Yumiko Otomasu es poeta, ensayista y editora japonesa, miembro de la Asociación de Escritores de Japón, activa en los círculos literarios de poesía contemporánea desde hace varias décadas.
Nacida en la prefectura de Kumamoto, Japón, fue fundadora y editora de la revista de poesía femenina Hi no Naka no Wa (“Círculo en el Fuego”), 1982–1992. Participó en Words for the Missing Letters, una exposición en respuesta al Gran Terremoto del Este de Japón, en 2013. Desde 2017, ha participado de manera continua en The Poet’s Voice Project, producido por Tendo Taijin, que ya va por su 65.ª presentación.
Realizó la exposición Scales of the Dragon, en conjunto con el pintor Toshihiko Ibe en la Galería Switch Point, en 2018. Participó en el XV Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, en 2021, y en la 33.ª presentación de VOEM en el Santuario Watatsumi, Tsushima.
También participó en una lectura a la orilla del río Kawabe, celebrada en el bosque de la Prefectura de Kumamoto en 2023. Participa mensualmente en conciertos benéficos en la ciudad de Hitoyoshi para cafeterías infantiles. Recientemente se presentó en el XV Festival Internacional de Poesía “Ignacio Rodríguez Galván”, en México, en julio de este año.
La poeta japonesa reflexiona sobre el sentido de la poesía y su lugar en el mundo contemporáneo. Desde su primer encuentro con las letras hasta su participación en festivales internacionales, comparte cómo las palabras pueden resistir la violencia, tender puentes entre culturas y mantener viva la esperanza en tiempos oscuros.
A continuación, te compartimos la entrevista completa:
-¿Qué es la poesía?
Desde niña me fascinaban las historias, sobre todo las traducciones de cuentos extranjeros. Sin darme cuenta, empecé a escribir y poco a poco me fui convirtiendo en poeta. Al entrar a la Universidad, comencé a leer muchos tipos de poesía japonesa. Un día, a los dieciocho años, empecé a preguntarme: ¿Qué es la poesía? No encontraba la respuesta y sufría de insomnio. Sentía como si un mundo aterrador se abriera ante mí.
Después de una clase de poesía japonesa moderna, le hice esa misma pregunta a mi profesor. Me respondió: “Lo que tú consideres un poema, es un poema”. Esas palabras me animaron a confiar en mi propia sensibilidad y a tomar conciencia de ella. Más tarde, cuando aprendí la palabra “poésie”, por fin la comprendí. Cuando el alma de la poesía —la “poésie”— reside en las palabras, se convierten en poemas o novelas. Cuando reside en el sonido, se convierte en música. Cuando adopta la forma del color, la línea o la figura, se convierte en arte. Darme cuenta de esto me llenó de emoción. A través de las palabras, continúo mi búsqueda de la poesía.
-¿Cuándo descubriste que querías ser poeta?
Ese profesor me presentó a la poeta Toshiko Takata. Inclinó la cabeza ante ella frente a mí y dijo: “Ella realmente ama la poesía. Por favor, cuídela”. Me sorprendió profundamente. Me pregunté si algún día yo también podría convertirme en poeta. No entendía qué tipo de potencial había visto el profesor en mí. Él también era poeta de tanka y un estudioso de Hakushū Kitahara. Creo que fue por esa época cuando comencé a soñar con ser poeta.
Toshiko Takata era como una “madre de los poetas”, una figura cercana que nos brindaba apoyo y aliento a muchos.
Me uní a un grupo de estudio de poesía que se reunía en su casa y participé en una lectura por primera vez. Fue entonces cuando me di cuenta de que escribir y leer poemas en voz alta era algo completamente natural. Desde mis años de estudiante, he participado en muchas lecturas de poesía. Escribir y leer, en aquel entonces, no sabía a dónde me llevarían.
En cierto momento, me uní a un círculo de lectura e invité a poetas que admiraba a leer sus obras. Aunque podía leer sus poemas en libros, no había tenido la oportunidad de escuchar sus voces. En mi último año de carrera, a los veintiún años, se publicó mi primer poemario. El profesor me envió un mensaje: “Publicar un libro no te convierte necesariamente en poeta”.
Esa fue la primera vez que me pregunté seriamente: ¿Qué significa ser poeta?
A los treinta y dos años, publiqué mi segundo poemario. Esta vez, recibí un mensaje del profesor que decía: “Te has convertido en una verdadera poeta”. Esos once años habían sido difíciles, así que sus palabras me alegraron mucho.
-¿Crees que la poesía japonesa contemporánea tiene suficiente reconocimiento internacional?
Si bien hay muchos novelistas japoneses conocidos en todo el mundo, creo que hay muy pocos poetas con reconocimiento internacional. Es triste que ningún poeta japonés haya recibido un premio de poesía de renombre mundial.
Conozco poetas japoneses que participan en festivales internacionales de poesía celebrados en diversos países, pero rara vez se habla de sus actividades en los medios de comunicación japoneses.
Las formas poéticas tradicionales, como el waka, el tanka y el haiku, siguen vigentes hoy en día. Sin embargo, la poesía japonesa moderna se ha desarrollado dentro de la corriente del modernismo, influenciada por obras traducidas de poetas extranjeros. Formo parte del proyecto La Voz de los Poetas, creado por Tendo Taijin. Entiendo que lo que impulsa este proyecto es su deseo de difundir la poesía japonesa por el mundo. Lamentablemente, casi nunca se han celebrado festivales internacionales de poesía en Japón. Este hecho, creo, es muy significativo y es un asunto serio.
-¿Qué diferencias observas entre el panorama poético de Japón y el de otros países?
Japón es un pequeño país insular, y diría que escribimos poesía en un lenguaje muy particular. Existen diversas comunidades poéticas, pero suelen ser de carácter local. Es una suerte poder leer poemas traducidos, pero estas oportunidades siguen siendo limitadas. Además, contamos con muy poca información sobre la escena poética de otros países. Sin embargo, recientemente, gracias a las redes sociales, se ha hecho posible descubrir poesía extranjera. Incluso ChatGPT puede traducir poemas de forma aproximada.
No tengo muchas oportunidades de hacer comparaciones directas con otros países, pero cuando participé —aunque en línea— en el Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, descubrí a muchos poetas y lecturas maravillosas. Sus poemas tenían una intensa fuerza expresiva.
Más tarde, al participar en el XV Festival Internacional de Poesía “Rodríguez Galván” en Tizayuca, Hidalgo, México, me conmovieron profundamente las palabras de los poemas y la resonancia de la voz de cada poeta. Aunque éramos de países diferentes, el idioma compartido permitió que los poetas se inspiraran mutuamente. Fue hermoso: poetas y amantes de la poesía reunidos, se sentía como si se estuviera creando un espacio sagrado. También me conmovió el respeto que se le tenía a la lengua materna de cada persona.
En la escritura japonesa, usamos tres tipos de caracteres: kanji, katakana e hiragana. Visualmente, esto hace que la forma escrita sea bastante compleja y permite una expresión muy delicada. Al mismo tiempo, dificulta enormemente la traducción de la poesía japonesa.
He oído que muy pocas personas en el extranjero se interesan por la poesía japonesa. No hay muchos poetas que hayan vivido en el extranjero ni poetas japoneses bilingües que traduzcan poesía, pero quienes lo hacen intentan darla a conocer al mundo. A nivel personal, creo sí se dan intercambios entre poetas japoneses y extranjeros.
También creo que muchos poetas japoneses temen que, al traducir sus poemas, se pierda algo esencial y sutil de su obra.
-¿Hay algún poeta clásico japonés que sea especialmente importante para ti?
Sei Shōnagon (c. 966-1025), autora de El libro de la almohada, es considerada la primera ensayista de Japón. Sin embargo, yo creo que es poeta. También siento un profundo respeto por Hakushū Kitahara, considerado el padre de la poesía japonesa moderna. Y Shuntarō Tanikawa, fallecido el año pasado, sin duda será recordado en la historia de la literatura japonesa como un poeta clásico de nuestro tiempo.
-¿Cómo es el proceso de publicación de libros en Japón? ¿Se lee mucha poesía? ¿Hay suficientes editoriales?
Las grandes editoriales solo publican dos o tres colecciones de poesía al año. En cuanto a la publicación de poesía en Japón, la mayoría de los libros de poesía en japonés son autoeditados. Lamentablemente, en comparación con la década de 1970, cuando era adolescente, siento que hoy se lee mucha menos poesía. El número de revistas y librerías especializadas en poesía ha disminuido, e incluso en las librerías generales, las secciones de poesía han desaparecido.
Actualmente hay menos editoriales de poesía. Sin embargo, parece que en las zonas locales, las pequeñas editoriales independientes dedicadas a la poesía están proliferando.
-¿Qué papel crees que debería desempeñar la poesía en la sociedad actual, marcada por las guerras y las injusticias?
Las palabras, cuando se usan con ligereza, pueden convertirse en armas terribles. Pero creo que el mundo de la poesía se fundamenta en la no violencia. Guardo en mi corazón los poemas escritos por los poetas que perdieron la vida en Gaza. Para quienes sobreviven, por muy dolorosa que se vuelva la vida, deseo que mantengan la esperanza.
La guerra y la injusticia son formas de violencia en sí mismas. Ante la violencia, debemos seguir eligiendo nuestras palabras con cuidado, paciencia y valentía. Creo que el papel de la poesía es reivindicar a la humanidad a través del lenguaje: hablar con suavidad, pero resistir con firmeza.
-¿Cómo es un día normal en tu vida? ¿Qué haces a diario?
Cuando me despierto y oigo el canto de los pajarillos, siento alegría. Miro las plantas de mi balcón y salgo al menos una vez al día. Al atardecer, cocino y ceno con mi hija mayor. Hablar con ella es uno de los placeres del día. Soy noctámbula, así que escribo por la noche. A partir de mis notas, empiezo a pensar en qué escribiré después. Últimamente, he estado reflexionando sobre todo lo que aún puedo hacer en el resto de mi vida. Cuando encuentro un libro interesante, lo leo de principio a fin.
Durante los últimos seis meses, he estado estudiando español una hora al día, y una vez a la semana asisto a una clase de conversación en inglés. Disfruto mucho de esta libertad.
-¿Hay algún poeta latinoamericano que haya influido en tu poesía?
A finales de la década de 1970, comenzaron a publicarse en Japón varias obras de literatura latinoamericana, y empecé a leerlas. Me abrieron las puertas a un mundo literario nuevo y maravilloso que desconocía por completo. Me cautivaron las obras de Gabriel García Márquez, la poesía de Octavio Paz y Jorge Luis Borges, y los cuentos de Julio Cortázar. Me impactaron profundamente; fueron una revelación.
-¿Cómo fue tu experiencia creando un espacio para las voces femeninas en la poesía japonesa durante diez años?
Japón ha sido durante mucho tiempo una sociedad dominada por los hombres, y el lugar donde crecí no fue la excepción. Si bien Japón ha ido cambiando gradualmente al ritmo de las tendencias globales, la situación era muy diferente a principios de la década de 1980. Me sentí profundamente unida al título Un círculo en el fuego, que tomé prestado del cuento de Flannery O’Connor. Era una época en la que las mujeres aún no podían hablar abiertamente sobre las presiones y limitaciones que enfrentaban en la sociedad. Al publicar relatos recién traducidos, ensayos originales sobre poetisas y poemas escritos por y sobre mujeres, sentí que estaba creando un espacio propio.
Escribir poesía para cada número y leer las obras de otras compañeras, eran verdaderas fuentes de alegría.
Me llena de orgullo saber que muchas de las mujeres que se unieron a esta revista de poesía, exclusivamente femenina —compartiendo la misma visión— ahora triunfan como artistas contemporáneas, traductoras, poetas, escritoras o líderes empresariales.
-¿En qué estás trabajando ahora? ¿Qué estás escribiendo?
Actualmente estoy creando una pequeña colección de poemas —poemas que he escrito a lo largo de los años y algunos nuevos— traducidos al inglés. También estoy preparando la publicación de una colección de ensayos. Recopilo recuerdos inolvidables de sucesos reales de mi infancia. Esos momentos que recuerdo vívidamente de mi niñez, aunque nadie más parece recordarlos.
Una vez al mes, participo en el Projet la Voix des Poètes y organizo una recitación de poesía de una hora de duración.
Entre las palabras y la voz de la poesía, siempre encuentro nuevos descubrimientos; cada ocasión es única y la valoro profundamente.
Sus libros más importantes son: Esperando el autobús amarillo (Shiyo sha, 1978). Gloxinia (Shoshi Yamada, 1989). ¿Quién está ahí? (Edición privada, 2017). Escamas del dragón: Poemas selectos 1978-2018 / Edición bilingüe japonés-español (Spontan, 2022).
A continuación, presentamos uno de sus poemas:
EL DIOS DORADO
El verano
Abre su gran boca pálida
Prueba bocado en el hemisferio norte
Los labios blancos del sol
Soplan un arcoiris amarillo en el suelo
Sobre un árbol
Una sombra más grande que el árbol se ríe
El paisaje una luminosidad invisible
El esqueleto de una sombrilla que el sol va quemando
Una vida se cierra de golpe
Un árbol aprieta la palma de una mano verde
Por la garganta del verano
Un brazo marrón
Camina tibiamente
La camisa que tiraron en la playa
Que el viento ha levantado y henchido
Espanta las nubes
La silueta de la ropa tendida se ilumina
Bajo el techo
Un instante
Una hilera de dientes largos y brillantes
Ha penetrado las profundidades del sur
Del libro de poesía «Gloxinia» (ed. Shoshi Yamada, 1989)

      
            
            
            
            