Insomnio
Hago la noche a secas
sin reto ni inspiración
Quisiera arrullar los ojos hasta cansarlos
nubecitas negras que los sostienen
El colchón tiene dos lados derechos
donde mi espalda aún levita
La luna no es poesía
apenas una mancha amorfa y desgraciada
Me acaricio en este duermevela
que es mitad humo, mitad ceniza
Poema común
Me han dicho que despierte más temprano
para aprovechar la luz del día
y me pregunto ¿cuál luz? ¿Cuál día?
En mi cama tengo lo que necesito
suficiente demostración de lástima
la pena que siento por el mundo
Acicalo mis patillas detrás de las orejas
como si fuera a retratarme algún milagro repentino
Lo único que veo es un zanate pequeñito
Brincando obstáculos al ras de mi ventana
Dios, conviérteme en un pájaro despreocupado
Una mosca, una piedra de río
Exenta de saberme humana
Sopor-te
Resisto
porque mis padres no vendrían a verme
El loco a los tres días también apesta
es por eso que resisto
como el clavo flojo de la esquina
del que pende la malograda foto familiar
Ningún amor tendría misericordia
de cuidar mi corazón como antes no lo hicieron
No quisiera el agua potable
como privilegio de quien ha vivido en la miseria
No merezco el anonimato
No merezco el abandono
Prefiero trasnochar con el cristo arriba de mi cama
que la cita próxima con el verdugo
Es mejor que reprimas
No llores
No grites
No ardas en tu propia hoguera
No juzgues
No odies
No maldigas la duda y el cansancio
Sé fuerte con placer adolorido,
pero sé fuerte, aunque no puedas
Dime, obsolescencia
Canalla sociedad de todos, menos mía
¿Quién querría una bestia libre?
Censurar como he venido al mundo
De boca trémula y sentimientos anchos
Esto soy y nada más
Fuego tibio de perecer
No cometas por error la vida
La antesala del llanto
Llorar hasta curar el trauma y la melancolía, eximir la primera culpa del tiempo y la estupidez de mis antepasados. Mi cubil se ha llenado de lágrimas que no son mías; herencias plañideras.
Llorar como Magdalena, sin pecado ni crucifixión. Benditos mis ojos redentores y humanos, que guarecen el sentimiento más puro.
Llorar como el mendigo de espíritu, el condenado, quien se resigna a todo pudor y caridad. Que nadie juzgue el drama de mi duelo.
Llorar hasta que aparezca en la cartera, un billete que apremie el sentido de la vida; barullo de suerte. Necesito el trabajo tanto como el agua y la dignidad.
Llorar para seguir llorando, tal vez de orgullo para la próxima. Compro y vendo sollozos.
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Poeta, socióloga y bailarina mexicana. Realizó estudios de licenciatura en Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Autora del poemario La pureza de la luz (2021). Ha participado en diversos proyectos literarios, como en la lectura de su producción poética en la FIL (Palacio de Minería, 2018), entre otros.