Por Sara Rivera López
A partir del Romanticismo, se promovió la idea de que las personas que son artistas eran “seres excepcionales”, “especiales”, “buenos” o “mejores que otros”. Sin embargo, basta conocer un poco la historia literaria para deconstruir esta idea en el imaginario moderno. De igual manera, las redes sociales, por ejemplo, nos han mostrado que cualquier persona puede escribir y plantear un punto de vista. Asimismo, la vida de autores antiguos y modernos como Pablo de Tarsos, Miguel de Cervantes Saavedra, Miguel Hernández, Oscar Wilde o Herman Block, dan cuenta de que la creación artística no nace de prometeos, sino de seres comunes que viven circunstancias a veces excepcionales, que llevan al papel.
Así recordamos a un autor de la antigüedad, Pablo de Tarsos, quien escribió desde la cárcel romana diversas epístolas que, no sólo hoy en día siguen siendo leídas por millones de personas alrededor del mundo, sino que forman parte esencial del protestantismo moderno. Cartas como Filipenses, Colosenses o Efesios recogen los albores de una formulación teológica tan poderosa que postuló las directrices culturales que serían columna vertebral del mundo occidental durante 1500 años y de cientos de millones de personas en la actualidad.
Hacia 1597, Miguel de Cervantes Saavedra fue encarcelado en la ciudad de Sevilla, cuando era recaudador de impuestos. En las celdas de esa ciudad, comenzó a escribir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605). En su prólogo comenta: «¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados por otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?» (FOTO EDICIÓN DEL QUIJOTE). Ahí, con el tiempo por aliado, redactó parte de su obra cumbre, considerada por la crítica hispana como ejemplo de la novela moderna, de ahí su importancia.
Durante el siglo XIX, Oscar Wilde escribió De profundis (1897) en la cárcel, esta obra es en realidad una epístola dirigida a su antiguo amante, el joven poeta y escritor inglés Lord Alfred Douglas, quien lo denunció por difamación, al no reconocer que realmente tenía una relación amorosa con Wilde. Del juicio promovido por el amante, aconteció la desgracia de Wilde al caer en las penitenciarías de Holloway, Wandsworth y Reading. El autor irlandés, luego de una exitosa carrera, fue llevado a juicio y acusado por el delito de sodomía y sentenciado a dos años de prisión. Sitio donde escribió De profundis.
Miguel Hernández (1910-1942), poeta español, tomó partido con la resistencia española durante la Guerra Civil. Al terminar la gesta, y tratando de salir del país, fue apresado en la frontera con Portugal. El cargo fue formar parte de la resistencia, por lo que fue condenado a pena de muerte, misma que no se ejecutó, sino que se le conmutó por la de treinta años, que tampoco cumpliría porque enfermó de tuberculosis en la prisión de Alicante, sitio donde murió en 1942. Sin embargo, ahí concluyó su Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), obra poética de influencia barroca visible.
Otro más actual es Wole Soyinka (Abeokuta, 1934), escritor nigeriano y el primer africano en conseguir el Premio Nobel de Literatura en 1986. El narrador fue arrestado en 1967, durante la guerra civil de Nigeria por haber escrito un artículo en el que abogaba por un armisticio. Fue acusado de conspiración y sentenciado a 20 meses de prisión. Fue liberado en 1969. De su experiencia en la cárcel escribió El hombre murió (1967) relato que trata la experiencia adquirida y Lanzadera en una cripta (1969) poemario que fue publicó hasta 1972.