Leer a Pierre Klossowski en sus trabajos como novelista, dibujante, ensayista y crítico, no es fácil, sobre todo por las constantes referencias cristianas, artísticas, literarias y filosóficas que aparecen en sus obras.
Hervé Castanet, en Pierre Klossowski. La pantomima de los espíritus (Buenos Aires: Nueva Visión, 2008), retrató de forma magistral lo que se escondía en la sustancia literaria del francés.
Klossowski nació en París en 1905 y falleció en la misma ciudad en 2001. Su nombre saltó al escenario público con su libro Sade, mi prójimo (1947), y lo mejor de su obra narrativa lo podemos encontrar es la trilogía Las leyes de la hospitalidad: Roberta, esta noche (1954), La revocación del edicto de Nantes (1959) y El apuntador (1960). Tiene varios ensayos memorables, entre ellos, Nietzsche y el círculo vicioso (1969), aparte de varios trabajos de traducción.
Para entender su obra y el asunto de la cristiandad que la habita, es necesario hacer una aproximación a un hecho que lo marcaría para siempre.
Tras una crisis religiosa ingresó al el seminario de Saint-Maximin, que abandonó al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Su primera obra narrativa, publicada en 1950, es resultado de esta experiencia: La vocación suspendida (La vocation suspendue), historia escrita en tercera persona y en la que el autor refleja sus obsesiones, pues Jerome, el protagonista, abandona sus estudios eclesiásticos para salir a la otra realidad, la social y de las injusticias. El lector se encontrará en una especie de doble pista, en la que en una corre la historia y en la otra el análisis, igual que en la mayoría de sus trabajos.
Klossowski apareció en México gracias a Juan García Ponce, quien nació en 1932 en la ciudad de Mérida y falleció en diciembre de 2003. Fue un escritor, ensayista, crítico literario y de arte. Su primer libro fue El canto de los grillos, (México: Imprenta Universitaria, 1954), y el último Entre las líneas, entre las vidas, (México Océano, 2001).
A lo largo de su trabajo como jefe de redacción en la Revista de la Universidad entre 1959 y 1965, publicó los primeros artículos en torno a la obra del francés, incluso lo siguió haciendo después de haber dejado el puesto.
Uno de los textos apareció en la edición de julio de 1973, que tituló Pierre Klossowski: una vocación suspedida.
“Detenida sobre la imposibilidad de la que nace y creando su propio espacio mediante esa detención, la obra de Pierre Klossowski gira fascinada alrededor de la necesidad del arte como forma capaz de dar sentido a la vida y su dificultad en tanto que unido a un pensamiento que ha perdido el centro de coherencia sobre el que puede organizarse. Obra tensa y ambigua, poblada de ascensos arriesgados y vertiginosas caídas, desarrollada en la tierra de nadie de la pura comedia mental de la que muestra su continua oscilación entre la extrema lucidez y la locura, disimula bajo una apariencia siempre brillante sus cimas y sus abismos y al final nos deja exactamente ante ellos”, escribió García Ponce.
El autor mexicano abundó sobre esa vocación religiosa que se queda en pausa, ante la necesidad del protagonista de la novela, quien no era otro más que la proyección de Klossowski.
“El fracaso de la vocación del protagonista de La vocation suspendue tampoco se realiza como fracaso; tampoco libera a ese protagonista del objeto que busca. Jérome, el héroe del relato, espera realizarse dentro de la vida religiosa finalmente se ve obligado a rechazar esta solución”, agrega García acerca de la novela que es analizada por un lector que al mismo tiempo es el creador de la obra.
El libro o la historia no se entrega a quien la lee como tal, sino como un comentario crítico sobre ella, añade Ponce, que, al provocar la reflexión del comentarista, lo lleva a encontrar también las exigencias del arte, que se cumplen en la obra que narra más que como un juicio crítico sobre ella.
De acuerdo con los archivos de la Revista de la Universidad, García seguiría escribiendo sobre la obra del francés. En otro de los artículos, publicado en la edición de octubre de 1980, aparece otro: Pierre Klossowski: Las Figuras de un pensamiento.
Entender o adentrarse en la obra del francés, sería imposible sin la reflexión o la suerte de opinión que dibuja el francés para guiar a sus lectores.
En este texto, igual que en otros, García Ponce toca el tema del análisis, casi a niveles obsesivos.
“En la literatura de Pierre Klossowski la reflexión requiere de figuras cuyo carácter, de acuerdo con su función o su necesidad dentro de la misma obra, no es diferente al de las que la imaginación crea o transforma o repite utilizando modelos tomados de la “vida” para poblar el espacio de la novela. Klossowski escribe ensayos como quien narra y narra como quien hace ensayos. Sade, Nietzsche, Fourier, Diana y Acteón, las múltiples figuras cuya obra se analiza en Un si funeste désir son los personajes de sus obras de reflexión y sin la tonalidad y la intensidad que cada uno de estos personajes representan el pensamiento no sería posible en esas obras. Girar álrededor de esas figuras le es indispensable para alcanzar una coherencia de la que carece por sí mismo. Sin su apoyo se dispersaría hasta disolverse en tanto pensamiento en una serie de puras intensidades sin ningún centro. Por eso Klossowski puede afirmar que nadie piensa, sino que el pensamiento lo piensa”, relata García.
El francés utilizaba mucho el subterfugio en sus historia, como en La vocación suspendida, y García Ponce intentó meter en la cabeza de los lectores mexicanos, a lo que se enfrentarían al leer esas obras.
Para finalizar este texto, vamos a la despedida que hizo el mexicano, en la revista Letras Libres, en la edición de septiembre de 2001, luego de la muerte de Klossowski, en la que escribió un emotivo artículo que aborda no sólo parte de su vida personal, sino su obra.
“Klossowski deseaba ser actor y fue homosexual con varios niños de su edad. Rilke lo recomendó a André Gide para que pudiese realizar sus deseos al regresar a París. En tanto, la familia Klossowski vivió después de la guerra en Alemania. Luego regresaron a París. Pero Pierre Klossowski ya se había trasladado ahí para vivir en casa de Gide. A él le contó sus aventuras homosexuales, despertando su insaciable curiosidad. Nunca llegó a ser actor. Se inició como escritor traduciendo con Pierre Jean Jouve los Poemas de la locura de Hölderlin”.
En las novelas de Pierre los personajes dobles son un lugar común, como si el autor estuviera afanado en confundir al lector, para luego explicarle mediante el análisis, lo que en verdad sucede en la historia.
“La muerte ha terminado la obra creadora de Pierre Klossowski el 12 de agosto de 2001, cuando él ya había alcanzado la edad de 96 años. Sin embargo, separada ya de su creador la obra es inmortal. En ella vivirá para siempre Pierre Klossowski”, finalizaría García Ponce.