DÍAS DE ESCUELA
Cuando uno pasa ante un colegio,
aunque no haya niños,
escucha sus gritos.
Parecen jugar,
pero hay tantos ojos
sobre su pulido mármol,
que hasta el viento solloza.
Se encuentra uno ante un espejo:
esos niños son los de otros septiembre.
No hay quien evite esta catástrofe.
Bracear para no ahogarse,
cuando uno pasa ante un colegio.
Solo eso cabe.
(De “Diego contra la oscuridad”, editorial factoriadelarte, 2014).
EN ESTE POEMA LA CULPA DE TODO LA TIENE LA MUJER
En memoria de todas las mujeres
víctimas de la violencia de género
¿Llegará hasta las almas este mi dolor?
¿Se hará tangible este martirio como los
otros donde hay violencia y sangre…?
MERCEDES PINTO (“Él”)
Ella disponía de sucesos pasados
a su alrededor,
como cartas de una baraja maldita
en los bolsillos del delantal.
Su madre no denunció. El párroco le dijo que aguantara
junto a su marido.
Su prima no denunció.
Se avergonzó cuando el policía del puesto,
sin querer,
le hizo sentir ridícula.
Su compañera de piso,
que se casó joven,
no denunció.
No quería abandonar el pueblo,
su madre estaba enferma.
Su mejor amiga no denunció.
“Por mis hijos, que necesitan un padre”, dijo.
La dependienta de su panadería
no denunció, tuvo miedo
de ponerse a todo el pueblo en contra.
Así que –llegada la hora-
tampoco ella denunció.
El mismo día en que la mató su novio
en el bar del al lado escuché:
“Es que no había presentado denuncia,
parece mentira”.
Esta última mujer
también fue declarada culpable
de su propia oscuridad,
y hasta una tertuliana
usó su muerte
queriendo probar en prime time
que la Ley no sirve para nada.
Pasados unos meses
se convirtió en dato estadístico.
Así, ya con forma de dígito,
fría como todos los números,
había llegado más lejos
que todas las demás mujeres del poema.
(De “Mobiliario básico”, editorial Ediciones en Huida, 2018)
GUERRA PREVENTIVA
Para José María García Linares
La muerte de mi padre
me reclamará un poema.
Solo espero
que no sea hoy,
aún es él demasiado padre
y yo demasiado hijo.
Humean todavía brasas jóvenes,
permanece el vehículo accidentado
esperando una grúa, en la calzada;
los soldados no regresaron nunca a casa,
y un niño en su habitación se enfada,
ajeno a la cortedad de la vida.
Lágrimas en un viejo cenicero,
silencio de guerra fría
bajo la mesa que nos vio luchar.
Solo espero
que me duela,
que no finja el vacío que dejará
en un instante,
que no me llegue tan pronto
su marcha,
que bese su cuerpo inerte
sin asumir la gravedad de su ausencia;
que me acuchille su pérdida cuando lo pierda,
y no después.
Que no me asalte el dolor tan tarde
que apenas me queden recuerdos suyos
ni pueda imaginar cómo me mira ahora.
Que no sea demasiado tarde
para abrazar su cuerpo inmóvil,
para entregar las armas,
que no sea entonces
tan solo una foto
que no logre siquiera mirar.
****
Debieran los padres
mutar a ancianos
antes de despedirse de sus hijos,
ser los niños que fueron sus vástagos
y que éstos alcancen a acunarlos
a modo de amorosa venganza,
de retorno de los días de colegio,
hijos llevándolos ahora a ellos de la mano
convertidos en banco de parque,
acudiendo por la noche cuando llamen,
acariciando su cara cuando se asusten.
No debieran morirse los padres
sin haber pasado por abuelos,
firmado el armisticio sin rencores
de modo que el olor del tiempo
no exaspere,
ni su falta de apetito.
Dos adultos reencontrándose,
dos niños –por finiguales
en miedos,
jugando juntos,
esperando la hora.
Hijos
perdonándolo todo,
pasando una página que era de hierro,
olvidando
hasta lo ingrato de su olvido,
los ceños fruncidos y las lágrimas.
Que mientras la espalda del padre
va cayendo
y menguando el aire que ocupaba,
pueda el hijo obviar la propia herida,
decirle “no pasa nada”,
sonreír sin la doblez de la batalla,
ir cantándole al oído,
besarle en la frente,
redimir al que lo aupaba
en la cabalgata de Reyes,
mientras se duerme en sus brazos
seguro de que valió la pena el viaje;
dibujando la sonrisa perdida,
cerrando los ojos
para siempre.
(De “Mobiliario básico”, editorial Ediciones en Huida, 2018)
TABLAS DE MULTIPLICAR
Dos por uno, dos.
Dos por dos, cuatro.
Mi hijo repite
el mantra sistémico,
como letanía de sumisión
que se disfraza sin aviso
de dicha de centro comercial.
Dos por tres, seis.
Dos por cuatro, ocho.
Mientras él va cantando,
yo voy borrando de su cuello
las huellas tenues
de sus primeros yugos.
Dos por cinco, diez.
Dos por seis, doce.
Pero yo mismo
cuando acabe su jornada,
luciendo un collar dorado
bien atado a mi nuca,
con mis propias manos, sí,
lo sentaré ante la televisión.
En la primera fila de bancos
de este inmenso polígono industrial.
¡Qué absurdo pensar que nuestros hijos
serán menos esclavos que nosotros!
Mientras sigan las pantallas encendidas
tampoco oirán el canto de las gaviotas
y heredarán nuestros órganos amputados.
Dos por siete, catorce.
Dos por ocho, dieciséis.
Y llegará la muerte, sí.
Aunque no quieras hablarle de ello.
Dos por nueve, dieciocho.
Dos por diez, veinte.
(De “El gol de Iniesta y otros éxitos radiofónicos”, editorial Versátiles, 2021)
PLÁSTICO E HIJOS
(Playa del Porís, Santa Cruz de Tenerife. Agosto de 2017)
Tú dale al mar bolsas de plástico,
él te devolverá los navajazos;
minúsculos pedazos de veneno
alojados en la tripa de los peces
para que tú te los comas.
Quizá la venganza sea en verano:
briznas tóxicas de todos los colores,
macabro confeti adornando
todos tus paseos por la playa.
Todo occidente estará de resaca.
Cuando tu hijo toque a la puerta
ya habrán quitado la música.
Alguien le dirá que eche una mano
y se ponga a recoger nuestra basura
por un sueldo de miseria.
Enjoyadas señoras –entre tanto–
cogerán sus abrigos de pieles
del perchero, entre risas.
Mientras llega la policía
-o la muerte-
mira,
tu hijo,
que haga algo.
(De “El gol de Iniesta y otros éxitos radiofónicos”, editorial Versátiles, 2021)
Nació en Granada (aunque se crió en Alicante), reside actualmente en Santa Cruz de Tenerife. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (con especialidad jurídico-empresarial CEU-San Pablo), pertenece al cuerpo superior jurídico del Estado de Letrados de la Administración de Justicia. Ha publicado los poemarios Diego contra la oscuridad, editado por factoriadelarte (Tejina, Santa Cruz de Tenerife, 2014), Mobiliario básico (Ediciones En Huida, 2018), Rutina de volar (Ediciones En Huida, 2019) y El gol de Iniesta y otros éxitos radiofónicos (editorial Versátiles). Poemas suyos están incluidos en diversas antologías. Es coordinador del encuentro de poesía de la conciencia crítica Voces del extremo en su edición de Tenerife, junto a José María García Linares y Ernesto Suárez. Profesor titulado de piano (grado medio) por el Conservatorio Superior de Música de Alicante, ha formado parte de varias bandas de rock en Tenerife, como teclista.