En un país donde las cifras oficiales señalan un descenso alarmante en los índices de lectura, el trabajo de los editores se vuelve cada vez más esencial… y desafiante. Para Luis Fernando Ortega, editor y diseñador gráfico, la misión va más allá de la publicación: se trata de tender puentes entre autoras, autores y lectores, aún si la batalla parece perdida.
Desde sus inicios en 1980, con proyectos en Guadalajara como Buril y Cuaderno breve, Ortega encontró en la edición un espacio de creación colectiva e impulso a nuevas voces literarias. Hoy, su labor continúa en Mano Santa Editores, al lado de Jorge Esquinca y Emmanuel Carballo, donde la poesía se distribuye de mano en mano, bajo la consigna de que la amistad literaria dura más que cualquier beca.
En tiempos donde los suplementos culturales han sido sustituidos por secciones de sociales, Ortega y su equipo apuestan por formatos íntimos, como la colección Prueba de autor, donde los libros son presentados como procesos vivos, visual y tipográficamente cuidados. Entre tirajes breves y miles de descargas digitales, su trabajo demuestra que editar poesía en México sigue siendo un gesto valiente, solidario y profundamente necesario.
A continuación presentamos una breve conversación que tuvimos con el editor.
En un país en el que las cifras oficiales nos indican que cada vez se lee menos, qué papel juegan los editores en México.
Juegan a difundir autoras y autores para incrementar la cifra de lectores, pero creo que van perdiendo.
En 1980 te desempeñaste como coeditor en varios proyectos editoriales, ¿cuál fue tu experiencia?
Comenzamos realizando un tríptico Buril, posteriormente, crecimos a Cuaderno breve. Javier Ramírez, Felipe de Jesús Hernández aspiramos a difundir la narrativa y poesía que tallereabamos con el “Doc” Elías Nandino. Este incipiente inicio, lleno de entusiasmo, permitió definirme como editor y diseñador gráfico.
Cómo ha evolucionado la industria editorial en México desde esa década hasta este 2025.
Bien, yo creo que mucho. Había editoriales privadas: Premiá Editora, Joaquín Mortíz, y, desde luego, ediciones independientes: la máquina eléctrica, la máquina de escribir, papeles de estraza. Siendo un joven, el asombro era la constante, buscaba las revistas literarias: Vuelta, Plural, Siempre!; los suplementos culturales, hoy, la mayoría han desaparecido, siendo reemplazados por vistosas secciones de sociales.
¿Cuáles han sido los mayores retos de editar literatura independiente en México, considerando el panorama editorial dominado por grandes sellos?
Conseguir amigos. Por ahí dicen que: la poesía no se vende ni regalada. En Mano Santa, buscamos compartir de mano en mano, de amigo en amigo. La amistad literaria tiene mayor permanencia que las becas y apoyos del gobierno.
¿Cuáles han sido los principales retos en Mano Santa?
Colaboro en Mano Santa Editores que dirigen Jorge Esquinca y Emmanuel Carballo es editor. Soy el tercio que realiza el diseñado editorial y ensayo con aportar recursos visuales y tipográficos.
Este año, de 2025 decidimos crear la colección Prueba de autor e invitamos a Lizzie Castro para que la codirigiera junto conmigo. En lo personal, recomienzo lo aprendido en Cuaderno breve, sin otra pretensión, que abrirnos a la pluralidad de géneros. El reto que asumimos, es acercar a los lectores con autores en su “trabajo en proceso” al libro o a la exposición, en plaquettes visualmente atractivas.
¿Cómo influyen las redes sociales y las plataformas digitales en la difusión y comercialización de los libros de editoriales independientes?
Son herramientas que nos han permitido ampliar la difusión. El tiraje de Mano Santa es de cien ejemplares para ser distribuido en modo personal y directo. Al inicio de la editorial, lo subimos a una plataforma que permitía descargar en pdf los libros o leerlos. Llegamos a sumar, de algunos títulos, hasta cuatro mil “descargas”.
En un mercado editorial donde la poesía suele considerarse un género de nicho, ¿cuáles han sido las estrategias más efectivas para conectar con nuevos lectores?
Estos primeros catorce años publicamos poesía, nuestro privilegio y riesgo es su lectura.
¿Cómo ha cambiado la recepción de la poesía independiente en México en los últimos años? ¿Notas un mayor interés por parte del público o sigue siendo un sector difícil de posicionar?
No es una actividad solitaria, es solidaria con los autores. Considero que las autoras y autores son los que dan relevancia a las editoriales; los hemos visto madurar, en su exploración por descubrir su voz, su sentido. Las editoriales independientes se constituyen en un andamio al compartir su evolución.
¿Qué papel juegan las redes sociales y los formatos digitales en la difusión de la poesía contemporánea? ¿Crees que están transformando la manera en que se consume y se publica este género?
Los poetas difunden su trabajo en las redes sociales, dan talleres en línea, son generosos. Antes, está la creación poética, esa dedicación, casi obsesiva por “escuchar el poema” que menciona Marina Tsvetáyeva.