Porfirio Díaz es una de las figuras políticas mexicanas que aún después de más de 100 años de muerto sigue removiendo las entrañas tanto de quienes avalan sus actuaciones, como de aquellos que siguen odiándolo.
A través de la historia se le ha dibujado como villano y hasta héroe, sobre todo por la importancia que tuvo en la derrota de Napoleón III, sobrino de Napoléon Bonaparte, además del inicio de una prosperidad económica.
Durante sus nueve mandatos presentó a dos primeras damas, una de ellas fue su sobrina Delfina Ortega Díaz, quien nació en Oaxaca en 1845, resultado de una infidelidad de su madre, Victoria Díaz con Manuel Ortega, una de los científicas más importantes de ese estado.
La vida de esta mujer estuvo marcada desde niña. Manuel Ortega, su padre biológico, no la reconoció legalmente porque se encontraba comprometido y estaba a punto de casarse. Por eso la hermana de Porfirio Díaz la abandonó frente a la casa de Tomás Ojeda, quien se convertiría en su padrino.
La menor fue bautizada como hija de “padres incógnitos” en la Catedral de Oaxaca, según consta en los archivos históricos de esa entidad, sin embargo, Delfina se crió junto a su madre ayudándole a la abuela (madre de Porfirio y Victoria) en las labores domésticas.
El dictador la conoció recién nacida, cuando ella jugaba con sonajas y muñecas. Con el paso del tiempo algo de ella lo cautivó y comenzó a enviarle cartas, muchas de ellas escritas durante la batalla del 5 de mayo de 1862, hasta que el 18 de marzo de 1867 le pidió matrimonio, y en abril se casaron. En esa fecha Delfina tenía 22 años y él 37.
La boda no fue fácil porque se vinieron todo tipo de problemas, uno de ellos obviamente era que eran familiares y Porfirio terminó pagando una multa por dispensa de sangre. El matrimonio religioso no pudo realizarse en ese momento.
Se ha logrado documentar por parte de historiadores, que la luna de miel de Porfirio y Delfina fue en Tehuacán, ubicada en la actual calle Reforma Sur, la cual previamente había fue alquilada para él.
Como si se tratara de una novela, Díaz obligó a Manuel Ortega para que reconociera a Delfina como su hija y a cambio le regaló una senaduría. Duraron casados 13 años y tuvieron ocho hijos, de los cuales únicamente dos superaron la mayoría de edad.
La historia terminó mal cuando poco después del último parto, Delfina falleció por anemia congénita, pero antes de eso, el dictador decidió casarse con ella por la Iglesia. Finalmente Delfina murió el 8 de abril de 1880.