Llueven llantos sobre los llanos, llueven parsimoniosamente, el tañido de sus ecos se pierde entre los recónditos pasajes verdosos del poblado Frisón de las Lomas. Pasajes llenos de historias, de sangre derramada y amoríos prohibidos. Mientras la luna refleje con su beldad iridiscente los páramos boscosos los días martes de cada equinoccio, la criatura aparecerá. Aparecerá cerca de las lagunas bañándose impíamente con las aguas contaminadas por su presencia, y con la sangre de los hombres infieles. Un mal de aspecto mamífero y forma inefable, su sola mirada causa terror en aquellos ojos mortales que contemplan su extraña osamenta.
Cada mañana de equinoccio, Don Jacinto ha contemplado el hórrido ciclo de muerte y depravación que la criatura provoca en los hombres enfermos por el deseo y la pasión. Juntos en rebaño se aproximan hipnotizados a la morada del monstruo, juntos ofrecen su sangre y su vid a la embajadora de los demonios del bosque, a la horrible ninfa que las leyendas alaban como el indicio de una mala cosecha, a la plaga negra que mata al ganado y embelesa los malos augurios.
Es una tarde calurosa y el joven mozo Efrén vuelve de un establo, se le ve con la ropa desaliñada y algo sudoroso. A lo lejos una semidesnuda muchacha que todavía se acomoda el busto bajo una ropa muy humilde, lo mira alejarse mientras le manda un beso casi furtivo, a lo que Efrén responde salazmente, apenas voltea a verla. Continúa su camino por una vereda pedregosa que lo arroja a otra colina, su casa se encuentra a un kilómetro de la colina. Continúa su trayecto ensimismado en la fase póstuma del coito, pero una escuálida granjera ataviada con harapos negros lanza una mirada torva hacia él.
-¿¿Y usté que está mirando??
No hay respuesta, la anciana se limita a seguir con su mirada desaprobatoria. Efrén detecta su mal aspecto, el glaucoma parece haberse apoderado de su ojo izquierdo mientras que las pústulas y llagas en su rostro delatan una lepra avanzada.
-¡¡Bruja!!
-No hay respuesta, la anciana no le quita la mirada mientras que Efrén la ignora. Continúa su camino hasta llegar a una vasta extensión de rancherías que conectan con el pueblo. La presencia de Efrén en el pueblo parece levantar cizaña y susurros, los hombres lo ven con recelo, algunas mujeres mayores con perfidia, mientras que las jovencitas cuchichean de manera traviesa a la par de mirarlo furtivamente, en el pueblo los mujeriegos no son herejes blasfemos, pero sí hombres controvertidos y de mala fe.
Efrén entra a su casa donde está la abuela viendo la televisión, una mujer perdida y encomendada a todo lo que ocurre dentro de esa caja de mentiras. En la cocina, Guadalupe cocina un guiso, algunos frijoles y tortillas. Espera ver a sus niños jugando en la sala, pero sólo está la abuela, silente, estática.
-Lupe… ¿Onde están los guaches?
-Salieron a jugar con los niños de Mari, ya no tardan. ¿Dónde andabas?
-Le fui a ayudar a Jacinto con sus engordas, le quedó mal uno de sus vaqueros y ayer le llegaron varias cabezas. Le sobran parcelas a ese cristiano.
-Órale, mucho trabajo.
Efrén percibe hostilidad en la voz de su mujer, una suerte de sarcasmo que no escuchaba desde hace mucho tiempo. Efrén se acerca prepotente.
-¿Y tú que tienes? ¿Tas enojada o qué?
-No…
Lupe no voltea ni a verlo.
-¿¿No qué??
Efrén la toma con fuerza del antebrazo.
-Mírame cuando te hablo pendeja.
Lupe lo encara, pese a su miedo no le desvía la mirada.
-Suéltame.
-Primero dime por qué me contestas así.
-Crees que no me doy cuenta, pinche manolarga, aquí en toda la cuadra y en lo que resta soy la hazme reír del municipio. Como que todos ya saben que mi marido es un pinche mujeriego y un sinvergüenza menos yo.
Efrén abofetea a Lupe con fuerza, Lupe se contiene. Algunas lágrimas parecen asomarse por sus ojos mientras mira a Efrén que parece muy enfadado.
-Cabrona, igual que todas, nomás te descuidas tantito y ya piensan que son más cuerda que uno.
Lupe está llorosa.
Cobarde, poc homb—
Efrén le asesta otra bofetada, esta vez haciendo que un pequeño hilo de sangre mane de su nariz. En la sala, la abuela ni se inmuta, a pesar del bajo volumen de la televisión y monotonía del programa es como si en la cocina no hubiera pasado nada.
-Acuérdate quien te sacó de la miseria, pinche ingrata.
Lupe solloza, seca sus lágrimas y vuelve a los quehaceres de la cocina.
-Quiero mi comida en cinco minutos, y ni se te ocurra decir algo frente a los niños. Y límpiate la nariz.
Efrén abandona la cocina. Resignada, Lupe dispone de los utensilios para poner la mesa.
Transcurren las horas, la noche ha envuelto con su velo las comisuras del pueblo y la luna ha emergido de las colinas. Efrén no puede dormir, un extraño insomnio lo invade, ve a Lupe a su lado quien está muy separada de él. Se pone ropa holgada y sale de su casa.
La noche es profunda, Efrén transita en su bicicleta por los caminos y los montes, esperando a que el cansancio lo abrume y así conciliar el sueño al volver a casa. Efrén es un hombre medio escéptico, temeroso del dios que le impusieron, pero acérrimo enemigo de los cuentos del pueblo. Durante el recorrido se topa con el viejo Jacinto a mitad de un llano, y éste lo saluda afablemente.
-¿A dónde y tan tarde joven Efrén?
-Nomás pa distraerme un rato Don Jacinto, a ver si me agarra el sueño. Voy a darme una vuelta por la laguna.
Don Jacinto lo mira sorprendido.
-Mucho cuidado joven.
-¿Con qué cosa?
-Dicen que por allá se aparece la siguamonta, casi nadie vive para contarlo.
-Ora Don Jacinto ¿Qué chingaos es eso? Piensa que voy a creerme yo esas historias pa que los guaches se acuesten temprano.
-Yo nomás le digo joven, usté sabrá. Si le digo que es o lo que dicen que es… usté va a tirarme a loco.
-Yo no me creo esas historias de atoloachados ni de viejas lichas. Y usté tampoco debería.
-Dicen que uno en su condición de mortal no puede entender muchas cosas ¿No lo cree?
Efrén parece fastidiado por la conversación con Jacinto, sube a su bicicleta con ademanes algo presurosos.
-Ueno pues, continuo mi camino Don Jacinto, que pase usté buena noche.
-Vaya con dios joven, cuidado por donde pisa.
-Si… sí, adiós.
Ignorando a su viejo vecino, Efrén continúa su camino, los tramos y las veredas se pierden entre el follaje selvático, la creciente obscuridad absorbe su rampante silueta.
La fatiga ha vuelto sus movimientos más agarrotados y lánguidos. A punto de concluir con su errático hábito, Efrén divisa a lo lejos la figura de una hermosa mujer bañándose dentro de un riachuelo cercano. Su piel no es blanca ni morena, es de un tono imposible. La proporción de sus atributos sorprenden a la vista por su redondez y perfección.
Al no ver a ningún posible marido o acompañante, Efrén se acerca al riachuelo. La mujer se percata de su presencia, pero no da la cara hacia él. Efrén sólo ve un escorzo tonificado y una cabellera azabache.
-Buenas noches señor.
-Hola, buenas noches señorita, ¿qué haces aquí tan tarde?
-Me estoy bañando, ¿qué no ves?
A Efrén le causa gracia el tono picaresco de la mujer, quien por extrañas razones no muestra la cara, su abundante cabello le cubre buena parte del rostro al igual que sus senos.
-A mira, ¿Oye y no te da pena que alguien te vea?
-No, no me da pena, tú estás viéndome y no me avergüenza. Te gustan mucho las mujeres, ¿verdad Efrén?
Efrén ve con más atención el cuerpo de la mujer, es anormalmente torneado, como si la hubieran esculpido. Efrén percibe una pesadez en el aire, algo extraño sucede.
-Sí, ¿cómo sabes mi nombre? ¿De dónde nos conocemos?
-Eso no importa, supongo que tu rostro me es familiar ¿Te gusta lo que ves, Efrén?
-Si, sí me gusta. Tal vez tu rostro también me es familiar.
-Seguramente lo es.
El tono vocal de la mujer se engrosa y se torna en un extraño gutural. Su apariencia se revela y cuando voltea, Efrén contempla con horror el rostro de la siguamonta. Una horrenda hibridación facial entre mujer y yegua que lo mira con odio, sus ojos amarillentos despiden un brillo serpenteante y las malformaciones cutáneas hacen que su mandíbula trepide constantemente.
-¿Te gusta lo que ves, Efrén?
El grito de Efrén reverbera en la cercanía de los riachuelos, el eco se pierde entre el follaje de las colinas. Algunos quetzales y aves majestuosas sobrevuelan los árboles ante la perturbación sonora.
Y la noche persiste, prístina e impoluta. En medio de una fangosa concavidad, la criatura succiona plácidamente la sangre de la garganta de Efrén, como si se tratara del beso de una amante.
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Gabriel García Salazar (Monterrey, Nuevo León,1996) autodenominado Gabriel GN Salazar comenzó sus estudios y formación en la imagen a los 17 años cursando un diplomado en la Escuela Superior de fotografía Lumiére de Toluca de 2015 – 2016 donde participó en muestras y fue reconocido por su participación y constancia en el Festival del Centro Histórico de Toluca el 18 Marzo de 2016 en la exposición: La historia en la imagen y por su participación y constancia en el Taller de Fotografía como ponente en la 9ª Jornada Cultural del – 7/Mayo/2016 – CULM (UAEM).
A los 20 años participó como asistente de producción en Muerte al Verano (FICM 2019) de Sebastián Padilla y en Territorio de Andrés Clariond (FICM 2019), años más tarde desempeñaría el mismo puesto en El Comediante (Netflix) (FICG 2021) de Gabriel Nuncio y Rodrigo Guardiola.
Mientras cursaba un diplomado en cine en la ciudad de Monterrey realizó sus primeros dos cortometrajes con un bajísimo presupuesto, Abruptum, una crónica surreal de un ser atormentado que se enfrenta a sus emociones y El Numen de Cartón, un cuento absurdo de un dios frágil que invoca a sus ciegos seguidores.
En 2018 ingresa a la Asociación Mexicana de Cineastas independientes para cursar la licenciatura en Artes y Negocios Fílmicos que concluiría en 2023. Durante este periodo se involucra en diversos cortometrajes y proyectos audiovisuales desempeñando puestos como asistente, continuista, guionista y director además de colaborar con la Agencia Bengala en algunos de sus proyectos. En 2021 uno de sus cortometrajes en calidad de co escritura (Por un Bistec) participa en Shorts México, Ruta Maya entre otros festivales y su guion Ultrajes cercanos del Tercer Tipo (comedia absurda e irreverente con tintes fantásticos) es seleccionado en el festival de 24 risas por segudno de EscribeCine.
Actualmente colabora en CintaNegra como guionista donde ha laborado en diversos trabajos de escritura a la vez que ha escrito el guion de largometraje ¿Y ustedes para cuándo?, historia y comedia romántica original de Juan A. Farré que narra la historia de una pareja de novios que viven su vida felizmente hasta que esta terrible pregunta que alude al matrimonio dará un giro de trescientos sesenta grados en la vida de Rubén, el noble, pero medio timorato protagonista.
Gabriel GN Salazar es un cineasta con interés en crear historias provocativas que sacudan las sensibilidades del espectador, sea por medio de la violencia gráfica o el sexo explícito. Su gusto por el terror, el gore y lo pornográfico han significado en su carrera un estilo marcado en sus historias más íntimas. No obstante, no está encasillado en solamente crear contenidos de esta índole, su visión se expande a los terrenos de lo comercial y a nichos más abiertos.
Entre sus intereses están la animación, la fotografía, literatura, pornografía, nuevas tecnologías y video arte. Sus enfoques en el oficio cinematográfico son el guion, la dirección y la edición de imagen.
Las muchachas guapas son su perdición y los pays de sabores su talón de Aquiles.