2 Del color
Se dice que en el tarot los colores tienen significados específicos, lo cual puede ser cierto para cierto tarot y en cierto tiempo. Por ejemplo, el de Marsella, referente de “tarot universal” ha tenido distintas paletas. Dice Philippe Camoin que el tarot del maestro marsellés Nicolas Conver -de 1760- tenía mucho verde y azul claro. Estos colores que reflejaban la tradición alquimista se integraban con la técnica de pochoir o sténcil. Durante la revolución industrial otro fabricante de cartas imprime el tarot de Conver en una prensa que obliga a ajustarlo a 4 colores: amarillo, rojo, azul y negro. Tomándolos por los originales, en 1930 el estudioso del tarot Paul Marteau publica una interpretación del valor iniciático de estos colores que, según Camoin, indujo al error a miles de ocultistas.
Otro de los tarot enarbolados como estandarte de autenticidad es el Visconti-Sforza, de 1450, que se conserva parcialmente en la biblioteca Beinecke de la universidad de Yale. Se atribuyen al pintor Bonifacio Bembo, entre otros, sus delicadas decoraciones doradas con figuras que parecen de la nobleza, entremezcladas con los escudos de Francesco Sforza y su esposa Blanca María Visconti.
Aunque siempre hubo una mano detrás de esta curaduría barajeable, de esta exposición portátil y por partes, le llaman tarot “de artista” a aquellos cuya firma está en primer plano. El tarot de Dalí, clásico ejemplo, surgió a pedido para una escena de James Bond Vive y deja vivir, de 1973, pero no llegó a utilizarse y quedó a medias. El contrato cambió de manos hasta que un editor neoyorquino le congeló las cuentas, obligando a Dalí a concluir la baraja. Años después recuperó los derechos y la editó con la imprenta catalana Naipes Comas. Luego fue comprada por Cartamundi y finalmente por Taschen, que hoy la comercializa. La que leía la cartas era su esposa Gala, pero el color es de Dalí.
El tarot Natalia Domínguez propone un tarot “de clase media” bajo el lema toda persona es portadora de símbolo. En él se mezclan la poeta chilena Carmen Berenguer como la Reina de Copas y un fan de los Tigres como el Paje de Espadas; el Emperador es el coleccionista mexicano Jorge García Murillo y el Diablo un instructor de taichi. Al colorido propio de Domínguez se añade otro nivel de interpretación: lo que cada persona puede representar para quien la conoce, o no. La variación en los símbolos, en la nacionalidad de los arcanos, ponen en jaque el concepto de lo universal sin impedir que en la lectura se establezcan relaciones entre una y otra carta, en función de la pregunta que van a interpretar consultante y consultado -espectador y crítico de cara al destino.
En las guardas del Larousse vemos la colección de banderas que divide un universo en 4 colores. Vemos sus combinaciones y el rojo que sobresale: lo que no vemos son los mundos que cada bandera enclaustra; la forma en que cada país interpreta los colores en un determinado punto de su historia, que se repiten en todos y ningún paisaje. La estrella solitaria de Texas aparece en el cielo azulado de Chile. El águila se fue volando de la bandera italiana y aterrizó sobre un nopal. Tuvo corona bajo el imperio de Iturbide y la perdió con él. El verde, antes de ser esperanza, representó la independencia de España, el rojo la unión, luego la religión, luego la sangre de los mártires. El blanco fue la pureza de la religión y luego la unión. El actual diseño de la bandera mexicana se aprobó unos días antes de la matanza del 68.
Donde hay color hay símbolo. La forma lo ajusta; es una estrategia para acotar el mar. Y ¿Dónde no hay color? El negro es la suma material de los colores. Cuando se suman en el espectro, dan blanco, como el cielo de Texas: una blancura que se lo traga todo. Blanco y negro es el tarot que me leyó Flores Candelaria, 10 de espadas. La imagen que me quedó de la respuesta obtenida, que me sanó en 2 horas más que los meses de psicoanálisis, es la de mi propia oscuridad.
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Carmen Violeta Avendaño (Santiago de Chile, 1976). Ha publicado Más allá de la palabra cielo, (Monterrey, 2002), Madre Sol (Morelia, 2006); Adiós Rimbaud (Monterrey, 2013); Enciclopedia animal de la vida representada (Libro colectivo Animal, 2014); Nada significa Nada (2017, Santiago de Chile, Ciudad de México/ 2019 Viña del Mar); Los Díaz del Carmen: cuatro hermanos contra la dictadura (Viña del Mar, 2022). Fundó el sello El Árbol Ediciones, 2002-2014 desprendido de su restaurante El Árbol en Monterrey. Actualmente dirige Ediciones Moneda @edicionesmoneda y traslada libros entre el norte y el sur .