Podríamos narrar esta historia con un fondo de King Crimson, quizá con la canción 21st Century Schizoid Man. Aunque la letra haga referencia a la Guerra de Vietnam su mezcla de jazz y hard rock sobre una estructura de rock progresivo seguro quedaría con lo que le sucedió al rey español, hijo de Don Pelayo.
Se trata del monarca Favila que ocupó el puesto de su padre y murió de una manera bastante extraña. Sucedió en el año 739 y la historia se conoce gracias a una reseña de unas cuantas líneas de Alfonso III.
“A partir de esta escueta reseña, y de algún que otro dato más, se ha forjado el mito de Favila (o Fafila) y del animal que le dio muerte. Leyenda que se extendió a lo largo y ancho de España durante décadas y que se grabó en la mente de la sociedad hasta tal punto que, en el siglo XIX, diferentes medios de comunicación se hicieron eco de la aparición de los restos de «un oso muy grande en estado fósil». «Con doctórica seguridad afirman los aldeanos de la comarca […] que perseguido muy de cerca desapareció, cayendo en una cueva que cuidaron de tapiar para que el animal muriera sitiado por el hambre»”, difundió el diario ABC en su sitio digital el pasado el pasado 21 de octubre.
Este particular evento construyó el mito de Favila y del animal que lo mató y se debe gracias a la crónica de Alfonso III, que se convirtió en un documento histórico que narra alguno episodios que van desde el reinado de Wamba hasta el final de Ordoño I de Asturias.
Favila fue hijo de Don Pelayo y de su esposa, la reina Gaudiosa, aunque no se sabe exactamente dónde y en qué fecha nació, ya que apenas se conservan datos de su reinado debido a la brevedad del mismo.
Lo que se sabe de este personaje también se debe a las citas hechas en crónicas realizadas por fuentes árabes y cristinanas, sin embargo su existencia tiene al mismo tiempo un carácter especulativo.
Con todo el poder que se supone debe tener un rey, resulta que murió prematuramente y por accidente, pero no uno ‘normal’ sino todo lo contrario. Favila tuvo un enfrentamiento con un oso, sí, un oso, el cual debió encontrarse durante una cacería y falleció en la lucha: ”a causa de una ligereza fue muerto por un oso en el segundo año de su reinado, en la era 777 [año 739]”, escribió Alfonso III en su escueta versión Ovetense.