Jimi Hendrix, el legendario guitarrista cuyo talento iluminó la escena musical, encontró un trágico final en 1970 debido a una sobredosis de barbitúricos que utilizaba para conciliar el sueño en Londres, Inglaterra. Sin embargo, antes de su partida, Hendrix vivió una peculiar experiencia en México en mayo de 1969. Hoy, en Poetripiados, recordamos brevemente su paso por nuestro país.
Las 7 horas de fiesta
El compositor estadounidense venía de un vuelo desde Marruecos con destino a Toronto y tuvo que hacer escala en la Ciudad de México, aunque solo fue por 7 horas. Jimi Hendrix, influenciado por el rock and roll y el blues eléctrico de Estados Unidos, optó por pasar ese tiempo en un restaurante ubicado junto al aeropuerto llamado Barón Rojo, situado precisamente en el bulevar Puerto Aéreo 486, entre Norte 33 y Oriente 33, en la colonia Moctezuma.
Solos en un bar
Pidió un bourbon a una mesera rubia que hablaba inglés perfectamente y entablaron una larga conversación, ya que el bar estaba vacío, con la excepción de un guitarrista que amenizaba la noche, algunos cocineros y otros meseros. Al notar el equipaje, la mesera, sin saber quién era, preguntó por la guitarra. Jimi sacó la guitarra del estuche y se conectó al amplificador del guitarrista que estaba actuando.
La rola que tocó en el Barón Rojo
La única canción que tocó para el reducido público, compuesto únicamente por la mesera rubia y los meseros, fue «Foxy Lady».
Incendió su guitarra
Antes de irse del Barón Rojo, Jimi Hendrix roció alcohol sobre su guitarra para prenderle fuego y tocarla en llamas. Luego, le pidió a la mesera que lo había atendido que se fuera con él a Toronto, y ella aceptó. Dejaron su trabajo y partieron juntos a Toronto, saliendo a las 3:00 a.m.
Terminaron en una cárcel canadiense
La historia culminó en la cárcel de Toronto. Al llegar al aeropuerto canadiense, Hendrix lucía un sombrero y lentes oscuros, combinados con su atuendo habitual de pantalones de mezclilla y botas vaqueras. Según algunos informes disponibles en Internet, llegó con dos guitarras en sus estuches, mientras que la rubia, vestida con su uniforme de mesera, apenas podía cargar dos maletas. Sin embargo, surgió un problema durante la revisión de seguridad cuando un perro detectó una bolsa de heroína. Lograron resolver la situación cuando un juez les pidió pagar una fianza de 10 mil dólares.
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