La gripe española arrasó con más de 50 millones de personas en el mundo, entre 1918 y 1920, entre sus víctimas fatales se cuentan Egon Schielle y su esposa Edith Harms; el primero fue un famoso pintor austriaco, discípulo de Gustav Klimt (sí el autor de “El beso”, pintura de paleta fría y tonos dorados), quien fue un gran exponente del expresionismo con pinturas abiertamente sexuales hasta el punto de ser encarcelado a sus 21 años, tras lo cual sus pinturas fueron confiscadas y el juez quemó, como muestra, una de sus obras ante el aturdido Schielle; era un apestado de su tiempo, aunque hoy las cosas no son muy distintas; en Londres y Alemania (ajá, en el “primer mundo” y en pleno siglo XXI) se censuró su obra por “pornográfica” en la conmemoración del centenario de su muerte.
Censuras aparte, Schielle fue un hombre apasionado por el arte y por su esposa Edith, con la cual se conoció tras abandonar a Walburga Neuzil quien empezó siendo modelo para sus obras y posteriormente su amante, la cual compartió con su maestro Gustav Klimt, quien también sostenía una relación con “Wally” como tiernamente la llamaba. Cabe destacar que, tras el arresto mencionado líneas arriba, Wally no abandonó a Egon Shielle a su suerte y abastecía de pan y pintura entre los barrotes a su adorado Egon.
Sin embargo, tras salir de la cárcel Schielle sí abandonó a Wally, pues pensó en buscar una compañera de vida con mejor conducta y posición social, ya que esta última era de familia pobre y presuntamente había ejercido la prostitución. Se dice que el joven pintor austriaco le ofreció a Wally, a través de una carta, “emprender todos los veranos un viaje de ´recreo´ con ella”, pero Wally lo rechazó y jamás lo volvió a buscar. Egon Schielle se casaría un verano de 1915 (en plena Primera Guerra Mundial) con Edith Harms, joven de conducta intachable y clase burguesa.
Schielle tenía una avidez por las mujeres, tan grande, que una vez confesó haber visto desfilar 180 mujeres desnudas en su estudio que “posaron” para él en el lapso de un mes. Pero, tras casarse con Edith, de quien se enamoró perdidamente, ésta fue su única modelo por mucho tiempo, generando incluso una nueva etapa menos radical y más tierna en su obra que no dejó jamás de explorar las posibilidades del retrato y el cuerpo humano. En el otoño de 1918 la pandemia de la Gripe Española azotó a Europa, y por supuesto, a Austria, donde vivían Egon y Edith, quien tenía un embarazo de seis meses. Tras caer en cama Edith le pidió a Egon que se alejase para evitar enfermarse él también, sin embargo cuenta una anécdota que éste le hizo el amor frenéticamente y murió tres días después contagiado de la gripe por amor a su esposa.