Jerome Rothenberg fue el gran poeta nómada y tejedor de versos en lenguas olvidadas. Su pluma, fue y seguirá siendo un eco ancestral, que resuena en el presente infinito, desentrañando mitos y lamentos. Entre los pliegues del tiempo, sus palabras danzan, dan vida a la poesía primordial, un canto eterno a la vida.
Rothenberg se erigió como uno de los autores innovadores más destacados de la poesía estadounidense. Su legado abarca casi un centenar de libros en poesía, traducción y ensayo, con lo que abrazó el performance poético y las ricas tradiciones indígenas.
Su influencia se extendió a generaciones posteriores de escritores, y su legado es un puente entre el pasado y el presente, un viaje literario que trasciende las barreras del tiempo y el espacio, para instalarse en el presente infinito.
Su labor, abarcó desde el alemán hasta las lenguas amerindias, y se le conoció por reconfigurar las tradiciones literarias al fusionar lo ancestral con lo contemporáneo.
Su mirada literaria arropó a la poesía primitiva mundial y a la vanguardia estadounidense, además de la poesía judía. Su obra, siempre estuvo en un proceso en constante evolución, como testimonio de su profundo compromiso con la exploración de las raíces de la poesía.
Rothenberg fue figura central en la contracultura de los años sesenta y un ferviente defensor de las culturas indígenas, como lo demostró en su revolucionaria revista Alcheringa.
El pasado 21 de abril el escritor falleció a sus 93 años en la casa que compartió con Diane Rothenberg su esposa y colaboradora de 71 años. Hoy en Poetripiados lo recordamos en nuestra sección de Muertos Saludables.
Dos geshray (el grito)
Erd, zolst nit tsudekn mayn blut
un zol nit kayn ort zayn far mayn geshray
(Job 16:18)
–practica el grito –dije
(¿por qué habré dicho eso?)
porque era su grito & no el mío
se cernía entre nosotros nítido
a los sentidos siempre nítido ocupaba
el lugar central
luego vino otro y lo miró fijo
a los ojos y allí en el fondo encontró un recuerdo
de caballos galopando más rápido las ruedas teñidas de rojo
tras ellos los polacos habían reservado
un día de fiesta pero el judío
encerrado en el armario gritaba
para sus adentros un grito
sin sonido tan mudo que
se arremolinaba alrededor del mundo
tan feroz que quebraba las piedras
que hacía saltar los clavos de los zapatos
apilados a la entrada los objetos dan fe
–la ley lo dice–
los zapatos & aquellos otros objetos más queridos
como el cabello & los dientes dan fe
con su sola presencia
No es que compartan –diría– el dolor
o que lo muestren ni siquiera las fotos desde donde
las expresiones de los muertos proyectan su lumbre
las montañas de muletas las montañas de prótesis
dan fe los anteojos dan fe
las maletas los zapatos de los niños los turistas alemanes
en ese tinglado en que oshvientsim se había transformado
la inscripción todavía brillando en los portones
toda en mayúsculas
ARBEIT MACHT FREI
& a un costado HOTEL
y BAR – COMIDAS
el espíritu del lugar disolviéndose
indiferente a su presencia
allí junto a los otros fantasmas
el tío lamentándose
los párpados cada vez más marrones un ojo
saliéndole de la nalga
este hombre con cuerpo
de cangrejo
las tripas para afuera
las rosadas carnes de sus hijos
colgándole
con las rodillas subidas hasta el pecho
no hay holocausto
para ellos solo khurbn
la palabra que aún dicen los muertos
que dicen mi khurbn
& el khurbn de mis hijos
la única palabra que admite el poema
porque es la que decían ellos
la palabra como preludio del grito
entra
por el culo
sube por las tripas
hasta la garganta
& estalla
en un llanto un grito
es ese grito de él lo que me asalta
llorando en oshvientsim
& convoca al poema
11.
CADA NOCHE A LAS DIEZ
Me deslizo a través de las calles esperando que un perro
no me ataque.
Le doy la espalda a los extraños cuando mi piel
se endurece demasiado. Paso largas noches
en mausoleos
como un príncipe. Cuando muerdo la carne que cubre mi pulgar sangra.
Perdí mi miedo a la muerte el verano pasado
y quiero enseñarle el truco a todos mis amigos.
El mío es un caso de visión doble.
El sabor se eleva desde mi garganta
y no
en la otra dirección.
La forma en la que lloro reclama lástima.
Lucho por una oportunidad para esconderme del sueño pero cada noche a las diez me arrolla.
29.
UNA MEDICINA QUE ME MATA
Soy la víctima de mi
mente. Entre más la exploro más duele.
Como todos ustedes tengo una enfermedad
que nadie puede ver.
Tomo una medicina
que me mata.
Alguien pone un dedo
sobre mi boca.
Ya no puedo esperar
a que todos mueran
dentro de mí. Al final
no hay final
del cual hablar.
La gente que más amo
me rodea
ondeando banderas.
Soy cargado por todo lo alto por ellos
un rey sin miedo.
Sólo puedo pagarlo
con desesperación
y una sonrisa
que nadie puede entender. Esta noche el futuro
se despeja brillantemente. El objetivo de esta medicina no es la salud
ni la ganancia
sino el derecho a morir.
31
ESTO ME ENORGULLECE
Dejo caer un libro
boca arriba
y me establezco
en el pensamiento recto. Soy lo más relajado
de todo
en mi identidad.
Mi nombre está
frente a ti. Ve las luces
titilar desde
una charola de plata.
Y ve sus lustrosos dedos.
Uno es rojo, los otros
negro azabache.
Camino con seguridad
cuando doblo
otra esquina.
No es mi decisión conocerte pero puedo hacerlo
y lo sé.
A veces alguien
me trae bajo tierra
y me deja quedarme
cerca de los circuitos.
De otra forma
me encuentro sitiado
por helicópteros
alineados arriba
del templo.
Estoy tan contento de conocerte. Dame la mano
y sonríe.
Esto me enorgullece.
POESÍA EN VOZ ALTA
Avanzo hacia un espacio más hondo
yo que
estoy muerto
llamo
a los vivos
pequeños
hermanos
qué absurdo
es
su andar
sin carga alguna
y extraviados
corren por
el escenario
de la vida
sus palabras
son grilletes
y enjaulan
su mente
los conozco
tanto
como para sentir
su dolor
libre
y con fiereza
avanzo
hacia un espacio
más hondo
donde nadie
me alcanzará
aquí
asesto
un golpe
un fluido
estupidizante
desde el fondo
de mi cuerpo (A. Artaud)
cubre
la tierra
que nos separa
bloquea
todo acceso
aves
como pequeños
cuchillos
se zambullen
en el cielo
le mal
du ciel
la frase
que escucho
y vuelo lejos