Cristo no me habla
Se queda inmóvil en un punto incierto,
la mirada perdida, masculla su miseria,
hace como que no me oye, me ningunea.
Es una estatua en la cima de un monte,
un dije de plata en el cuello del asesino,
un rostro barbudo en una pared orinada,
un sándwich en la basura, un lavabo sucio.
No me habla, y lo que murmura me traspasa
como al viento invisible, sin daño alguno.
Sigue apoltronado, sin mí como un pastor
que ha dado su oveja por perdida.
Cristo me ha negado más de tres veces
porque mi fe es un perro enjaulado
que ladra y no muerde, un álamo podrido,
una profecía falsa, una enfermedad
degenerativa. Cristo no me oye:
está embelesado con los buenos,
con las moscas muertas que todavía
no lo saben. No me atiende, aunque
toco a su puerta como un niño
disfrazado, con mi bolsa de dulces
en la mano tendida. Si no me abre,
tiraré la puerta a patadas, lanzaré
huevos hediondos a su ventana.
Cristo no quiere oírme, pero no me odia:
es solo que está crucificado.
Días lentos
Hay días lentos como globo aerostático
sin grandes corrientes de aire.
Días alargados como chicle de menta
a punto de romperse.
Días en que es preferible dormir
sobre un mar lechoso hasta tarde,
acunados por la marea.
Días en que no estamos hechos
para levantar ninguna bandera,
ni la del atardecer, ni en defensa propia,
días en que bajamos la guardia
porque ya no queda nada,
días que nos envuelven como gas
en espera de la chispa.
Invasión silenciosa
Por la noche las cucarachas se adueñan
de la cocina. Mi madre las extermina
dándoles veneno, insecticida, azúcar
para que se inflen y exploten
como vacas perdidas en el desierto.
Eso quiere mamá, que desaparezcan
de la casa, pero no sabe que han colonizado
el planeta. Las cucarachas anegan
los partidos políticos, las transnacionales,
el buró de crédito y la bolsa.
Su verdadera intención es combatir
el exceso poblacional, poner a prueba
su resistencia: las cucarachas que logran sobrevivir
a las acechanzas en la cocina
se integran a las grandes huestes
de fanáticos de las fake news, practican el TikTok
o hacen un viaje iniciático a las estrellas
en su nave espacial.
Regresan más convencidas que nunca
de que estás para servirles.
Ectoplasma
A Luis Eduardo García
Como el fantasma
que piensa atravesar
su primera pared,
trato de reconstruir
los cielos rojos
que tuve en mis manos,
vendándolos
en el hospital
de la memoria.
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Carlos Vicente Castro (Zapopan, México, 1975) ha publicado los libros Late night show (2021), Salida de emergencia (Mano Santa, 2020) y Apócrifos + Circo + Un edificio en construcción (Mantis, 2015), entre otros. Editó y compiló El Palacio de las Uñas (Impronta-Metrópolis, 2023), una selección de poesía de Ángel Ortuño. Dirige Metrópolis Ediciones e imparte talleres de escritura.