Rayuela de Julio Cortázar significa para la literatura lo que The Wall de Pink Floyd es para el rock. Esta es una de las comparaciones más simples, cuando se trata de medir el impacto de la obra en la literatura contemporánea.
Mientras que Rayuela fue la segunda novela del escritor argentino que desarrolló en París y publicó por primera vez el 28 de junio de 1963, constituyéndose en una de las obras centrales del boom latinoamericano y de la literatura en español de todos los tiempos, The Wall no sólo se convirtió en 1979 en el álbum cumbre de la banda británica Pink Floyd, sino trascendió a nivel mundial a través de los años. Ambas obras siguen siendo leídas y escuchadas en todo el mundo.
“A mi se me ocurrió, y sé muy bien que era una cosa difícil, intentar escribir un libro en donde el lector en vez de leer la novela consecutivamente tuviera en primer lugar, diferentes opciones, lo cual lo situaba ya casi a un pie de igualdad con el autor, porque también el autor había tomado diferentes opciones al escribir el libro”, dijo en una entrevista el escritor argentino Julio Cortázar.
La novela publicada en 1963 significó siempre una fuente continua de sorpresas y acepta que nunca pensó que fuera a tener tanto éxito entre los lectores jóvenes.
En 1983, 20 años después de su publicación, recordó que la obra había sido muy criticada en los medios porque al principio no se entendió.
“Para mi gran sorpresa, y mi gran maravilla, yo pensé, cuando terminé Rayuela, que había escrito un libro de un hombre de mi edad para lectores de mi edad. La gran maravilla fue que ese libro cuando se publicó en la Argentina y se conoció en toda América Latina, encontró sus lectores en los jóvenes, en quienes yo no había pensado directamente jamás al escribir ese libro. Entonces, la gran maravilla para un escritor es haber escrito un libro pensando que hacía una cosa que correspondía a su edad, a su tiempo, a su clima, y de golpe descubrir que en realidad planteó problemas que son los problemas de la generación siguiente. Me parece una recompensa maravillosa y sigue siendo para mí la justificación del libro… ”, explicó Cortázar.
El autor de Historias de cronopios y famas aseguró en varias ocasiones que había una serie de factores que determinaron que Rayuela fuera vista no como una novela, sino como una especie de laboratorio mental, “en donde el lector joven se iba encontrando poco a poco con distintos problemas que, bruscamente, él se daba cuenta de que eran los suyos, pero que él no los había formulado nunca. Entonces, donde yo me hubiera equivocado es tratando de dar soluciones. Yo mismo era incapaz de dar soluciones”.
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