Osvaldo Sánchez nació en Mexicali, Baja California. Radicó en Hermosillo, Sonora. Estudió diseño gráfico en la Universidad del Noroeste. Es egresado de la licenciatura en teatro de la Universidad de Sonora. Ha participado en películas, cortometrajes, comerciales para televisión y radio. Ha participado en más de 70 obras de teatro como actor, escenógrafo e iluminador. Desde hace trece años pertenece a la Compañía Teatral del Norte del maestro Sergio Galindo. Ganó el premio a mejor actor durante el Festival Internacional de Teatro Universitario de la UNAM, 2011, por la obra “Arlequino”. Participó como actor en el cortometraje Loving South de Oliver Rendón, ganador de Mejor Cortometraje Mexicano en el GIFF (Guanajuato International Film Festival), Selección Oficial en Festival Internacional de Cine de Morelia.
-¿Cuál fue tu primer papel y como te sentiste? ¿Qué actor o actriz te inspiró para tomar esta carrera?
Mi primer papel en la vida, fue nacer. Ahí se fueron hilvanando poco a poco las historias que a lo largo de mi carrera han dado vida y forma a los personajes que se me han presentado. En teatro recuerdo una obra en la secundaria, donde era un cabo que traicionaba a su general, donde me aventé un monólogo acerca de la traición directamente al público. Ahí se reveló este bello misterio de la interpretación. Algo sucedió más allá de lo que tenía ensayado, no era yo el hacedor, era sólo el conducto para que se manifestara una verdad muy profunda, mucho más allá de la razón y el entendimiento. El fenómeno del “habitar” cobraba vida y yo no tenía el control sobre ello. Así que, al terminar el monólogo, el general alemán me disparaba y yo caía de tabla al piso, confiando en que no me pasaría nada. Al caer se hizo un silencio y poco después tronaron los aplausos. Desde entonces me siento un explorador de ese bello misterio y maravilloso fenómeno de la actuación.
De los actores que me han inspirado, Jesús Ochoa, al verlo en su primer trabajo cinematográfico grabado en San Javier, un pueblo de Sonora, que fue La Tuba de Goyo Trejo de Sergio Galindo; dos personas que se han convertido en pilares fundamentales de mi carrera, y justo mi primer proyecto cinematográfico se grabó en ese mismo pueblo donde se grabó La Tuba, donde interpreté a un cura al cual le confiesan el asesinato de su hermana, muchos años antes, y surge el gran dilema de confesarlo o cobrar venganza.
-¿Cómo fue tu infancia? ¿Dónde creciste y cómo es tu familia?
Mi infancia ha sido una gran bendición, porque sucedieron muchas cosas que han forjado de alguna manera mi existencia. Donde me di cuenta del funcionamiento del mundo, el amor y la guerra. El amor de la familia y al mismo tiempo la violencia que provenía de algún misterioso lugar, que ha sido parte consciente o inconscientemente de mi trabajo. Una infancia llena de vida, de barrio, de escuela, de vagancia, de libertad. En un mundo a veces feroz y violento. Crecí en Hermosillo, en la colonia Los Rosales, en una familia, diría que normal, de un fraccionamiento en el norte de la ciudad que ahora casi es el centro. Una familia como todas, con sus virtudes y sus problemas, donde tuve grandes aprendizajes y de donde surgen todas las enseñanzas y los motores de la existencia. Un pequeño fractal de la humanidad. Un universo lleno de matices que nos revelan nuestra polaridad, nuestra paradoja. Amo a mi familia y es mi gran sostén.
-Sobre Correr para vivir, ¿cuál es el mensaje que crees que transmite la película?
En esta película el centro precisamente es la familia, sus vínculos, sus raíces. Una familia de un pueblo originario como los rarámuris, que trabajan el campo en conexión con la tierra, viviendo con muy poco. En contraste con el personaje que interpreto yo, un narcotraficante con vínculos familiares, probablemente rotos y en la opulencia económica gracias a traficar droga a los Estados Unidos. Dos hermanos que desean correr con sus grandes ídolos de su misma cultura, corredores natos por esa herencia de huir de los conquistadores y preservar su cultura. Un hermano que sucumbe al ofrecimiento del crimen organizado, usando su gran virtud que es correr y su conocimiento de la sierra, para llevar mercancía ilícita a la frontera. Un desliz que provoca el estallido del infierno, no solo en él sino en toda la familia. La película trata de la gran virtud del ser humano para ir más allá de sus posibilidades, de vencer con voluntad las situaciones más difíciles mediante los grandes valores de la humanidad, y vencer las sociedades más profundas.
-Seguro todos conocemos la respuesta, pero, ¿qué tan cercana a la realidad es la película? ¿En dónde se filmó?
Eso ya todos lo sabemos, por eso nos mueve tanto. La realidad aún es más fuerte que la ficción. Nos tocó rodar en la sierra de Chihuahua, y nos tocó ver que la realidad supera a la ficción. Tuvimos que trabajar con mucha cautela y se decidió hacer las escenas de balazos en la sierra de Hidalgo, donde no es tierra caliente, como todos sabemos. Nuestro guía, la persona encargada y conocedora de los lugares donde filaríamos en Chihuahua, fue asesinado junto con los jesuitas de una forma tan brutal, que duele recordar. Ese caso lamentable ya es conocido por todos. Una gran persona, que no debía de haber muerto de esa manera. Al final, la película se dedica a la memoria de Pedro Palma.
-¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentaste para esta filmación?
Fueron muchos desafíos que tuvimos en este rodaje, comenzando por la pandemia. Se rodó en 2021 con una serie de restricciones y protocolos que salían más caros que la renta de la cámara. Un día nos rodeó en pleno rodaje el crimen organizado y logramos salir de ese atolladero. La sierra es un lugar muy complicado de filmar. Los calores y las lluvias. Pero el reto más fuerte es el interno. El descender a los infiernos de este personaje, que provocó muchas cosas en mí, como sueños de esos universos entre balazos y persecuciones. Asesinatos, armas, de una manera que gracias a la meditación se fueron calmando. En una escena donde mato a quemarropa, a pesar de saber que es ficción, a la hora de disparar el gatillo, escuchar la detonación y ver la sangre que brotaba del estopín y de la cabeza del actor, mi yo interior se creyó todo eso y fue un impacto muy fuerte, pensando que la bala era de verdad, y el shock momentáneo fue brutal, tanto así que cuando dijeron: ¡corte!, fui a ver al stunt que con un acting tremendo puso los ojos en blanco y cayó al piso. Fui a ver si estaba bien. Justo acababa de pasar el caso de Alec Baldwin, donde desafortunadamente el arma que disparó hacia la cámara le quitó la vida a la fotógrafa. Fue un momento que jamás olvidaré.
-¿Crees que el cine tiene un compromiso social para mejorar a las sociedades actuales?
El cine que me gusta es precisamente ese. No sé si para mejorar, pero si para hablar de cosas que tienen relevancia en la sociedad. De cosas que realmente nos mueven. Problemáticas sociales y humanas que nos generan muchas preguntas. El cine debería no sólo ser entretenimiento, sino portador y voz de los que no la tienen. Para que como seres humanos logremos vernos y tomar conciencia de donde estamos y quienes somos. El arte es uno de los mejores medios de comunicación. Nos involucra. Vemos la problemática, no a través de un panfleto o un noticiero, sino a través del alma de los personajes, que somos nosotros. Cómo diría Benjamin Franklin: “Dime algo y se me va a olvidar. Enséñame algo y a lo mejor me acuerdo; pero involúcrame, y no se me olvidará jamás”.
-¿Quiénes son tus directores favoritos?
Hay algunos que a lo largo de la historia me han movido mucho, como en su momento fue Bergman, Kurosawa, Bela Tar, Goddard, Jean Caro, Jean Pierre Jeunet, Fritz Lang, Chaplin, Greenaway, Wenders, Buñuel, Tarkovsky, Fellini, Tarantino, Spielberg, Kubrick, Christopher Nolan, Almodóvar, Agnes Varda, que marcaron mi universo cinematográfico. Y ahora en México los contemporáneos, como Iñárritu, Cuarón, Del Toro, así como Reygadas, Amat Escalante y grandes directoras como Tatiana Hueso, Natalia Beristain, Greta Gerwig, Julie Taymor, Lila Avilés. Cada una, cada uno, ha alimentado gratamente nuestro imaginario.
-¿Qué te gusta leer?
Me gusta leer de todo. Desde niño, antes de saber leer, agarraba los libros y enciclopedias y hacía como que las leía. Me interesó después mucho la literatura: García Márquez, Rulfo, Auster, Álvaro Mutis, Hesse, Dante, Octavio Paz, Borges, Platón, Dostoievski, Dickens, Saramago, Cervantes, Emile Bronte, Woolf, Gabriela Mistral, Isabel Allende, Yourcenaur.
En teatro, Shakespeare es fascinante; Lope de Vega, Calderón, clásicos griegos, teatro contemporáneo. Física, textos sagrados antiguos de la india, Egipto; historia. Me gusta leer de todo. El conocimiento es algo muy grato. Me puedo pasar mucho tiempo hablando de autores y libros que han marcado mi vida.
Me gusta mucho también la filosofía. Poetas como Fernando Pessoa, nuestro poeta sonorense Abigael Bohórquez. Hasta de política me gusta leer. Ha sido una gran pasión en mi vida, aunque a veces me voy al campo y no leo libros, sino la naturaleza. Los ojos de los caballos, las nubes, el mar, las rocas, los animales, el agua. Que ha sido lo que últimamente me ha apasionado mucho.
-De todo el cine que has visto, ¿qué personaje te gustaría o te hubiera gustado interpretar?
La verdad, mas allá de interpretar algo que ya se hizo, me encantaría interpretar a un personaje o al actor que le dio vida a ese personaje, que básicamente son casi lo mismo. Tin Tan, por ejemplo, me encantaría que rodaran una película de su vida y yo ser él. Ya me ha tocado hacerlo en teatro. Y es de los actores que más admiro en el mundo. Se ha convertido en mi maestro. Estoy muy agradecido con su legado.
-¿En qué trabajas actualmente? ¿Proyectos? ¿Metas?
Aún faltan películas por salir después de Correr para vivir, en las que tuve la fortuna de trabajar con grandes actores y actrices. Son unas cuatro o cinco que ya pronto saldrán a la luz. Una de ellas es Pedro Páramo, en la que espero que salga mi escena, pero donde me tocó la fortuna de trabajar y habitar esta magna novela de Juan Rulfo, la película más grande y costosa que se haya hecho en la historia del cine mexicano, bajo la dirección del gran cinematógrafo mexicano Rodrigo Prieto, la cual se estrenó en el festival de Toronto en septiembre, y en Netflix el 7 de noviembre. Cruzo los dedos para que haya quedado mi escena. Hoy me preparo para mi próxima película que rodaremos en octubre y noviembre, bajo la dirección de David Pablos, director de Las elegidas, entre otras, en la que tuve la fortuna de ser el protagonista. Todo mi ser está en ese proyecto en este momento. Estoy muy agradecido por el momento que estoy pasando en mi carrera y en la vida. Disfrutando mucho las bendiciones del universo.
Osvaldo también participó como actor en la película Cómprame un revolver, bajo la dirección de Julio Hernández Cordón, filme que se estrenó en la Quincena de Realizadores en Cannes. Sus más recientes películas están en post-producción: La suerte de Juan, dirección de Carlos Armella; Tus dos muertos, de Daniel Zimbrón y Pedro Páramo, dirigida por Rodrigo Prieto.