Inventario de emociones
Prenso los párpados con los dedos y los cierro como persianas. A ver si logro retener el sueño.
─Cómo si se tratara sólo de cerrar los ojos ─me dice el iris.
─Tú cállate y duérmete ─le contesto.
─¡Pero no le grites! ─replica la nariz─. ¡Cómo si no supiéramos que tú tienes la culpa de que nadie pueda descansar!
─¿Por qué yo?
─Y todavía se hace la que no sabe, pues por andar mandando adrenalinas
innecesarias ─dice la oreja.
─¡Que todos se duerman, menos la garganta, porque con esos rugidos de león, hasta el colon se despierta! ─dice uno de los dientes, provocando la risa de todos. La mía incluida.
─¡Y tú de qué te ríes! ─le grita la garganta al estómago─, si también pareces la banda desafinada de Tlaltequiya. Volvemos a reír.
─¡Cállense, creo que ya llegó! ─apunta el seno derecho.
─¡Rápido cerebro, bloquéanos! ─pide, desesperado, el paladar.
─¡Uy sí, como si fuera yo el esfínter! ─le contesta éste.
─¡Pues haz algo! ─le ruega la barbilla.
El cerebro se acomide y lanza impulsos nerviosos a la mano derecha, que comienza a repartir manazos a diestra y siniestra.
─¡Ya, no seas payaso! ─le reclama una de las mejillas afectadas.
─¡A quién se le ocurre ponerse a jugar en estos momentos! ─lo regaña
el pulmón.
─¡Me falta oxígeno, me falta oxígeno! ─grita desesperado el cerebro.
─Pues para que veas lo que se siente ─dice el sistema circulatorio.
─¡Ash, tenían que salir otros con su babosada! ─murmura la espalda.
Yo vuelvo a cerrar los ojos que se abrieron, no sé bien, en qué momento.
─¡Corazón, aviéntate una rumba! ─gritan los pies.
─Si se trata de dormir ─no sean tontos.
─¡Y a ti quién te habla!
─No seas majadero.
─Yo tengo ganas de ir al baño.
─¡Elisa, estira el húmero que ya me estoy acalambrando!
─¡Hazte para allá!
─¡Carajo, ya cállense! ─les digo mientras ruedo hacia la pared, pegando las piernas al pecho.
El rechinado de la puerta y el sonido de los pasos tallando la alfombra en dirección de mi cuerpo, bullen en cada uno de mis órganos y sistemas.
─Amor, ¿estás despierta?
Silencio absoluto.
Círculo al vacío
I
Lo mismo que antier y ayer. Das vueltas por la casa, recorres la estancia, la recámara, el estudio, para terminar, como siempre, en la cocina. Abres el refrigerador y sacas el traste repleto. Muerdes sin ganas la carne blanda, sin un mínimo de hambre que pudiera justificarte. Sigues recorriendo; el jardín, el comedor, los pasillos. Nadie te ha visto. Nadie se ha preocupado por tocar tu gorda existencia. Tus pies se vuelven cómplices y te llevan sin pensar, otra vez, a la cocina. De la alacena bajas la caja de colores y comienzas a masticar como autómata, fija la mirada en la puerta que sigue abierta. Una vez comenzando no puedes detenerte, tomas lo que tengas enfrente y te lo comes, con prisa, sin fijarte de qué está hecho, hasta que el estómago y la conciencia indican que es suficiente, que no les cabe nada más. Ya no son tus manos, ni tu boca, no eres tú frente al espejo. ¿Importa? No, no importa porque ya no necesitas nada, estás llena, colmada de gracias.
Es generalmente al traspasar el umbral cuando comprendes que lo único que no sabrás cómo quitarte, es esta terrible sensación de haber comido tanto.
II
La culpa no te abandona, la arrastras por la calle; no se puede ocultar, la llevas en las mejillas abultadas, brillantes de grasa que se engrosa hasta casi esconder los ojos, los sueños posibles, en el cuello, en la cintura. Eres una masa grave que avienta sus tentáculos y no deja más que un hilo de sebo sobre la banqueta. La blusa holgada y el color negro no sirven de nada, sólo consiguen adelgazarte la confianza. ¿Alguna vez tuviste amor propio?… Y debes pasar frente a todos. Tu cuerpo enorme no es suficiente para esconderte. Y tienes que mirarlos con tus ojos de cerdo, empequeñecidos, a punto de chillar en el matadero. Sería mejor que te rebanaran y te vendieran en pedazos de lengua y dedos… reventar las venas. Pero para eso se necesita coraje, y tú, ¿acaso tienes idea de lo que eso significa? Recurres entonces a tu chispa y lanzas tu voz, payaso de circo. “Qué simpática es la gordita.” Pero hay que alejarse porque la obesidad se pega y es de mal gusto y siempre sale sobrando.
III
Al regresar a casa podrías sentirte a salvo; alivio de coyote que encuentra escape de la jauría. Pero estás enfurecida porque tu error comenzó esta mañana cuando te levantaste. Te odias, ¿no es cierto? Sí, cómo te odias y eso merece un castigo. Castígate, retaca tu cuerpo gordo al cabo que no puede estallar. Así, así hasta que hartes tu existencia de maldiciones, hasta que la boca se te llene de desesperación y no puedas deglutir ya el bocado. ¿Te das cuenta que estás vencida por doble parte? ¿Eres demasiado ingenua o demasiado idiota para no reconocerte, para no saber que la carne rebosante se viste de engaño para seguir creciendo? Te has traicionado otra vez, y el asco que sientes por ti asoma por tus ojos. Pero te queda la noche, la noche que no tiene forma ni dimensión y la sábana que puede ocultarte toda, tan delgada como el hilo de esperanza que asoma en la oscuridad.
IV
Mañana será diferente. Mañana amanecerás más fuerte, más delgada. Amada por todos.
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Carmen Gamiño: (Cuidad de México 1966). Bióloga, escritora, promotora y gestora cultural. Desde 1995 radica en el estado de Morelos; a partir del 2003 se ha dedicado a recorrer sus comunidades impartiendo talleres y capacitación de fomento a la lectura, a la escritura y cultura de paz, a niños, jóvenes y adultos. Ha merecido diversos reconocimientos en poesía, narrativa (cuento) y cuento infantil, entre ellos: Premio de poesía XXXVI Juegos Florales “Anita Pompa de Trujillo” 2008, de carácter nacional y estados fronterizos de la Unión Americana, otorgado por el Instituto Sonorense de Cultura. Poemario publicado por Tintanueva Ediciones en 2017: Apuntes para mi madre.
Primer lugar en el Octavo Concurso de Cuentos de Alebrijes, Museo de Arte Popular, noviembre de 2014, México. Cuento publicado: Panes y horizontes. Primer lugar en el Primer Certamen Nacional de Cuento Breve “Los mil y un insomnios” convocado por el Centro Toluqueño de Escritores A.C. mayo de 2017. Libro publicado: Biografía dormida en un doblez. Mención honorífica en el Concurso de Minificción Edmundo Valadez 2019, convocado por el INBAL. Libro: Reiteraciones de Caperucita y otros universos paralelos.
En su labor como tallerista y capacitadora, ha generado artículos de fomento a la lectura y a la escritura, así como libros que reflejan su trabajo y la creación de los niños en diversas comunidades del estado de Morelos.