II
Le pregunté al Mesías sobre su llegada:
«Hoy resucité puro como un cordero
de entre tu manada de lenguas
porque ayer morí
y tu lluvia germinal
me volvió a sembrar semilla
sobre tu vientre de barro.»
Respondió sin darme cuenta
del ángel
que mientras conversaba
lo vestía con los harapos
del secreto cósmico,
voluntad creadora:
vestido del soplo
que sopla al misterio sexual
de quienes dispersan con su aliento
el polvo fértil de los muertos.
III
Bajo el universo y tus ojos titilantes a años luz.
Bajo la sombra del artista
que salpica de negro el paisaje.
Bajo el Altísimo
que bautiza mi cuerpo con la aspersión
de sus riachuelos,
se encuentra el poeta.
El cuerdo sin cuerdas
que tañe el esqueleto de la razón.
IV
Prefiero descifrar las partituras
de las cigarras:
grillos,
cuervos,
gatos negros,
que no siguen la línea tensa
dibujada por el tiempo renacentista.
«¿El espacio abierto de tu amor existe?»
Me preguntó el tiempo atusando su bigote gris.
El llamado
Hay un extraño que toca a la puerta,
acaricia el timbre y rasga la madera.
Hay un niño que grita mi nombre.
Hay un joven que grita mi nombre.
Hay un anciano que ignora mi nombre.
Entre ellos, un sueño que tengo
y me ayuda a no escuchar el llamado.
Es tarde.
Es temprano.
Es lluvia.
Es un día en el que no abro la puerta.
Los hijos del Rey Nayar
Para la tierra de jaguares y sueños
(el nuevo despertar)
El jaguar rugiendo entre la sierra el artesano que teje su historia
la arena de San Blas entre mis dedos.
Un amanecer visto desde el cerro de San Juan un istete así de dulce como su temple.
El andar vacilante de un niño entre sus calles un pescado zarandeado en la riviera
el son de la negra desde el pecho de cantantes.
Mi tierra son las ganas de triunfar de llevar su nombre entre mis pares
contarle al mundo que no hay lugar mejor para dormitar el alma y respirar paisajes.
Seres de hierro que no se rinden desde el salir del sol en el campo,
hasta la gélida noche entre cañaverales.
Así es la tierra de guardianes de pluma, así es el cielo de venados azules,
así es el barro que esculpe a los hijos del Rey Nayar.
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Georgina Parra nació en Nayarit, México. Es coautora del libro “Tlaxcala tiene la palabra” (2020) publicado por el Instituto Global de Comunicación y Expresión Pública y del plaquette literario “Vida, muerte, complicidad” (2016). Representante de México en editorial Casa Bukowski Internacional (Chile), Premio de Poesía Amorosa del Estado de Nayarit (2022), Premio Nayarita Destacado del Año (2017 y 2020), Fundación Cultura y Desarrollo A.C. En el pórtico de lo sensible (Ala Ediciones 2022) es su primer poemario publicado.