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Erigimos un paraíso convertido en carne

Donde hay truenos de parafina y larvas humanas…

Por Sandra Valenzuela | 23 diciembre, 2020

El pez

Dibujé un pez con pies de ave

indecente, azul, sobresaltado

tierna bestia vestida con diamantes seduce mi intención.

Sus ojos muestran grandeza y pequeñez en el fondo marino

desnudo se agita apeándose al rumor acuático.

Algunas veces su iris es un umbral en medio de la eternidad.

Jugamos sobre algas y al ocaso me toma en los brazos

para viajar a Hydrus en una nube de ópalo, 

la brisa salada nos acompaña a la esquina

donde hay truenos de parafina y larvas humanas.

                                 Mi pez con pies de ave dormita

                                 en las horas ecuánimes

                                 y agotado de admirarse escucha melodías

                                 a veces llora

                                 otras, calla…

                                 lee cuentos acerca de su procedencia.

Hermosísima solemnidad lo libera por las tardes calurosas

es loco, exalta mis ideas con una vida extraordinaria y luminosa;

se sitúa junto a mi pensamiento

para sembrar corales.

                  Ceñido al seno del universo

        me azota hasta desgarrarme, después, me lanza al vacío

juntos somos una creación perfecta porque sin miedo floto en

los elementos del aire.

Ayer nos arrojamos al cauce de la divinidad

incasables en nuestra carcajada

desembocamos en una playa

donde las estrellas bailan con delfines.

Somos similares…

Nos encontramos uno al otro

como anémonas acicalándose el cuerpo

y convergemos cuando atravesamos puntos de luz

                                                            proféticos

                                                     lejanos

                                         antiguos

Mano a mano con mi ser prenatal  

mi pez con pies de ave es mi animal íntimo.

Devoramos elementos del mal y del bien

felices, amorosos, juguetones.

Así inventamos la vida con globos de fuego. 

Filantropía azul

Humedece los pensamientos fatigados,

el mar, palomas sobre mis pies. 

La arena lleva el nombre de los siglos

lleva risa trasatlántica de modo tan inapropiado

como el encuentro nupcial de las gaviotas

y los deslumbramientos sudorosos

que el frescor de cuerpos ha ofrecido.

La arena lleva el perfume del tiempo

en afanes insospechados.

El mar pronuncia secretos no comunes,

su composición química se aproxima a mis labios

                                  en ese beso en los ecos de sal

                                     y, más la belleza cósmica de garzas

                               al borde de un cielo en filantropía.

           Entre la espuma devorando crepúsculos

en oleajes que pululan en torno a la vida.

Sus caracoles se detienen como un reloj, y todo, calla

de ahí un barco es comido por luz del ocaso. El viento

recaptura su recuerdo.

Hay criaturas que nadan en su misterio

se aparean en la oscuridad cuando la muerte se desnuda

en el verdoso silencio…

Ahí los depredadores poseen vientres expandibles,

el gelatinoso pez rojo no conoce de lunas menguantes. 

Cierro los ojos cuando una ola revienta con su carne azulada

desasiéndose sobre cangrejos

condenados a contemplar su ocultación.

Abrepuños amarillo

Excitada…

¡Sí!

en tu mirada inteligente celebrándose al vuelo del cisne

excitada en los principios de gozo donde anhelo fornicar

plenamente amada en las extravagancias de tu piel.

Siempre llegan mis manos a tu impuro cuerpo como un cielo de nubes

de amaneceres     de crepúsculos      de lunas      de astros gigantescos. 

Excitada…

¡Sí!

Muy excitada

en tu pasión a celebrar un mutismo restituido como si floreciera

sobre la morbosidad de mis senos posados en tus pupilas.

Tu apetito en el enjambre de mi sexo al delirio

aquí estoy… 

Sentada en lo alto de la cumbre

con un lucero entre las piernas

cuando más me acerco a ti y te respiro.

Excitada…

¡Sí!

¡Absorta!        ¡Descalza!        ¡Iluminada!       ¡Fervorosa!

porque diseño una galaxia sobre tu vientre lluvioso donde mis labios

sin restricción ni agotamiento exploran el sabor en tus semillas.

entonces eres ajonje de montaña

                               flor de pascua

                                            clavel del monte

                                                 abrepuños amarillo

                                                                tulipán rojo.

Cuanto más te acaricio y te acaricio

tu intimidad tan mía dondequiera que voy me acompaña

por eso entras y descansas en mi paz en una contráctil voraz

porque erigimos un paraíso convertido en carne.

Llorar a chorros…

Llorar a lágrimas vivas…

Llorar de este deseo por tu ombligo y por tus labios…

Llorando a todo insomnio…

Llorar empapando el alma …

Llorando de alegría…

Llorando excitada…

¡Si!

excitada

Yo sé que muy excitada 

acercándome a ti

palmo a palmo las oscilaciones de tu aroma cobran vida propia

nuestras sombras se empequeñecen para de pronto emerger zigzagueantes

cuando estallas desmesurado a través de mis manos

para que el silencio nos adormezca al apretarnos desfallecidos.

Excitada…

¡Sí!

Tus ojos son el milagro

y después

tus piernas de marfil

tus pies de hermosura y de infierno

mal haya tu lengua

mal haya tu saliva

mal haya tus manos

mal haya tu secreto bajo vientre

tu garganta tan divina, sí el placer que me haces

tu sonrisa ya en la tea toda mía me incendia

si al conocer tus males disfruto de tus bienes los más buenos

porque me das salud y maravilla.

Fraguados

Te amo, me amas. Lamemos hálito de vida

como flores acuáticas que caminan en carreta vanguardista

como visionarios de un apocalipsis

en víspera del vuelo de cóndores cibernéticos.

Te respiro, me respiras

hueles a mañana arrancada del fuego

y a viento de tormenta

huelo a noche en transformaciones de agua

y a millones de gotas de miel.

Hay un porvenir antiguo registrado en ti

en ese margen emanando aromas inconfundibles

donde se anida el Diablo y Dios al mismo tiempo

ahí, donde deseo ocultarme a morir.

¿Quién soy cuando me pierdo en ti?

¿Quién cuando me escabullo entre maleza roja?

Veo tus ojos que analizan el espíritu de la flama

escucho tu vitalidad corrompiendo a las mariposas en mi vientre

¿Quién soy absorta en tus astros y en tus colores de arcoíris?

Te degusto, me degustas

sin principio ni fin te leo mis textos prosaicos

luego el sol nace sobre tus mares blancos,

tu fruta bermeja se filtra como agua dulce

hacia mi calle por donde volamos

dejo tu cuerpo serenar en eucalipto bajo la luna

yo, me pierdo en una canción vulgar

después voy hacia tu humanidad siempre imperfecta perfecta

para entregarte mi pecho jadeante al caer el tiempo

con majestuosidad. Y tú, duermes o sueñas mundos nuevos.

Cambia el viento de forma cuando te beso

en esa comarca intima con campanas de oro.

Te amo, me amas… Fraguados.

Sandra Valenzuela nació en Empalme, Sonora, México es Licenciada en Educación. Considera que una lideresa tiene la responsabilidad de construir plataformas para facilitar cambios opimos en los ámbitos de la cultura, las artes, la investigación y la política del siglo XXI, desde esa perspectiva trabaja en proyectos altruistas realizados en foros diversos. Fue coordinadora en México del proyecto literario PERVIRTUD de Ediciones Monsieur James, Quebec Canadá. impartió talleres de creación literaria en la Escuela Normal Experimental Huajapan (ENEH) Oaxaca, en escuelas secundarias de la Mixteca y en escuelas Itamas, Coordinó la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil “Navojoa Lee Filij 2017”. Directora de las Jornadas Culturales Ayuntamiento de Empalme, Sonora. Es feminista, escritora, poeta, colaboradora de la Revista Yuku Jeeka de APALBA Agrupación para las Bellas Artes, tallerista en creación literaria, bloguera de arte y de cultura. Sus textos de diversos géneros literarios se encuentran publicados en México y en varios países del mundo.

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