Falsa Liebre marca el debut literario de Fernanda Melchor, novela publicada por primera vez en 2013. En mayo de 2022, Random House la reintrodujo al público después de que la autora veracruzana la revisara minuciosamente para pulirla. Y apenas en diciembre del año pasado, el libro me encontró en un Sanborns de Ciudad Juárez.
Cuando vio la luz por primera vez, Falsa Liebre no recibió la atención que merecía, quizás porque ese mismo año, la escritora publicó Aquí no es Miami, un libro de crónicas que relata la atrocidad que dio origen a la Guerra contra el Narco durante el gobierno de Felipe Calderón.
La historia fluye con buen ritmo y se lee rápido, siguiendo simultáneamente las vidas de cuatro jóvenes. Aunque la trama no menciona directamente el puerto de Veracruz, el lector descubrirá su ubicación a través de pistas hábilmente sembradas desde el principio.
Andrik, descrito con ojos amarillos, fue abandonado por su madre y se ve obligado a prostituirse. Es la liebre que literalmente nunca deja de correr. Su amigo Zahir, un demente disfrazado de víctima, parece no preocuparse por nada más que rescatar a Andrik de diversas circunstancias. Paralelamente, se presentan Pachi y Vinicio. El primero está casado tras embarazar a su novia, mientras que el segundo, enfrentándose a la pérdida de su padre, lucha contra diversas enfermedades. Los cuatro personajes principales comparten la experiencia de la fuga y el sufrimiento:
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Andrik se apartó de la ventanilla. Se tocó la cara con disimulo; su mano y su mejilla estaban ya secas gracias al aire acondicionado, pero sus tropas aún empapaban la tapicería. Aunque sentía las tetillas duras por el frío se resistía a cruzarse de brazos. Sabía que el hombre lo iraba con furia, que explotaría en cualquier instante, que era mejor tener las manos libres.
—Y esa gorra…
Alcanzó a encogerse de hombros antes de recibir el golpe en la cabeza. La gorra fue a dar a sus pies; no se atrevió a levantarla.
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Los capítulos alternan entre las historias de Andrik y Zahir, y las experiencias de Pachi y Vinicio, creando un hilo narrativo que conduce a una tensión inevitable. Cada personaje lucha contra sus propios demonios, mostrando miedos diferentes y alucinantes cuyos perfiles psicológicos se (des)construyen página tras página:
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Pachi no quería abrir los ojos. Sabía que el sueño había terminado, que estaba echado de lado sobre su cama y que Pamela, en su necio afán por despertarlo, acababa de abrir las cortinas de la alcoba para que el sol lo bañara de lleno. No sabía porqué sentía la necesidad de repasar el sueño mientras éste aún se encontraba fresco, por que su memoria se empeñaba en conjurar las imágenes antes de que llegara el inevitable instante de abrir los ojos y despertar por completo.
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La trama invita a una profunda reflexión, siendo una fotografía o flashback que revela cómo un país en conflicto constante por el narcotráfico puede arrebatar la inocencia a los jóvenes que viven en territorios donde las batallas entre sicarios sin rostro son diarias, igual que las enfermedades de Vinicio:
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Vinicio no había reído; no lo habría hecho ni por cortesía. Y el doctor, quien seguramente no estaba al tanto de la muerte de su padre, o la había olvidado, le propinó una condescendiente palmada en el hombro antes de correrlo de la sala de consultas.
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La madurez alcanzada por Melchor con Temporada de Huracanes (2017) y Paradise (2021) se refleja en los ajustes realizados a Falsa Liebre. La novela, dura y cruda, presenta personajes cuyas personalidades están magistralmente construidas, dejando una impresión duradera en el imaginario del lector, como encontrarse con huesos apilados.
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Cuando su conciencia a punto de extinguirse, cuando empezaba a olvidar quién era y quién había sido, oía, a lo lejos, la voz de su padre llamándolo por su nombre desde un sitio lejano, una voz débil como hecha de hebras de viento, y aunque Vinicio ya no tenía oídos para escucharla, ni cerebro para entenderla y codificar las palabras, aunque Vinicio ya no era más que un montón de huesos aplilados a la luz de los astros distantes, indiferentes, la voz de su padre lo traía de vuelta, le hacía recordar que no todo estaba perdido.
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Falsa Liebre expone el lenguaje fuerte que ha posicionado a Melchor como una de las escritoras mexicanas más destacadas. La novela impacta, cumpliendo su función al sacarnos de la zona de confort social normalizada por la violencia, pero también nos coloca frente a un trabajo literario, vestido con sus mejores galas poéticas, porque sí, detrás de la narrativa de Melchor puede disfrutarse mucha poesía. La espiral del salvajismo se acentúa conforme la mirada de los protagonistas se dispersa en la vida de las colonias, entre pandillas, consumo de drogas, abusos sexuales y la fragilidad de una nación que no logra salir de su pesadilla.
Cualquier lector que se haya adentrado en Falsa Liebre, la recomendará, luego de volarse las sienes con el final, lleno de fuerza, sorpresa y coraje. Las tres novelas de Fernanda Melchor son una de las mejores cosas que le han sucedido a la narrativa mexicana.