Los intrusos
Entran a la casa.
Entran y se van sin llevarse nada.
Algunos me dejan un poema,
otros sólo se toman mi tequila.
La mayoría son viejos.
En otros recuerdo mi juventud
con su caligrafía aún indolente.
No falta uno que se ponga a cantar
y nos despierta.
Son los poetas –le digo a mi mujer.
Déjalos.
Los dos sabemos que resistirse
a estas eventualidades
no tiene sentido,
aunque quizá todos estos desarreglos
nos irán a llevar a una suerte
de abismo,
o en el peor de los casos, a otra clase
de infiernos.
***
Huidobro revisted
Dios le dio el canto a los pájaros
pero nunca fue músico.
Dios levantó las montañas
pero en realidad no es un escultor.
Dios pintó el mundo
en la luz del día y con las sombras
de la noche,
pero no era lo suyo la pintura.
Dios incluso montó el teatro de la vida,
pero ya sabemos que ni las comedias
ni tragedias
le mueven.
Dios es sobre todo poeta, quizá
por eso hay días
en que nadie sabe de él,
de ese pequeño dios olvidado
del mundo
durmiendo
en una nave espacial destartalada.
***
Los endecasílabos desechables
Ya todo lo que queda es un desorden
y una mancha de ternura en la alfombra.
Las dos palabras que dicen te quiero
no bastan, no sirven, no arreglan nada.
Otro nuevo amanecer y no está ella,
si acaso queda una fotografía
y su nombre, un perfecto endecasílabo.
Claro, el amor es una falsa alarma.
Luego uno escribe sin adrenalina.
Luego uno se vuelve a sus días grises.
Luis Alberto de Cuenca, un buen amigo,
sin pelos en la lengua me lo advierte:
-en cuestión de aventuras amorosas
no tiene vuelta de hoja, y no lo dude,
use endecasílabos desechables.
***
Pliego petitorio
Un trabajo tan digno como el de los árboles.
Un descanso tan merecido como el de las nubes.
Los cinco sentidos libres de impuestos.
Una sombra también libre.
Una pensión generosa para los sueños envejecidos.
Bibliotecas, libros, una gran plaza pública
de palabras íntimas.
Un seguro social donde se atiendan
los miedos las desesperanzas
los días donde nada queda en pie.
Un aire limpio de corruptelas
de avaricia
de tacañería.
Vialidades donde puedan circular las locuras.
Repavimentación de las causas perdidas.
Presupuesto para la cultura de la inconformidad.
Patrocinios para el teatro de la vida.
Becas para la escuela de la vida.
Amaneceres sin prisas
en lugar de anuncios panorámicos.
Jornadas de trabajo –puntualizo
como la de los árboles.
Atardeceres donde se invita al misterio
de la noche.
La hora del desasosiego llegando puntual.
Un albergue para los sueños migrantes.
Un refugio para los indigentes del alma.
Que el día siguiente sea simplemente
otro día,
ningún otro.
La conciencia del presente al amanecer.
Sellado con la tinta indeleble del olvido.
Firmas adjuntas.
***
Los artistas
La danza cree que el cuerpo puede hacer arte.
En la literatura se supone que la palabra
puede llegar a eso.
La pintura, la escultura, dejan en manos del artista
esa utopía.
La música, dicen los músicos, es otra cosa…
pero es lo mismo.
Los cineastas
dan risa como esos perritos
que le ladran al automóvil donde viaja el tiempo.
El arte es el invento más ostentoso e inútil.
Tomar conciencia de la belleza es solamente
una locura.
Buscar en el arte una justificación,
no lo es menos.
Los animales se nos quedan mirando
sin entender nada.
Las hienas echan a carcajadas su burla.
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Eduardo Zambrano – Monterrey, México (1960). Poeta, ensayista, traductor. En su vocación por la promoción de lectura de poesía, publica regularmente reseña literaria en suplementos culturales del país, tanto en medios impresos como electrónicos. Entre sus últimos libros destacan Disperso (poesía 2021) y Miscelánea literaria (2024), que es una muestra representativa de géneros como el aforismo, el haiku, el cuento breve. En Oficio Ediciones ha publicado Pasadizos (traducción de poesía), Cuaderno de cuarentena (60 tankas) y dos entregas de notas y apuntes literarios: Las huellas del lector.
Los textos que aquí se presentan, son inéditos de un proyecto de libro de poemas: Las vicisitudes del copista.