Hay un discurso oficial, un discurso gubernamental,
un discurso mediático, que explica por qué las cosas
son como son y no pueden ser de otra manera.
Y, luego, está la gente que se pone a desfilar en la calle,
a gritar palabras disonantes que serán interpretadas
por el discurso dominante como mero ruido, gritos,
sonidos que no construyen nada.
Jacques Rancière
¿Luis XVI fue el último rey que ejerció como monarca absoluto? La película El Conde, dirigida por Pablo Larraín, nos recuerda que hace 33 años el dictador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte ejerció como monarca absoluto durante 17 años.
Antes de llegar a la presidencia, Augusto Pinochet tuvo el cargo de comandante en jefe del Ejército de Chile y dirigió el golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de la coalición de partidos de izquierda, denominada Unidad Popular, de la cual Salvador Allende era presidente y líder socialista.
La película El Conde, representa al dictador chupasangre Augusto Pinochet como un vampiro que lleva 250 años vivo, al asesino católico que utilizaba frases religiosas en sus discursos políticos y que bajo la influencia de los Chicago Boys implementó el sistema de libre mercado en Chile. La propia dictadura chilena se autonombró una civilización occidental, de libre mercado y cristiana. La misma dictadura que avaló la desaparición de miles de personas y la apropiación de bebés nacidos en campos clandestinos de detención.
Esta película desnuda los objetivos comerciales de la institución católica; empresa que ha administrado y contribuido al exterminio de culturas originarias, perpetuando hambre, miseria, campos de concentración de trabajos forzados y esclavitud, junto a gobernantes, comerciantes y dictaduras militares que insisten en alimentar al sistema capitalista.
El guion arroja diversas venas oscuras: fantasía, memoria histórica, ironía y comedia. El vampiro Pinochet, decide que después de 250 años vivo ya quiere morirse; en ese punto aparece el personaje de Carmencita: una monja y contadora, con destreza para la administración y las matemáticas, que en principio es convocada para catalogar y recuperar los bienes del exdictador que pretende redactar su testamento. Paula Luchsinger encarna una interpretación excitante, Carmencita es bella, virginal y sádica, una autentica fanática religiosa. Su alma y su Fe, inflamada y fervorosa, están entregadas a la Iglesia Católica.
La familia biológica del Conde, así le gustaba al dictador que lo nombraran, es un retrato nítido del arquetipo de la familia tradicional, conservadora, cristiana y burguesa. Su meta es básica: generar bienes y patrimonio para hijos que no saben trabajar.
En la novela Tengo miedo torero, Pedro Lemebel plasmó su percepción sobre Lucía Hiriart, esposa de Pinochet, describiéndola como una cuica, frívola, clasista, copuchenta, parlanchina, supersticiosa y católica. Novela en la que se desenvuelven paralelamente la relación entre Carlos; un guerrillero afiliado a una organización marxsista-leninista y La Loca del frente; una mujer trans, digna, romántica y soñadora. Y la tensa, cruel e iracunda relación entre Pinochet y su esposa Lucía.
En el film El Conde, Lucía carece de los atributos esencialistas que el mundo occidental asignó a las mujeres. Lucía representa lo opuesto a la ternura. En la novela, La Loca del frente describe con detalle el tipo de sombreros, pañuelos, bolsos de marca y joyería que Lucía usaba. En la película, Pinochet le pregunta a su esposa ¿Qué mas quieres?, A lo que ella responde, Quiero ser una bestia como tú. Lucía desea que su marido la muerda para convertirse en vampira. En la novela, la descripción de los gustos de la frívola Lucía Hiriart remiten a la iconografía que la publicidad y miles de robots replican hoy en día; ropa, bolsos, zapatos, accesorios, objetos, casas, muebles y pertenencias que zombifican, deprimen, confunden y corrompen por igual a personas cis y disidentes sexuales.
La escritora mexicana Yasnayá Aguilar, nos cuestionó hace poco a las asistentes al Feminario, seminario coordinado por Cuerpos Parlantes, espacio independiente con sede en Guadalajara ¿Es en verdad un orgullo que una mujer sea CEO del Fondo Monetario Internacional, candidata a la presidencia o directora de grandes empresas mineras?
No olvidemos que la primer ministro mujer en Inglaterra fue Margaret Thatcher. La dama de hierro que se encargó de disolver la batalla ganada por los obreros sindicalistas en Inglaterra y repitió hasta el cansancio que el Estado no es una niñera y que tampoco tiene la responsabilidad de cuidar a los ciudadanos. La vena oscura del sistema capitalista corroe cualquier cuerpa y sería naif o simplista creer que una mujer a cargo de una organización política o institución pública fomentará programas a favor de los derechos humanos simplemente por el hecho de ser mujer. La dama de hierro despliega una participación maravillosa en esta película que mezcla situaciones históricas y diabólicas, con imágenes poéticas y sucesos perpetrados por dictadores asociados con la macro empresa de la institución católica y expertos en finanzas que dinamitan avances políticos alcanzados después de las revoluciones. Desafortunadamente, la implacable Margaret Thatcher y sus vampíricas ideas prevalecen entre nosotras.
¿De qué sirve que las instituciones públicas se disfracen de arcoíris cada junio y se organicen Olimpiadas internacionales jotas, si el Estado no hace nada por dar justicia a asesinatos, discriminación y abusos cometidos diariamente sobre las personas que viven fuera del esquema de la familia tradicional?.
Basta con hacer memoria y recordar los discursos ultraconservadores del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien durante la pandemia dijo que le consultó a la virgen qué debía hacer. Discursos televisados que son una afrenta contra nuestra inteligencia.
La Iglesia Católica es aterradora, porque de la mano del sistema capitalista y el Estado tejen la lengua y las acciones de la guerra, el consumismo y la depresión colectiva. Mark Fisher nombró a este sistema consumista insaciable como hedonismo depresivo.
Carmensita, la monja, le pregunta al Conde ¿Qué tiene planeado destruir en su nueva vida? Y, El Conde, decide permanecer en América Latina porque afirma que los izquierdistas más peligrosos se encuentran en América Latina. Veremos.
Las secuencias en las que los personajes sobre vuelan ciudades y campos abiertos son hermosas. La película está fotografiada en blanco y negro. La iluminación en interiores es teatral y focalizada; las fuentes de luz fría provenientes de lámparas, candiles o tubos fluorescentes, aparecen en cuadro deliberadamente e iluminan las escenas en altos contrastes.
Por decisión propia, no soy el tipo de persona que mi madre católica esperaba que fuera: reprimida, dominada y sufridora; valores que se le atribuyen a la respetable mujer católica. Mujer que sólo alcanza la santidad manteniéndose virgen, alejada del gozo carnal y distante de la sensualidad en la vida, porque para los católicos el sufrimiento purifica.
Me doy cuenta de que muchas mujeres de mi generación fuimos criadas por versiones latinas de Margaret Thatcher, el tipo de personas que se atreven a decir despectivamente que una mujer, por ejemplo las divorciadas, son unas putas. Nunca permitiré que alguien se refiera, de manera peyorativa sobre otra mujer, como una puta. Entre nosotras podremos afirmar que somos muy putas, pero en sentido positivo y gozoso, con todo el disfrute del breve cuerpo que habitamos. Comprendo otra acepción de puta: la de la trabajadora sexual que ejerce un oficio respetable.
Repito, jamás permitiré que mencionen frente a mí que una mujer es una puta, no en sentido peyorativo. Hace poco un individuo se refirió sobre una mujer que conozco de esa manera, dijo: es una puta y una arpía. Vivimos una época dura, todavía hay demasiadas Margarets Thatchers entre nosotras. A veces, incluso, disfrazadas de punks de boutique, reggaetoneras o modernillas. No sé por dónde empezar a vomitar la formación católica y conservadora que recibí en casa. Necesito volar sobre otras ideas. Quiero aprender a hablar, a pensar y a dejar completamente atrás esa religión católica, milica, asociada al libre mercado, capitalista y exterminadora.
No me hablen de principios o integridad. Todas cometemos errores todos los días, pero todos los días generamos células nuevas y es necesario que colectivamente desarrollemos emociones, ideas y nuevas formas de organización sin depender del Estado, las ideas fascistas, la broma de la democracia y las instituciones que tanta sangre nos han robado.
El Conde, 2023
Dirección: Pablo Larraín
Guión: Guillermo Calderón y Pablo Larraín
Reparto principal: Jaime Vadell, Gloria Münchmeyer,
Paula Luchsinger y Alfredo Castro
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=enPp-qa6u3s
Referencias: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna/article/view/16070/23032
Alejandra Arreola. Vive y trabaja en Guadalajara, MX. Estudió Artes Audiovisuales, es ama de casa y autora de los libros de poesía California Love (t-e-e) y Nombre de fantasía (Herring Publishers). Ha publicado en las revistas Luvina, Replicante, OndaMX, low-fi ardentía, grafógrafxs y El Septentrión, entre otras. Desde 2013 coordina programas de experimentación artística y pedagogías expandidas en museos, espacios independientes, bibliotecas y casas hogar. linktr.ee/a.arreola.audiologa