SOMOS AGUA
Entre la fronda el Sol se oculta,
en un relámpago llega la noche.
Las estrellas nos miran.
Escuchamos el galope de los caballos,
la tierna voz de la campesina que se baña.
Junto a la orilla somos agua.
GIUSEPPE UNGARETTI
“El niño gritaba: ¡es un gato, es un gato!”
Una a una se muestran las estrellas
del poderoso equipo italiano.
Se introduce en reliquia, y este llano
graba en su frente luminosas huellas.
Para el poeta y el niño no hay estrellas
más grandes que Sentimenti italiano
y que del cielo recibió una mano
y para consolaros vive en ellas.
Estrellas deja y va a gozar estrellas
este portero en su felino salto.
Éstas enluta, cuando dora aquellas
gallinas de los campos celestiales.
Y no para uno, sino dos penales
y brinca como un gato, ¡alto, alto!
MÓDULO 15
La celda espera con su sombra de piedra.
No soy un preso, soy un número.
La luz aplasta.
Escribo, no me importan los tatuados,
no me importan los celadores,
no me importan los asesinos,
los jotos, los tísicos.
No me importa el mundo afuera esperándome.
Bukowski me acompaña en esta noche.
Soñaré huellas de osos en la nieve.
LA COMPAÑERA DE RIMBAUD EN ABISINIA
Tú, mi amante, la que tiene la llave para abrir el mar. Pienso en todo el estremecimiento de tormenta que fluyó en nuestra sangre en busca del amor, en todas esas estrellas carcomidas que guardábamos en nuestro corazón, cuando caminábamos descalzos con los pies ensangrentados bajo la ardiente arena.
Vivimos cerca de la tempestad abrumada que gritaba demencia, y teníamos miedo cuando no estábamos juntos.
Siempre tenía un ruego para ti, mi amante befada: ¡que un mismo paño de sueño nos una un día en la misma muerte!
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1
Don Sebastián prepara la fogata y el sol desaparece entre las montañas. Los leños crepitan, una sombra danza al ritmo del tambor. Su rostro se vuelve flor mientras me narra el nacimiento de Tatevalí, el Abuelo Fuego. En los primeros tiempos, la gente-dios no conocía el fuego. Tatevalí nació como una chispa de una roca rumbo al sendero del mar. En esos tiempos sólo existía la oscuridad, porque no había sol. La gente se preguntaba asustada, cómo podremos remediar esta oscuridad que nos abraza y no nos deja dormir. Don Sebastián calla por un momento para mirar la luna que se desmorona en el patio. La chispa voló de la piedra, y la gente-dios se asustó, porque no sabía lo que era. Voló cuatro veces hacia los puntos cardinales. La quinta vez voló más allá de donde estaba la gente-dios en forma de luciérnaga y no lo reconocieron. Volvió a volar durante otros cinco días en forma de espejo y buscaba un lugar para poder vivir. De repente salió una voz de la oscuridad que decía: “este debe de ser uno de los dioses que acaba de nacer, hay que preguntarle a Kauyúmarie quién es”. Así que fueron a preguntarle, y él les dijo que lo que estaban viendo era el fuego y que le serviría para darles calor a sus cuerpos y luz a su mirada. Sus ojos danzan en las llamas del fuego. La chispa voló otra vez durante cinco días. Esta vez era tan grande como un teapáli. Entonces, Kauyúmarie les dijo: “un niño y una niña deben ir a cuidarlo, porque ellos son puros en la vida sexual”. El niño y la niña fueron de donde salía el fuego, salía de un hoyo de la piedra. La llama los dejó asombrados y se olvidaron a lo que iban. Mientras el niño y la niña estaban ebrios de luz, el abuelo fuego les dijo: “ustedes me caen bien. Quiero que me hagan cinco teapális y que sean esculpidos y déjenlos en este hoyo. También háganme cinco flechas de palo de brasil con plumas de guacamaya, cinco jícaras vestidas con chakira y cinco velas grandes. Además deben rezar y traerme cinco canastas de Mara´akame. Váyanse y díganle a la gente lo que les dije. Regresen en cinco días con sus ofrendas, mi nombre es Tai, fuego”. El niño y la niña se repusieron del asombro, regresaron y comunicaron a la gente lo que el Abuelo Fuego les había dicho. Su sombrero vuela como pájaro carpintero. Cinco días estuvieron trabajando alegres sobre las ofrendas para cumplir, porque necesitaban el fuego, ya que comían el maíz y la carne crudos y los dioses estaban molestos que comieran así. Entonces, Tatevalí encargó al niño y a la niña que lo cuidaran. Después de cinco días regresaron con el Abuelo Fuego, y les dijo: “yo soy delicado, no puedo irme de aquí, ya que haría arder el mundo. Tráiganme un incensario, una jícara, cinco piedras pequeñas en las que me pueda sentar y cuando vengan mójense las manos”. Ellos trajeron el incensario, y brotaron cinco pequeñas brasas del hoyo de la roca y cayeron en él. Las brasas lo quemaron y saltaron otras cinco brasas que cayeron en la jícara y también la incendió. Entonces, cinco brasas saltaron a las manos mojadas del niño y las quemaron y las dejó caer. El Abuelo Fuego dijo: “estoy triste, soy el más delicado de los dioses; no puedo irme, porque quemo todo lo que está a mi alrededor. Lleven mis plumas a los dioses de los cinco puntos cardinales, póngalas en mis cinco teapális y récenles. El niño y la niña obedecieron en todo esto y las plumas ardieron. Así la gente tuvo fuego. Don Sebastián se levanta y camina hacia el patio, su sombra se queda incendiando los árboles.
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Rubén Rivera García (Guasave, Sinaloa, México, 1962) es poeta y fotógrafo. Entre 1992 y 1996 estudio la licenciatura en lengua y literatura hispánicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es autor de los libros de poesía Cuerdas de mar (edición de autor, 1995); Flores y relámpagos (Cobaes-Navachiste, 1998); Al fuego de la panga (Praxis-DIFOCUR, 2001); Música de Cuatro espejos (Ediciones sin Nombre-DIFOCUR, 2006); Defensa de oficio (ISIC-Quirón, 2009); La llama de los cuerpos (ISIC-Quirón, 2010); Fulgor del regreso (ISIC, 2012); Sewa yoleme (edición de autor, 2012); Caravana de Sombras (Fondo Editorial Estado de México, 2014). Sendero de Suicidas (Fondo de Cultura Económica).
Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en Poesía Jóvenes Creadores (FONCA, 1997-1998); Obtuvo mención honorífica en el Segundo Concurso Nacional de Poesía Benemérito de las Américas de Oaxaca (1998); mención honorífica en el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz (2013), en el género de poesía.
Recibió el Premio Interamericano de Poesía Navachiste (1997), el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura Mazatlán (2000), el Premio Nacional de Poesía Timón de oro (2013) y el Premio Nacional Bellas Artes de Poesía Aguascalientes (2021).