Neal Cassady tiene una historia similar a la de los poetas beat de su generación. Nacido el 8 de febrero de 1926 en Salt Lake City, creció en una familia cuyas complicaciones alcanzaban la enfermedad del alcoholismo a su padre y la tragedia que lo marcó de niño, pues cuando tenía 10 años su madre falleció.
Debido al poco tiempo que tenía su padre, Cassady creció en medio de escándalos, algunos de ellos lo llevaron a reformatorios por haber cometido delitos no tan graves y en 1945, cuando tenía 19 años, se casó una adolescente de 15 años llamada LuAnne Henderson, con quien vivió en Nueva York y poco después entró en contacto con Jack Kerouac y Allen Ginsberg.
La vida sentimental de Neal siempre fue muy cambiante. Un año después de haberse casado con la menor, conoció a la escritora Carolyn Robinson, con quien se casó en 1948, tras anular su primer matrimonio. Para entonces se había adentrado en el consumo de drogas, sustancias que jugaron un papel fundamental en sus creaciones literarias, como sucedía con algunos autores beats, pero que lo llevaron a tener nuevos problemas con la ley.
Sabemos que entre ese grupo de escritores hubo inspiración para crear personajes en sus trabajos, y el caso de Cassady no podía quedarse atrás. Su vida se reflejó en uno de ellos en la obra de “En el camino” de Kerouac, y en el célebre poema “Aullido” de Ginsberg. Por otra parte, fue mencionado en trabajos de Hunter S. Thompson y Charles Bukowski.
Sobre su producción literaria, aunque fue intensa, no publicó tanto como sus amigos más cercanos. Elaboró en conjunto el poema “Pull my daisy” con Kerouac y Ginsberg, aparecido en 1951. De manera póstuma serían editados su novela autobiográfica “The first third” (“El primer tercio”) y dos libros que recogen su correspondencia: “Grace beats karma: Letters from prison” y “Neal Cassady: Collected letters”.
Murió en la Ciudad de México el 4 de febrero de 1968 y aunque no están muy claras las causas de su fallecimiento, se vincula al consumo de drogas.
Hoy en Poetripiados te presentamos una de las cartas que envió a Kerouac tras una noche en la que conoció a una mujer:
(7 de marzo de 1947)
Estimado Jack:
Estoy sentado en un bar en Market street. Estoy borracho, bueno, no tanto, pero pronto lo estaré. Estoy aquí por dos motivos: debo esperar 5 horas para el ómnibus que me lleve a Denver, y finalmente, pero muchos más importante, estoy aquí(bebiendo) porque, por supuesto, porque una mujer ¡y qué mujer!. Para ser cronológico al respecto:
Estaba sentado en el ómnibus cuando paró para tomar más pasajeros en Indianápolis, Indiana -y una belleza perfectamente proporcionada, intelectual, apasionada, la personificación de la Venus de Milo, me preguntó si el sitio a mi lado estaba reservado!!!. Me atraganté, (estaba borracho) hice gárgaras y tartamudeé ¡NO! (paradojas de la expresión, después de todo, cómo uno puede tartamudear No!!?). Se sentó- Yo sudé- Ella empezó a hablar. Yo sabía que sería sobre generalidades, así que para ponerla a prueba, permanecí en silencio.
Ella (su nombre es Patricia) se subió al ómnibus a las 8 de la noche (¡Oscuro!) Yo no hablé hasta las 22 horas. En el intermedio de 2 horas yo no sólo, por supuesto, determiné que la haría mía, pero, CÓMO HACERLO.
Naturalmente, yo no puedo citar la conversación textualmente, no obstante, trataré de darte su substancia desde las 22 horas hasta las 2 de la noche.
Sin los más mínimos apuntes preliminares objetivos (¿cuál es tu nombre?, ¿hacia dónde vas?, etc.) me conecté en un conocimiento total, completamente subjetivo, personal y, por así decirlo, «penetrando su corazón»; para ser más breve (pues me estoy volviendo incapaz de escribir) para los dos de la mañana la tenía jurándome eterno amor, completamente sojuzgada a mí y para mi inmediata satisfacción. Anticipando aún más placer, no dejaría que ella me la chupase en el ómnibus, en vez de ello jugamos, tal como dicen, entre nosotros.
Sabiéndolo completamente mío este ser supremo perfecto (cuando estoy más coherente, te contaré su historia completa y la razón sicológica por la cual me amaba), no pude concebir ningún obstáculo para mi satisfacción, bien «los mejores planes del ratón y de los hombres acaban extraviados» y mi némesis fue su hermana, la bruja.
Pat me había dicho que su razón para ir a Saint Louis era ver a su hermana; había quedado en encontrarla en la terminal. Así que, para deshacerse de la hermana, miramos furtivamente alrededor de la terminal cuando llegamos a Saint Louis a las 4 de la madrugada para ver si ella (su hermana) estaba allí. Si no lo estaba, Pat tomaría su valija, se cambiaría de ropa en el toilette y ella y yo iríamos a un cuarto de hotel por una noche (¿años?) de perfecta bienaventuranza. La hermana no estaba a la vista, así que ella tomó su valija y se retiró al toilette a cambiarse -larga despedida-.
Este próximo párrafo debe, por necesidad, ser escrito de una forma completamente objetiva.
Edith (su hermana) y Patricia (mi amor) salimos de la casa del meo tomados de las manos (no describiré mis emociones). Parecía que Edit llegó a la terminal de ómnibus temprano y mientras esperaba a Patricia, sintiéndose dormida, se acostó en un sofá para dormir. Por ello Patricia y yo no la vimos.
Mis esfuerzos desesperados por liberar a Pat de Edith fracasaron, aún el terror y el sentimiento de esclavitud hacia ella rebelaban demasiado para establecer que ella debería ver a «alguien» y más tarde se encontraría con Edith, todo fracasó. Edith era inteligente; ella vio lo que estaba sucediendo entre Pat y yo.
Bien, para sumariar: Pat y yo estuvimos en la terminal (a la vista de su hermana) apretándonos el uno contra el otro, jurando no amar nunca más y luego yo tomé el ómnibus a Kansas City y Pat se fue a su casa, dócilmente, con su dominante hermana. Alas, alas.
En completo (trata de compartir mis sentimientos) abatimiento. Me senté, a medida que el ómnibus avanzaba hacia Kansas City. En Columbia,,, una joven (19) completamente pasiva (mi carne) virgen, subió al ómnibus y compartió mi asiento…En mi abatimiento por haber perdido a Pat, la perfecta, decidí sentarme en la amplia luz del día(detrás del conductor) en el ómnibus y seducirla, hablé desde las diez y media de la mañana hasta las dos y media de la tarde. Cuando estaba hecho, ella (confusa, su entera vida trastornada, metafísicamente asombrada por mí, apasionada en su inmadurez) llamó a sus amigos en Kansas City y fue conmigo a un parque (estaba oscureciendo) y me la senté a horcajadas sobre mí; cogí como nunca lo había hecho antes; todas mis emociones reprimidas encontraron su liberación en esta joven virgen (y realmente lo era) quien es, para el caso, ¡una maestra de escuela!
Voy a parar de escribir. Sí, para liberarme por un momento de mis emociones, debes leer partes de «Las Almas Muertas» (donde Gogol muestra su perspicacia) que son como tú.
Elaboraré más adelante (¿probablemente?), pero por el momento estoy borracho y feliz (después de todo, ya estoy libre de Patricia), debido a la joven virgen. No tengo nombre para ella. Al compás de las alegres notas del tema de Lester Young «Jumping at Mesners (que estoy escuchando) cierro hasta luego.
A mi hermano
¡Continúa!
N. L. Cassady