Bob Kaufman, conocido como El Rimbaud Negro, nació en medio de una anacrusa del jazz, amigo de Allen Ginsberg y elemento importante de la Generación Beat, navegó entre la prosa y la poesía con soltura y de forma magistral. Su formación musical le dio a sus letras ritmo y vida.
Geográficamente, el jazz surgió en el estado de Luisiana, exactamente en Nueva Orleans, conocida por ser la cuna de este género musical y centro jazzístico durante la primera época del jazz. Un dato importante que tenemos que mencionar es que a esa ciudad llegaron grandes remesas de esclavos provenientes de África, los cuales sembraron sus ritmos en esa tierra estadounidense.
Aufman nació en 18 de abril de 1925, justo cuando la ciudad experimentaba con acordes del jazz e improvisaba en pequeños bares. Su biografía indica que fue el ´decimo de trece hermanos, su padre era un judío alemán que trabajaba como conductor de autobús y su madre una criolla Católica de la isla de Martinica.
Un dato interesante es que en el seno familiar había un secreto, pues su abuela practicaba el vudú, culto religioso que mezcla elementos del cristianismo y de las religiones africanas animistas y fetichistas, caracterizado por practicar sacrificios rituales y por tener el trance como modo de comunicación con los dioses.
Así, Kaufman creció en una familia común y en una atmósfera cultural marcada por la música. En la adolescencia, a los 13 años, fue contratado por la Marina Mercante de los Estados Unidos. Durante su trabajo se salvó de morir en cuatro ocasiones en las que sobrevivió a naufragios. El autor contó que durante las travesías en los barcos leía todo lo que se encontraba a bordo, como obras de Guillaume Apollinaire, Aimé Césaire, Hart Crane, Frantz Fanon, Federico García Lorca, Nicolás Guillén, Langston Hughes, Herman Melville, Arthur Rimbaud, Gertrude Stein y Walt Whitman. Luego de esas experiencias cercanas a la muerte, dejó la Marina para irse a estudiar literatura en la New School de Nueva York.
Fue en esa escuela donde conoció a William S. Burroughs, Gregory Corso y Allen Ginsberg.
En 1944 Kaufman se casó con Ida Berrocal, con quien tuvo una hija, Antoinette Victoria Marie, nacida en Nueva York en 1945 y fallecida en 2008.
Kaufman se casó otra vez en 1958. Ahora con Eileen Singe, con quien permaneció atado hasta su muerte, con quien tuvo un hijo. Entre sus trabajos está el que tuvo en la la campaña presidencial para el Partido Progresista de Henry A. Wallace, el mismo año que se casó por segunda ocasión.
Terminando la campaña, en 1958, se mudó a San Francisco, en el barrio italiano de North Beach, centro de la subcultura estadounidense y donde se encuentra la librería City Lights de Lawrence Ferlinghetti.
Casi todos los escritores de la Generación Beat tomaron fuerza espiritual del budismo y Kaufman no fue la excepción, aunque también, igual que sus amigos más cercanos, tuvo una vida marcada por la pobreza, las adicciones y hasta la prisión.
En 1959, rondaba las calles de San Francisco recitando poemas en voz alta, algo que no le gustaba mucho a los elementos de la Policía de esa ciudad, por lo que en varias ocasiones, fue víctima de golpizas de quienes, se supone, deberían de cuidarlo.
En ese año la cultura Beat estaba en su apogeo y el mundo estaba viviendo cambios enormes, como la consumación de la Revolución Cubana. También la marihuana se había convertido en un lugar común del disfrute y tranquilidad de esa comunidad.
Para tener una idea del estilo de vida de Kaufman, en ese año fue arrestado 39 veces por cargos de disturbios. Gracias a una de esas estancias en la cárcel escribió Los poemas de la cárcel, una colección de poemas/pensamientos, uno por cada día pasado en prisión.
El escritor pasó, en su mayor parte, el resto de su vida en San Francisco, y murió el 12 de enero de 1986, a la edad de 60 años, de enfisema complicado por cirrosis.
A continuación Poetripiados te presenta cinco puntos importantes de su vida y más abajo, todos sus poemas escritos en la cárcel.
1- También la hizo de actor
En 1959, Kaufman tuvo un pequeño papel en la película The Flower Thief, que fue filmada en North Beach por Ron Rice
2-Le ganó nada más y nada menos que T. S. Eliot
En 1961 fue nominado para el prestigioso Premio Guinness Británico, ganado ese año por T. S. Eliot.
3- Enviado a un hospital psiquiátrico
En 1963 en Nueva York fue arrestado por caminar en el césped de Washington Square Park y encarcelado en Rikers Island, luego enviado al hospital psiquiátrico Bellevue por «problemas mentales» , donde se sometió a tratamientos de electroshock que afectaron gravemente su ya sombría perspectiva de la sociedad
4- Terminó aislado del mundo
En una entrevista, el escritor Ken Kesey, describió la visión de Bob Kaufman en las calles de North Beach durante una visita a la ciudad con su familia en la década de 1950. En la parte final de su vida, Kaufman está aislado cada vez más; en 1978, hizo dos votos de silencio, que no son otra cosa que un juramento personal y voluntario de abstenerse de hablar. El primero fue por la muerte de Kennedy y después hizo otro, que se rompió hasta su muerte en 1986
POEMAS DE LA CÁRCEL
1
Estoy sentado en una celda con vista hacia malignas paralelas
esperando que el trueno me astille en mil pedazos.
No es suficiente estar enjaulado con uno mismo;
quiero sentarme frente a cada prisionero en cada agujero.
Las puertas se deslizan y golpean. Cada portazo una conclusión, ¡bang!
El yonqui desapareció en un ruido rojo; se drogaba para sacarse un infierno.
El fragante borracho se enorgullece porque no fuma,
huellas de dedos sobre negras lápidas de tinta,
ruidos de angustia filtrándose a través de paredes de acero, rompiéndose,
alcanzan mi dolor. Me hago parte de alguien más para siempre.
El acento salvaje de los criminales me resulta más dulce que el zumbido de los policías,
ocupados en clausurar las escotillas de estas almas; carga
destinada a puentes de acusaciones, muelles de culpas.
¿Qué comen los policías, viejo Sócrates, aún prisionero?
2
Pintor, píntame una cárcel enloquecida, dementes celdas de acuarela.
Poeta, ¿qué edad tiene el sufrimiento? Escríbelo en plomo amarillo.
Dios, hazme un cielo sobre mi techo de vidrio. Necesito estrellas
para guiarme en esta atmósfera de gritos e infiernos particulares,
entradas y salidas, adentro… afuera… arriba… abajo. El balancín municipal.
Yo—aquí—ahora—óiganme—aquí—ahora—siempre aquí de alguna manera.
3
En un universo de celdas, ¿quién no está preso? Los carceleros.
En un mundo de hospitales, ¿quién no está enfermo? Los médicos.
Una sardina dorada está nadando en mi cabeza.
Ah, sabemos algunas cosas, hermano, sobre algunas cosas
como el jazz y las cárceles y Dios.
El sábado es un buen día para ir a la cárcel.
4
Ahora nos dan un nuevo formulario, tembloroso como gelatina,
que demuestra que cualquier muchacho puede ser presidente de Muscatel.
Le odian porque es uno de Ellos.
Desnudez no planeada, salpicada de gris; dedos
pestilentes aferrados a la poceta. El Sr. América se quiere bañar.
¡Mira! En el piso, acostado sobre el rostro de América,
una estrella de cine que ha actuado en un millón de noticieros.
¿Qué estoy haciendo?, ¿sentir compasión?
Cuando salga colaborará con mi asesinato.
Probablemente odia estar vivo.
5
Tuercas y tornillos resonando en su estómago, revueltos.
La sociedad se ha hecho pedazos en su barriga, hinchada.
Mira el gran molino americano, inclinándose hacia dentro,
bueno y sólido, como los que embriagaron América.
El éxito escrito en todo su culo rayado por las calles.
Exitoso éxito, cuarenta jonrones en un solo inning.
Deja de sufrir, Jack, no nos puedes engañar. Lo sabemos.
Este es el mejor país del mundo, ¿no lo es?
No lo logró. Borracho en la Celda 3.
6
Han pasado demasiados años en este breve lapso.
Mi alma reclama una caverna propia, como el dios del Jainismo;
mas debo lograr que continúe, ruda como el jazz, relumbrando
en esta oscura selva de plástico, tierra de largas noches, heladas.
Mi ombligo es un botón que aprieto cuando quiero salir de mí.
¿Soy algo más que una masa de entrañas y toscos tejidos?
¿Debo romperme los huesos? ¿Beber mi sangre, diluida en vino?
¿Debería arrancar viejas tristezas de mi pecho?
No otra vez,
esas antiguas bolas de fuego, engullidas con ardor, déjenlas.
Déjenme escupir vapores de introspección, pedazos de mí,
así, cuando me vaya seguiré estando en el aire.
7
Alguien que soy no es nadie.
Algo que he hecho no es nada.
Algún lugar que he visitado no está en ninguna parte.
No soy yo.
¿A qué respuestas
debo buscar preguntas?
Debo encontrar ciudades
para estas calles ajenas.
Gracias a Dios por los beatniks.
8
Toda la noche el hedor de personas que se pudren,
el vaho que surge de piras de hombres vivos,
satura mi nariz de repugnancia gaseosa,
ahogando en lágrimas mis expuestos ojos.
9
Vendedor ambulante de Dios, reventándome el tímpano
con la parte más aburrida de un libro bueno y sensual,
impaciente por el lunes y las calculadoras.
10
Perros de ojos amarillos silbando en la noche.
11
El bebé vino hoy a la cárcel.
12
Un día más al infierno, lleno de glándulas flotantes.
13
La cárcel, un cubo de metal enorme y hueco
colgado de la luna por una cadena de plata.
Johnny Appleseed la cortará un día.
14
Tres largos hilos de luz
trenzados en un rayo.
15
Soy aprensivo en cuanto a mi futuro;
mi pasado me ha dado la espalda.
16
Veo sombras formándose en la pared,
imágenes del deseo que se protegen de mis ojos.
17
Después de pasar toda la noche construyendo un sueño,
vino la mañana y me cegó con su luz.
Ahora busco, entre montañas de cáscaras de huevos,
el maldito sueño que nunca quise.
18
Sentado aquí escribiendo cosas en el papel,
en lugar de clavar mi lápiz en el aire.
19
La Batalla de los Fracasos Monumentales, crispada;
ambos bandos anhelan una limpia derrota.
20
Ahora veo la noche, abrumando silenciosamente el día.
21
Atrapado en las imaginarias redes de la conciencia,
lloro por mis actos, mas continúo creyendo.
22
Deberían construir las ciudades en un solo lado de la calle.
23
Las personas que no arrojan sombra
nunca mueren de pecas.
24
El fin siempre llega de último.
25
Nos sentamos en una mesa
devorándonos palabra por palabra
hasta que no quedó nada, esqueletos repulsivos.
26
Estoy sentado escribiendo, sin atreverme a parar,
por miedo a ver lo que está fuera de mi cabeza.
27
Listo, Jesús, ¿ves que no dolió ni un poco?
28
Temo seguir a mi propia carne hasta esas angostas
anchas rígidas blandas camas mujeriles, pero lo hago.
29
Eslabón por eslabón, forjamos la cadena.
Luego, al descubrirla alrededor de nuestros cuellos,
nos espantamos.
30
Nunca he visto una hogaza poética silvestre de pan,
pero si la viera, me la comería con corteza y todo.
31
¿Desde qué lejanos años vienen los bebés?
32
Universalidad, dualidad, totalidad… uno.
33
El anormal que balbuce en el suelo
alguna vez fue un hombre que gritaba sobre las mesas.
34
Ven, ayúdame a aplanar una gota de lluvia.
Escrito en la Cárcel de la ciudad de San Francisco
Celda 3, 1959.