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Poetripiados

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Cánticos fecundos y al viento. Insospechado es el viaje de los poetas

Hoy presentamos a Mercedes Roffé, Jorge Aulicino y Mónica Sifrim

Por Catalina Boccardo / 26 de abril de 2024

MERCEDES ROFFÉ

Selección de poemas del libro Composición: cristales (Buenos Aires, Salta el Pez, 2023)

PARTE 1

I.

Se trata de sortear

la tentación de anclarse

el rojo va camino del azul

los ídolos se desmoronan

la duda arrecia…

A veces

vale olvidar también.

Vencer o huir no es el dilema.

IV.

Todo lo recorrió

mares,

penínsulas,

bosques de alerces, de sándalo,

de arrayanes,

llanuras, valles, montes,

ríos,

continentes

y todo, siempre, todo

a punto

de caer

VIII.

Tus periódicos mienten

tus ángeles mienten

tu ciencia miente

tus números mienten

el agua y los colores mienten

Avelina miente

Ai Wei Wei miente

y este papel y esta noche

y estas palabras

y estos vacíos

estos planos

estos círculos

estas hilachas de luz

estas gotas de sangre

vieja

y estos árboles y estos ríos

pero Avelina no miente

Ai Wei Wei sí

IX.

Los niños son como islas.

Nada nos separa de ellos más

que su amor por los colores.

XIV.

Cuando un barco no sabe de dónde

van a soplar los vientos

multiplica

el color de sus velas.

PARTE 2

III.

Ahogado el grito, ruge el silencio en la selva de un cuerpo que no es tuyo. Un pez raya, una máscara, un águila-nube, se asoman a aquello, extremo y blando y soluble, que te lleva y los lleva a instancias que no son de aquí.

VI.

                  Las tasas de interés parcial del 0% anticipan una capacidad de recuperación que repuntará en los meses siguientes a cualquier hecatombe, física o moral, económica o humana, regional, planetaria o sideral. La cuestión será no detenerse. Seguir el ritmo de las devaluaciones, los bonos, los mercados, la prostitución, la trata, el tráfico de niñxs, de órganos, la droga, la Iglesia, los clubs de pederastas, las bienales, los premios, las ediciones piratas… Lo importante es que sigan. Ya les avisaremos cuándo parar. Pero por ahora sigan. Sólo asegúrense de dejar a sus mascotas en casa. Eso sí es importante. Y no parar.

IX.

Entonces dijo:

Escribir es viajar a una insospechada dimensión del silencio. Como callar cantando.

XIII.

La duquesa no paseará en su berlina hoy. Las flores se marchitan en un vaso olvidado hace tiempo. Von Karajan salió una vez con una mujer negra –una contralto etíope; una belleza. No llegaron a nada. Pero por décadas y décadas siguió mandándole cartas, flores… y grabando discos en su honor. Se habló de acoso. Muchos dicen que fue sólo amor.

MERCEDES ROFFÉ (Buenos Aires, 1954). Publicados originalmente en distintos países de Hispanoamérica, libros suyos se publicaron en traducción en Italia, Inglaterra, Quebec, Brasil, Francia, Rumania, Líbano y Estados Unidos. Ha publicado también dos libros de micro-ensayos: Glosa continua (BsAs, Excursiones, 2018) y Prosas fugaces (BsAs, Las Furias, 2022). Desde 1998 dirige el sello Ediciones Pen Press (www.edicionespenpress.com). Entre otras distinciones, recibió los premios a la trayectoria Casa Bukowski Internacional (2021) y Dámaso Alonso (2023), y las becas John Simon Guggenheim (2001) y Civitella Ranieri (2012).Vive alternativamente en Nueva York y Buenos Aires.  www.mercedesroffe.com

****

JORGE AULICINO

El capital

La muerte intempestiva de Tu Fu era debida
—en ejercicio de su dialéctica—
a la presión del capitalismo que desplaza
dos atmósferas por encima del volumen de su cuerpo.

Lo dijo menospreciando mi tendencia al hematoma,
la raíz de los sonidos como de muebles corridos
durante la madrugada en el piso de arriba
en la orilla del sueño —pero que, sabía, eran señales
de otros cuartos en ciudades hundidas—

… el volumen total de su cuerpo que abarca Ficino,
los arcos de medio punto, el semicírculo,
la proliferación de marinas, de ideogramas…

“Lo que quiera usted”, dijo.
“Pero le insisto: no debe dedicarse a la poesía
si no está dispuesto a recibir en su centro mental
el peso de la inflación de mercado
y del repliegue táctico que imbrica
guerras, la soledad de un hombre, las conjuras”.

Estación Finlandia

Libertad es la necesidad conocida. Engels

Y sobre la precisión, y sobre el armado de aquella relojería
que implicaba vidas en las leyes de la historia, el viento de octubre
rugía. Sabés, no era el nido de la cigüeña ni el jardín de los cerezos
sino su luz, la que, derrumbándose, provocaba el desapego,
otra alienación. Ni de fraguas rojas como el cielo
era el porvenir en los ojos de ciervo de los nuevos obreros.

No era lo que se perdía, no. No lo que se ganaba.
Era todo torvo, metafísico, de uno y de otro lado.

Y sobre aquella vastedad del clima al que se abandonaba todo,
tu dedo desde el camión blindado.

No era el jardín, era su luz;
no era el futuro, sino su hueco.

“¡Todo el poder a los sóviets!”, tu dedo.
No ha lugar a semiclimas. Este es el momento,
mañana será tarde, ayer era temprano.
¿Alguno vio que ese momento sagrado de la historia
—lo que va del ayer al mañana— era cimbreante vértigo?
O algo distinto al vértigo. Un momento de nada. Hablando en rigor,
un momento ahistórico (ni los de arriba ni los de abajo pueden vivir
como hasta ahora).

Ciego, entraste en el hueco, sin voces. Y tras de vos, el sóviet.
¿Qué sería ahora de la nueva asamblea? Una torsión en los siglos,
una extrema prescindencia, un cántico vacío, un oratorio, un canon.
A partir de vos, la historia fue irreal. En cierto modo —en un modo,
en el único modo—,
dejó de ser historia. Fue de nuevo el páramo duro de la religión,
no humano.

En tus secretas charlas con Hobbes, resolviste la partida de
esta forma:
Si los dejamos librados a sus intereses, estos potros desnudos,
hambre y fusil,
van a la organización, al gremio, a la palabra hecha objeto:
salario, salario.
Nuestra luz, amasada en alguna comarca de la lógica,
en un sitio atestado,
revelará el destino que calzaremos como un guante de acero.
No pudo con tu cerebro tu cuerpo tártaro. Paralizado, mudo,
dictabas todavía cartas
al Comité Central.

Pero todo había cambiado ya: se organizaba lo rampante
según el dictado
de una máquina de acero que era imposible parar.

En los parlamentos europeos se veían las caras, cara a cara,
pero en el sóviet había caras tan despejadas de engaño que
apenas conservaban
el color del surco, la rojiza luz de los talleres.

Los hombres no fueron tratados ni como cosas: fueron
tratados como ideas.
Y todo el partido, toda la historia, se convirtió
en ideológico erial.
Todo fue irreal, y tragó sangre, madres, olores, el silencio
sagrado del trabajo.
Coraje, Lenin. Borbotea de nuevo el alcantarillado de la historia.
Estos son hombres, estos son hombres, en las vacías ciudades nuevas.
Habemos hombres y chatarra. Hombres que saben
de un modo confuso
de aquel intento de entender, en lucha cuerpo a cuerpo,
de qué son objeto.
Millones quedaron allí, en el descampado sin historia,
por entender la historia,
por cambiar la historia sin entenderla, por trascender lo vano
y lo nuevo.
Millones, por ser en la luz infecunda del cielo.
Millones por vos, por tu dedo señalando lo más privado de historia,
lo nuevo privado de historia: el poder de los sóviets. La libertad.

Comedia. Infierno, 30

No es el Paraíso Perdido, que es solemne de aquí a la China
y no hay un diablo que se le mueva un pelo,
dijo Sologuren mientras ocupaba la banqueta de confesión
en un bar achaparrado sobre alguna colina:

esto lo soñé y me autoriza a hacer público y notorio
mi charla con Sologuren mientras caían mandriles blancos
o cosas parecidas sobre un ángulo tibetano de la ventana.

Sologuren chasqueó los dedos y farfulló y yo le indicaba
que siguiera hablando y él parecía alisar polvo entre
el índice y el pulgar
y lo sacudí varias veces y Sologuren calló como una radio.

Malebolge

Lo peor, la revelación peor, continuó Sologuren, es
que vivimos expuestos a la mirada
de la especie en una banda giratoria modulada, tomados
a la vez por las cámaras
de los noticieros, el registro sociohistórico, el apunte falaz,
la antropología veraniega, el absoluto despropósito —que
en general es como se vive
excepto en franjas respetables de la sociedad—, y el penduleo
de una cosmología
del ápice del macrocosmos al dormitorio y el regocijo
ya aburrido del autoespectador
y sus petates que se captan sobre la mesa y el lavatorio,
como los objetos galácticos
privados o aureolados de una declinante intimidad. Y rodó su frente
como una linterna vacía. Cf. por favor, es cita: Sologuren,
Vida Continua, 1989

Oh, Sologuren al que he bajado como al charco que refleja el cielo,
entiendo que en la chatarra mitológica no te sientes a gusto
y tus árboles blancos me despiden diciendo ve, ve,
no la demasiada realidad:
el trazo exacto es insoportable para la especie humana. Tú lees a Eliot.

Fenomenología del espíritu
[La verdad le habla a Hegel]

La realidad no soy yo,
y en un submarino atómico me dirijo a
mi único campo posible
mi Elíseo,
el lugar donde puedo ser pura
y que es para vos inhabitable.
Me seguirán de todos modos, si no vos,
ejércitos de sombras que se saben a medias,
a medias hechas,
las proyectan las llamas de un círculo de fuego
y están hartas de contemplar sus tardes en una calle
de Annapolis
o de Villa Devoto en Buenos Aires
vestidas con los mismos dorados del sitio adonde voy,
pero traídos allí por el otoño y otros sucesos de
la fenomenología.
Cuánto lamento que nos separe aún este mundo
aparencial,
tan seductor por lo demás,
transitado por la gloria a caballo
y por la gloria del plato en la cocina,
el vaso de vino,
la achicoria.

Julio Aulicino / Crédito: Gabi Salomone

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949). Comenzó su trabajo periodístico en semanarios de izquierda. Se desempeñó luego en agencias, revistas y diarios, incluido “Clarín”, donde dirigió la “Revista Cultural Ñ”. Se incorporó en los años setenta al precursor taller literario de Mario Jorge de Lellis. A medida que publicaba sus libros de poesía, tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Luciano Erba, Franco Fortini, Antonella Anedda y Biancamaria Frabotta, entre otros numerosos autores italianos.

En los años de la recuperación de la democracia, integró el Consejo de Dirección de “Diario de Poesía”. En 2012 reunió sus libros de poemas en Estación Finlandia. Ocho años después publicaría de nuevo su obra poética reunida, corregida y aumentada.

En 2015 apareció su primera versión de la Divina Comedia. Ese año recibió el Premio Nacional de Poesía.

Publicó dos libros de ensayos: en 2021 Poesía y política y al año siguiente, breves trabajos sobre la Divina Comedia, bajo el título El amor que no perdona. Su colección de poemas más reciente es El capital-La lírica (Barnacle).

***

MÓNICA SIFRIM

Grandes esperanzas

“Nos fabricamos un Dios que nos sonríe” Simone Weil
Estaba encinta (Una niña en mi vientre)

Me pidieron “vuelve a fecundarte”

Y por eso
Concebida de un grumo

Y un pájaro de mimbre

Quise
Darme
Nuevamente
A Luz
No sabía qué esperar allí
Pero súbitamente
Me inundaron

Grandes esperanzas

Perturbada
Regresé del sueño

Con dos margaritas
En la mano

(Yo también, me dije, traigo vegetales de mi sueño)
Las margaritas eran

De verdad: podían
Deshojarse por amor

Entonces
Yo deseaba
A un amante
De las cordilleras
Y por él concebía
Grandes esperanzas.

Quería que bebiera
De mi líquido ámbar.

Él
Bebió
Como un
Cosaco
Del cuenco de mi mano
Hasta que en mi sueño
Se quebraron
Esas margaritas
Y otras más
Con el traje de novia
Encendí una fogata
Ardieron
Las puntillas y el festón

En medio de la noche, rasgué el velo
Y escapé a caballo
Horas después
Se escucharon
Voces
Que gritaban
Mi nombre
En la marisma
Accedí a las súplicas
De un anciano andrajoso
Le llevé aceitunas, agua, queso

Ese Hombre
Alentaría
Grandes esperanzas
Para mí
Yo sería por obra
De su gratitud
La bailarina
De una caja de música

Girando siempre
Hasta enardecer
A tirios y troyanos

De mi traje de baile
Encendí una fogata hasta que ardieron
lentejuelas y tul
Y en medio de la noche cabalgué kilómetros a pelo

Pero al amanecer
Oí que me llamaban
De una sala sembrada
De tacitas de té

Un niño me anhelaba, yo lo hacía sufrir
(Lujosa vanidad del desencanto)
Y cuanto más deseo, más desdén
Y cuanto más desdén más agonía

Sobre el suelo pringoso
De merengues añejos
Quebré las porcelanas
Y corrí

Pero días después
En las arenas
El labio blanquecino de un poeta
Musitaba mi nombre
(Poesía me dije, arma de doble filo
Mientras te cicatriza Te desdice)

El poeta me puso a devanar
Pelusas
De un telar extranjero
La lírica
–Explicaba–
Necesita
Grandes esperanzas
Todo el día
Trenzando y destrenzando

Junto al cesto

Extenuada
Apronté mi montura

Pero a poco de huir
Me detuvo la sombra
Del pájaro de mimbre
Que arrojara
Un día su simiente
Para darme a luz.

El pájaro me dijo:

“Las grandes esperanzas son así: te buscan
Son así
Te engullen
Si alguien vierte su ilusión en vos, como en una tinaja
de mosaicos
Serás siempre
Esa germinación
Del ansia ajena”

Y explicó:

“Te estás peinando sigilosamente en la recámara
Y por la cerradura
Alguien vigila
El crecimiento de tu cabellera.
Y hace planes”

“¿Qué ilusión de otros pulsarás como un ábaco?
¿De qué anhelo Aun cuando creías que era tuyo
Serás el instrumento?”

“No hay caballo, no hay ruta, no hay dónde residir
Solo te resta
Escapar por agua
Echada en la cubierta
De una embarcación”
“Mecida por un casco
De roble
Podría diluirse
Tu dolencia en agua
En diálogo amoroso con el agua
Así de cara a Dios”.

Y reveló:
Dos tablones de roble se han clavado esta noche
Para asirte
Un diálogo amoroso con el agua te espera
En la cubierta
Y un dios que te sonríe
Porque adora
Los barcos
“Dios te dio Las palabras.
Dios te dio
Un barco propio
Para alejarte de esta pesadilla

Es hora de saltar”

Great expectations. Título de la novela de Charles Dickens. Fue traducido también como Grandes expectativas.
Olga Orozco
Sifrim, Mónica. El mal menor

Mónica Sifrim (Buenos Aires, 1958). Egresada de la carrera de Letras de la UBA. Publicó: Con menos inocencia (Nuevas Ediciones Argentinas, 1978); Novela Familiar (Ùltimo reino, 1990, reeditado por Hilos en 2012); Laguna (Bajo la luna nueva, 1999); El mal menor (Bajo la luna, 2008); El talante de las flores (Hilos, 2014) y Un barco propio (Ediciones Cienvolando, 2018). En 2005 obtuvo el Primer Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires por El mal menor. Algunos de sus poemas fueron traducidos e integra diversas antologías argentinas e internacionales entre ellas Doscientos años de poesía argentina (Alfaguara 2010). Recibió la beca del Fondo Nacional de las Artes para Creación en Poesía en 1997 y la Beca Fulbright en Letras en 1999. Ha leído sus textos en numerosos festivales y en prestigiosos ciclos de poesía. Actualmente, dicta talleres de escritura creativa y lectura en poesía y narrativa. Además, es la directora literaria de Ediciones Cienvolando.

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