Eran pasadas las siete aeme. Tenía apenas unos minutos de haberme levantado y mensajeaba con Manuel en el whats, cuando vi otro mensaje de Hérika en el grupo del periódico sobre un supuesto asalto a Miroslava Breach en Chihuahua. Alguien más puso un link de un sitio digital con la imagen de su vehículo a media calle y el acordonamiento amarillo de la escena del crimen, el titular dolió hasta los huesos: Asesinan a Miroslava Breach.
Sin duda ha sido el día más triste y difícil que me ha tocado vivir como periodista. Llegar a la redacción y ver a mis compañeros llorando, entrar a la sala de juntas con un nudo de clavos en la garganta y recibir las órdenes para irnos inmediatamente a Chihuahua, no fue fácil, pero reaccionamos con la fuerza del dolor, el coraje y la adrenalina.
Nos fuimos en el auto compacto de Carlos Barranco con una falla en una falla en un balero y cruzamos una tormenta de arena desde Samalayuca hasta Sueco, con tramos en los que la visibilidad era de apenas unos veinte metros. Nunca bajamos la velocidad de 120 kilómetros por hora, yo iba atrás y sentía cómo se sacudía el carro con los fuertes vientos.
Llegamos poco antes de la una de la tarde. Me tocó escribir la crónica y me dejaron en la casa de Miroslava. Ahí vi sus plantas y algunos vestigios de lo que había pasado. Fui a un gimnasio, una tienda de abarrotes y una desponchadora para que me contaran acerca de cómo era la periodista.
Luego de una hora y media de recabar los datos me fui en Uber a Palacio de Gobierno, donde se había programado una conferencia de prensa encabezada por el gobernador Javier Corral y nos colocamos frente a la mesa donde se sentaría. Del otro lado, en el extremo izquierdo, se encontraba Antonio Pinedo, el entonces titular de Comunicación Social del Gobierno estatal, quien se llevó la mano derecha al rostro para hacerme la señal de chinga tu madre que duró unos dos segundos, aunque me enojó, conservé la calma.
Al terminar la rueda de prensa en la que el gobernador soltó palabras frías y promesas que nunca cumplió, me topé a Pinedo en los pasillos. Me le acerqué y creo que las piernas casi se le doblan del miedo y le dije que no le iba a hacer nada ahí, pero que luego nos encontraríamos en algún lugar cuando él ya no fuera funcionario público. Eso fue todo.
Nos fuimos a escribir a la oficina que teníamos en el Centro histórico, desde donde Miroslava nos mandaba su información. Redactamos las notas, en medio de algunos de sus artículos personales, una taza y varias fotografías.
Fue un día extraño, igual de triste que resulta el hecho de que Corral Jurado, quien se decía amigo de Breach, siga protegiendo a varios panistas involucrados en el crimen, lo que lo convierte en un cómplice del asesinato. Resulta obvio que Fiscalía General del Estado recibió órdenes para que no se tocara en las investigaciones a los blanquiazules, que grabaron a la periodista y entregaron los audios al crimen organizado que la mató. Por eso el Gobierno federal tuvo que entrarle al caso y fue hasta diciembre de 2020, cuando La Fiscalía General de la República (FGR) detuvo al panista Hugo Amed Schultz Alcaraz, exalcalde del municipio de Chínipas, Chihuahua, del 2013 a 2016, quien participó como facilitador en el homicidio.
Todavía queda pendiente la detención de Alfredo Piñera, quien fue vocero estatal del PAN. Piñera fue quien llamó a Breach para preguntarle por las fuentes de sus reportajes. Él grabó las llamadas y se las entregó a Schultz.