Francois de La Rochefoucauld nació en París el 15 de septiembre de 1613. Hombre lleno de energía, participó en política, en batallas, en revueltas, organizó guerras civiles. Guerrero, noble, culto y anarquista cultivó esas dos actividades que daban honra a los hombres de su siglo: las armas y las letras.
Su obra más trascendente son las Máximas. Los siglos posteriores y hasta hoy han hecho revivir continuamente esas brevísimas reflexiones o sentencias en citas, libros, revistas o en la cara posterior de los calendarios.
Muchas veces hemos vivido la experiencia estimulante de iniciar el día con ese hallazgo repentino y fresco, en la esférica perfección de sus frases. Francisco Díez habla de ellas en “El Rostro de la Máscara”, prólogo a la edición española: “Pero las Máximas no son una obra de pensamiento ni un ensayo de psicología”.
Díez continua: “Aunque expresen un universo moral, son una obra literaria. La de Rochefoucauld no sólo quiere demostrar, quiere también, cautivar. Seducir a través de un género que, por su propia lógica interna, impide justamente toda limitación temática”.
En Poetripiados hicimos una selección, la cual te compartimos:
-Nuestro amor propio sufre con mayor impaciencia la condena de nuestros gustos que la de nuestras opiniones
-La constancia de los sabios no es sino el arte de reprimir su agitación dentro de sí mismos
-Solemos vanagloriarnos de las pasiones, aún de las más criminales; pero la envidia es una pasión tímida y vergonzosa que jamás osamos confesar
-No existe disfraz que pueda esconder mucho tiempo el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay
-Gustan los viejos de dar buenos consejos para consolarse de no estar ya en condiciones de dar malos ejemplos
-Es gran habilidad ocultar la habilidad
-No hay menos elocuencia en el tono de voz, en los ojos y en el aspecto de la persona, que en la elección de las palabras
-El placer del amor es amar, y somos felices por la pasión que sentimos que por la que nos dan
-Es un error creer que sólo las pasiones violentas, como la ambición y el amor, triunfan sobre las otras. La pereza, por lánguida que sea, no deja de ser su dueña; usurpa todos los designios y todas las acciones de la vida; destruye y consume insensiblemente en ésas las pasiones y las virtudes
-Es más difícil ser fiel a una amante, cuando se es feliz que cuando se es maltratado
-El acento de la tierra donde se ha nacido perdura en el espíritu y en el corazón, al igual que en el lenguaje