego
andas con ceniza en los ojos
el enemigo asiste, el ángel devora
sea cual sea el encantamiento
toda superstición al fin se desmorona
(Sangre del día, Años Luz 2018)
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«Antes un cubo de agua era más valioso que nuestros propios hijos»
Tovognaze
Lavo la sangre de mi periodo en agua color café
Lavo la falla de mi nacimiento
Froto la censura del hombre
La mancha de la mutilación
La costura que es herida y amenaza
Ellos odian lo que no controlan.
No lo dejan ir. Yo lo dejo ir
Estrujo con fuerza mis bragas, como si torciera el cogote de un ave para el almuerzo
Como si exprimiera
la teta de una cabra famélica
El órgano entero de mi madre y de mis hijas
Lo dejo ir.
Lavo el musgo tibio de mi carne
La baba deslavada del universo
y ando así
Goteando sobre la sequedad intensa de mi pueblo
Me muevo lenta sobre los cultivos
para que nadie sienta el olor de
mi sangre desgajada y estéril
que a nadie alimenta
Hebra de madre muerta desmenuzada
no retenida
espesa fibra del baobabs
coágulo sin rostro
líquido terco, clandestino
pura arritmia del bosque
Mi cuerpo inundado
altera a mi padre avergüenza a mi hombre
Decepciona a los dioses
Sangro frente a mi esposo
Mientras estoy menstruando no puedo tocar sus remedios
ni sus amuletos, anulo su poder
Pero entonces apesto a mujer
No puedo evitarlo
Como el mandril
Esparzo el olor en dirección a mi obtuso rival
No puedo ser sumisa en esto
Sangro aunque me ordene que no lo haga
aún arrodillada ante él
Sangro y renazco
Anulo su poder
Lavo la sangre de mi periodo en agua color café
luego llevo el balde hasta la huerta
y riego
Espero que los brotes nazcan que mis hijas crezcan
que todo sea del color
de la tinta en que se impregna
(Mubarak, Buena Vista, 2021)
Dicen que las aves son los mejores padres
El macho se ocupa de enseñar a cantar a las crías,
éstas tartamudean, dan insípidos gorjeos,
pero el padre se arma de paciencia.
Tal es la admiración por el canto de su padre que las crías
terminan imitándolo.
Mi padre y yo hicimos de nuestro diálogo esa regla.
Su cuerpo altísimo, metálico y el mío pequeñito,
cerrado como la boquilla de una flauta
crearon el instrumento perfecto.
Ensamblados mi padre y yo,
una transversalidad maciza que fusionó el disgusto,
la ansiedad, el estallido, el personaje ermitaño y por allí él también
me proveyó el alimento:
el mundo parcialmente digerido en su entraña
Mi padre me alentó a ser su intérprete
Una intérprete discreta modulando la hermosura y el vacío
Afinó los agudos ante la presencia de los otros
Me enseño cómo ejecutar los bajos brillantes
A dominar los contratiempos
A continuar a raya la partitura de su padre
A sacar desde el estómago un solo sin clemencia
Yo agregué la distorsión de las palabras,
no la forma, la tesitura de aquello que resisto,
el amplio registro de la muerte.
Él desde algún lugar todavía me da el impulso,
la hidráulica tonal.
Los dedos húmedos sobre las llaves
asfixian la salida del aire un segundo,
dan vida a ese sonido oscuro
y luego vuelven a su posición inicial
como si nada.
(La réplica, 2023)
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Bebe caña con ruda
y si es posible come una porción de barmbrack.
Pon en tu bolsillo izquierdo un talismán.
Respeta a la viuda y a la concubina.
No lleves un ramo, solo una flor, preferentemente lirio.
Procura que sus manos siempre estén entrelazadas.
Procura que su cara sea fresca.
Procura que su frente esté limpia.
Que la tapa de su ataúd descanse a su izquierda.
Que la corona familiar a la derecha.
Sé silencioso.
Habla poco y observa.
Escoge las palabras, que no sean un látigo ni tampoco un aullido.
Emociónate, pero no hagas ruido. Si hay comida come, pero nunca hasta la llenez.
No pidas doble ración.
No lleves niños pequeños.
Desplázate lento como un cazador.
No tires el tarot en un funeral.
No cuentes anécdotas al muerto.
No cuentes tus sueños al muerto.
No le reveles tus secretos si no se los contaste en vida.
No te compares con el muerto.
En los cementerios concéntrate en tus pertenencias.
No repitas chismes, deja a la superstición.
Sé modesto para vestir.
No te sacudas la ropa en un funeral.
No escondas tus manos.
No hables de un nacimiento.
No cites ni devuelvas dinero.
Entrega cosas que perduren, más que nada el perdón.
Que la empatía salga de ti como espuma de la boca de un perro.
Que la compasión tire de vos como de la soga de un amo.
Adelanta de los demás esa parte sin música y mucho dialogo.
Dejate arrastrar por la multitud.
Toma una manija del féretro con tu mano más diestra. Tú que puedes, siente el peso de la vida.
Ten piedad.
(Mis sentidas condolencias, Buena Vista, 2023)