La Inteligencia Artificial (IA) se asocia con las películas de ciencia ficción realizadas hace varias décadas, pero en los últimos años se ha vuelto la prenda favorita de los sistemas tecnológicos para percibir y relacionarse con su entorno. Recopila información, resuelve problemas y actúa con un fin específico.
De acuerdo con los científicos, la IA es la habilidad de una máquina para presentar capacidades similares a las de los seres humanos como el razonamiento, el aprendizaje, planeación y la creatividad.
Ésta última característica ha llamado la atención de artistas y existe alrededor de ella un debate muy interesante. La IA en el arte se enfoca en desarrollar algoritmos y sistemas que realizan tareas que normalmente requieren de inteligencia humana. Su incorporación en los procesos creativos no solo genera cuestionamientos, sino hasta recomendaciones para aplicarla en el análisis y estudio del arte.
Hoy las herramientas como ChatGPT son muy populares y ya existe preocupación por su uso en el marcado editorial. En febrero de este año, Neil Clarke, el editor de Clarkesworld Magazine, una reconocida revista de ciencia ficción y fantasía, suspendió temporalmente la recepción de nuevas historias, debido a una avalancha de relatos elaborados con IA.
Dado que esta herramienta en el arte se encuentra en una constante evolución, ahora es capaz de crear pinturas, piezas musicales, fotografías y hasta cuentos, o conversaciones imaginas entre Jesucristo y Salvador Dalí, por ejemplo.
Poetripiados entrevistó a cuatro escritores mexicanos sobre el tema: Sandra Becerril, Jeanne Karen, Édgar Omar Avilés y Omar Pimienta. ¿Puede una obra de arte creada por una máquina ser considerada arte?, ¿qué papel juega la IA en la vida de los artistas?, ¿es ético utilizarla para la creación artística?, son algunas de las preguntas que flotan en la atmósfera de la Inteligencia Artificial.
“La ciencia ficción siempre ha estado presente en nuestras vidas, la literatura ha predicho mucho de lo sucedido después. La IA será una herramienta en nuestras vidas como pasó con Internet y los e-books. Me parece que habrá un cambio, pero nunca se podrá sustituir a los seres humanos”, asegura Becerril.
Para Jeanne, es una herramienta que ya hacía falta:
“No solamente el cuerpo se cansa, también es necesario darle tiempo, paz y tranquilidad a nuestra mente; de esa manera tendremos más momentos para realizar otras tareas, para cumplir nuestros sueños o simplemente para descansar”.
La IA, según Pimienta, “es una tremenda herramienta y que como creadores vamos a tener que ser muy eficientes para identificar nuestra voz, nuestros conceptos y nuestros registros, si queremos crear de forma original”.
Pero también genera preocupaciones relacionadas con el control social.
“Hablando de ciencia ficción, no me preocupa que estemos ante la posibilidad de que se vuelque en un ser autoconsciente que pueda ver a la humanidad como enemiga o esclava, sino que las IA sirvan para el control de humanos sobre otros humanos. Lo que ya existe, y de manera tremenda, pero que estas herramientas sean el siguiente paso. Gobiernos controlando aún más cada paso de sus ciudadanos; trasnacionales mercantilizando aún más la mano de obra y los deseos de consumo de la humanidad. Que sirvan para profundizar las desigualdades, las brechas educativas, económicas, de salud, de tiempo libre y de elección de un sentido de vida. La estratificación entre humanos de primera y humanos de quinta. Desearía que fuera una herramienta que potenciara a tal grado a la humanidad que ayudara para todo lo contrario: hacer más eficiente la productividad para reducir jornadas laborales, lograr alimentación para todos, potenciar el avance científico y médico con vías para su gratuidad universal. Que fuera un medio al alcance de todos, como herramienta educativa y recreativa”.
Algunos artistas han mencionado la posibilidad de que en un futuro los algoritmos que la alimentan puedan desarrollarse más y crear verdaderas obras de arte. ¿Qué tan cierto hay en esto?
Mientras que la guionista, escritora y directora Sandra Becerril, asegura que la AI podrá crear obras de arte, pero nada reemplazará al ser humano, la poeta Jeanne Karen, reitera que es una herramienta, y aunque pueda ser extremadamente avanzada y sofisticada, le parece difícil que haga obras de arte.
“Al día de hoy no he visto ninguna máquina de construcción, por más inteligente que sea, proponer por ejemplo seguir con la construcción de La Sagrada Familia, creo que para algo así siempre se necesita el punto de vista del artista, de cualquier artista”, agrega.
Omar Pimienta, escritor y artista interdisciplinario, dice que los creadores se encuentran en un momento histórico ante esta tecnología.
“Creo que estamos en un momento parecido al que vivieron los pintores al principio de los 1800 con las primeras capturas mecánicas de imágenes. Fue algo bueno, de ahí nacieron movimientos artísticos que exploraron otros fenómenos y pues creo que nos toca experimentar con la nueva herramienta. Y sí, la fotografía logró crear un campo artístico, no dudo que el AI lo haga también”.
¿Qué tan ético sería que un artista, en el caso en el que la AI estuviera más desarrollada que hoy, un escritor o un pintor, por ejemplo, se valieran de esa tecnología para crear una obra sin avisarle a quienes la consumen?
“Es poco ético. Es el sueño de muchos que quieren ser escritores sin escribir… o ser pintores sin pintar. Por cualquier razón, falta de preparación, flojera, poca disciplina, etcétera. Conozco ya a varios que son felices usando apps para escribir, porque lo único que quieren es el reconocimiento del público, no crear arte”, asegura Becerril, quien agrega que el valor del arte es la mano del ser humano.
Su creatividad, añade la guionista, su inteligencia, su cerebro y su modo de ver la vida: “Eso es lo que hace al arte diferente, es en lo que radica la originalidad de tocar el mismo tema mil veces”.
Jeanne Karen opina que si un autor utiliza la herramienta debe comunicarlo a sus lectores.
“Pienso que debe notarse, pero si pasa desapercibido, sería mejor informar al público. Aunque creo que surgirán muchas obras muy interesantes”.
El narrador y ensayista Édgar Omar Avilés piensa que mientras las inteligencias artificiales no tengan consciencia, esto no es posible, porque el arte necesita de una intencionalidad.
“Hasta el momento, todo lo que hacen es por orden de un humano, el cual puede hacer arte con la herramienta de la IA, siempre y cuando lo que haga dialogue de forma poderosa en forma y fondo con el estado del arte en el que se desarrolla”.
Sobre la ética y la IA, Omar Pimienta tiene un punto de vista muy distinto:
“La ética para mí es uno de esos elementos que pueden sobrar en las herramientas del artista, está bien si la tienes, pero tampoco es el fin del mundo si no la tienes, porque ésta cambia de cultura a cultura, de década a década. Al final de cuentas los artistas tienen que dar la última revisada, como lo hace Serra, o Koons, uno me gusta más que el otro, pero en ambos casos los dos tienen que aprobar un producto que ellos no fabrican. En la literatura la escritura automática, los ejercicios colectivos, la apropiación, todas estas herramientas nos han traído hasta aquí, no veo cómo esto sea distinto, la autoría es subjetiva y cuestionada desde siempre”.
Pero Avilés va en sentido contrario:
“Si no lo avisa, no me parece ético: las IA lo que hace (hasta el momento) es una suerte de plagio. Intricado, pero plagio”.
Hace unas semanas, Avilés compartió en sus redes sociales una conversación imaginaria entre Jesucristo y Philip K. Dick. Aunque la “plática” dista mucho de ser perfecta, tiene algunos destalles que son interesantes.
“Me sorprenden mucho las IA. Es un momento muy emocionante para especular, pero es eso: una promesa. Es como ver jugar ajedrez a un perro. No sería justo regañar al perro porque juega mal, porque desarrolla mal sus piezas en la apertura, porque saca muy pronto su dama, porque deja piezas expuestas…”, dice el autor.
Sobre la herramienta tecnológica, Pimienta dice que para los creadores es “inmesurable”.
“Imagínate poder preguntarle a una biblioteca cualquier pregunta y que te responda de forma, sí generalizada, pero que te responda, en segundos, lo que piensa el mundo digital al respecto. Estamos en verdad ante una de las herramientas más potentes para los creadores”.
Tanto Avilés como Pimienta se muestran interesados en el uso de la inteligencias artificiales.
“Quiero explorar con ellas, pero las IA serán eso: una mera herramienta. Quizás pueda hacer algunas preguntas si me atoro en algo… El siguiente paso del buscador Google. Pero la parte de la imaginación, los temas, los personajes, los conflictos, la trama…, es la forma con que yo me comunico con quienes me quieran leer y no pienso renunciar a eso”, añade Avilés.
Omar ya las usa en sus trabajos y análisis.
“Las utilizo más en ensayo que para mí es un producto creativo, le pido que me explique conceptos que me traen medio mareado, que me investigue sobre todo datos y actores gubernamentales, cosas que a mí me tomaría horas. No la he utilizado en poesía ni artes visuales solo porque no estoy produciendo eso en el momento, pero en cuanto tenga un proyecto, créeme que lo haré y créeme que el producto final, será revisado y aprobado por mí, como todo creador que se vale de una comunidad creativa o de maquinaria para procesar su obra”.
Sandra y Jeanne, se mantienen un poco alejadas de la IA.
La primera asegura que por ahora no las utilizará y aunque poeta deja la puerta abierta a su uso, es un poco mesurada en el tema.
“En lo personal no, porque tengo una compulsión, simplemente no dejo de ser la persona creativa que siempre he sido, quizás en un futuro tal vez la utilice cuando la herramienta sea capaz de entender y acelerar los procesos, no de creación, más bien de ejecución”.