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Espinas en el corazón: tres microrrelatos de Alfonso Reyes

Leer a este gran autor mexicano es
redescubrir nuestras almas

Por Redacción / Poetripiados | 4 noviembre, 2021

Los alivios

Los nombres que se usan en castellano para el W. C. o restroom o son del todo impropios (como el baño) o son del todo abominables. Proponemos un nombre, inocuo… y evocador: “los alivios”.

—¿Adónde ha ido Fulana?

—Ahora vuelve, fue a los alivios

Suicidio

—Hay muchos modos de suicidarse. El que yo propongo es el siguiente: suicídese usted mediante el único método del suicidio filosófico.

—¿Y es?

—Esperando que le llegue la muerte. Desinterésese un instante, olvídese de su persona, dese por muerto, considérense como cosa transitoria llamada necesariamente a extinguirse. En cuanto logre usted posesionarse de este estado de ánimo, todas las cosas que le afectan pasarán a la categoría de ilusiones intrascendentes, y usted deseará continuar sus experiencias de la vida por una mera curiosidad intelectual, seguro como está de que la liberación lo espera. Entonces, con gran sorpresa suya, comenzará usted a sentir que la vida le divierte en sí misma, fuera de usted y de sus intereses y sus exigencias personales. Y como habrá usted hecho en su interior tabla rasa, cuanto le acontezca le parecerá ganancia y un bien con el que usted ya no contaba. Al cabo de unos cuantos días el mundo le sonreirá de tal suerte que ya no deseará usted morir, y entonces su problema será el contrario.

Romance viejo

Yo salí de mi tierra, hará tantos años, para ir a servir a Dios. Desde que salí de mi tierra me gustan los recuerdos.

En la última inundación, el río se llevó la mitad de nuestra huerta y las caballerizas del fondo. Después se deshizo la casa y se dispersó la familia. Después vino la revolución. Después, nos lo mataron…

Después, pasé el mar, a cuestas con mi fortuna, y con una estrella (la mía) en este bolsillo del chaleco.

Un día, de mi tierra me cortaron los alimentos. Y acá, se desató la guerra de los cuatro años. Derivando siempre hacia el Sur, he venido a dar aquí, entre vosotros.

Y hoy, entre el fragor de la vida, yendo y viniendo —a rastras con la mujer, el hijo, los libros— ¿qué es esto que me punza y brota, y unas veces sale en alegrías sin causa y otras en cóleras tan justas?

Yo me sé muy bien lo que es: que ya me apuntan, que van a nacerme en el corazón las primeras espinas.

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Alfonso Reyes (1889-1959) ha sido para la literatura y cultura mexicanas un apasionado de las letras universales. Destacó como ensayista, narrador, poeta, dramaturgo, traductor y diplomático. Tuvo una de las formaciones más exigentes de las que se tenga registro. De acuerdo con Enciclopedia de la Literatura en México, a lo largo de su vida y de sus viajes y estancias en el extranjero, Alfonso Reyes se dedicó a conocer y difundir la cultura que lo rodeó. Su activa participación en numerosas instituciones de México y el mundo son parte del testamento alfonsino, cuyas raíces se encuentran en la visión cultural de su generación, la del Ateneo de la Juventud. De este legado sobresale su dirección de la Casa de España que daría origen a El Colegio de México, su labor en la Academia Mexicana de la Lengua y su presencia en El Colegio Nacional.

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