1.- Desde hace más de 15 años, Chihuahua enfrenta una guerra interminable entre grupos del crimen organizado. ¿Cómo se refleja esta situación en tu creación literaria?
Me gustaría decir que no influye, pero en un contexto como el de mi estado y mi ciudad es difícil sustraerte a esa realidad, sobre todo si te gusta la literatura de género negro. Además, aunque es verdad que la violencia se recrudeció por estos lares a partir de 2008 cuando la administración de Felipe Calderón lanzó el Operativo Conjunto Chihuahua y la entidad se llenó de soldados y policías federales, lo cierto es que teníamos contacto con la narcocultura desde mucho antes como ocurre con otros estados del norte. En mi literatura no es realmente un tema central, pero aparece continuamente porque como chihuahuense me acostumbré a convivir con la presencia del crimen organizado y no hablo sólo de los enfrentamientos armados, los asesinatos y las desapariciones. Sino de cosas tan mundanas como saber de, por ejemplo, un restaurante en el que rara vez hay gente comiendo ahí, pero pasan los años y el lugar jamás quiebra porque es una fachada para lavar dinero. Y como ese ejemplo hay muchos en los que podría contar. Por lo general, en mi literatura ese es el enfoque de ese aspecto concreto: el cómo los ciudadanos tratamos de lidiar con esa realidad terrible como mejor podemos sin que se nos atraviese una bala, o varias, en el camino. Ni modo, aquí nos tocó vivir.
2.- En la literatura negra, parece que cada autor tiene su propio detective. En tu caso, ¿cómo diste vida al personaje de Santos Mondragón, ese detective privado?
Surgió cuando estaba investigando sobre cómo eran los investigadores privados en la vida real en México. Encontré una entrevista a un miembro de una agencia profesional, en la cual explicaba que no existe una reglamentación para operar como detective, es decir, es un vacío legal por lo que cualquier persona puede dedicarse a dicha actividad de manera legal siempre y cuando no infrinja las leyes de protección a la privacidad. Y en esa misma entrevista advertía que cuando veíamos un anuncio en el clasificado de algún periódico de algún supuesto investigador privado lo más probable es que se tratara de algún ex policía y que no se debía confiar en ellos. Algo hizo clic en ese momento y así nació Santos Mondragón, como un expolicía cuyo trabajo regular era el de jefe de seguridad en un bar, pero en esta época de precariedad en que casi todo mundo requiere un segundo empleo para llegar a fin de mes, el pobre tipo sacaba un dinero extra haciendo uso de las habilidades adquiridas durante sus años como agente de la ley (tanto las buenas como las malas). Y es que una cosa que me molestaba un poco de algunas novelas mexicanas que había leído hasta ese entonces es que los detectives no eran profesionales sino tipos improvisados jugándole al investigador. Y digo, no voy a negar que dicho enfoque tiene su encanto, pero no dejaba de percibirlo como una actitud algo acomplejada hacia el género. Por ello me propuse que mi personaje no caería en eso y sería un tipo duro, inteligente y profesional. Es decir, parafraseando a Chandler, un hombre adecuado para vivir aventuras. Además, lo hice un especialista. Santos no investiga casos de infidelidad, casi siempre lo contratan para buscar personas ausentes, pues en un país con más de cien mil desaparecidos me pareció que tenía mucho más sentido que perseguir esposos infieles.

3.- Paralelo de sangre es uno de esos libros policiacos que tuvo una buena acogida entre lectores y críticos. ¿Cómo fue el proceso creativo detrás de esta obra?
Originalmente no fue pensado como novela, sino como un cuento. Una historia de viaje en la que Santos Mondragón viajaba junto con un compositor musical y me servía de pretexto para hacer una reflexión sobre la escritura. Pero mientras escribía ocurrieron dos sucesos que me marcaron. El primero fue que vi un documental de 2013 llamado Narcocultura, en el que contrastaban dos perspectivas de la guerra contra el narcotráfico. De un lado está un perito encargado de recoger los cuerpos de personas asesinadas por el crimen organizado, quien tiene que lidiar de primera mano con las consecuencias de dicha violencia; por el otro, un compositor de narcocorridos de Los Angeles que mira aquello a la distancia y representa la absoluta banalización de un problema muy serio que padecemos los mexicanos día con día. Este último personaje me hizo enojar mucho y esa rabia se traspasó en parte a la novela. El segundo suceso que me marcó, fue cuando mi madre y mi hermana viajaron al pueblo donde está enterrado mi papá y me contaron como al llegar fueron detenidas e interrogadas en un retén a la entrada de dicho poblado, pero no por militares o policías, sino por gente del crimen organizado que tenía (y sigue teniendo) el control de la zona. Me impactó ese nivel de dominio sin que las autoridades hicieran algo al respecto y sin que los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, hablaran sobre una situación tan grave. Eso me llevó a plantear una trama en la cual es un capo local quien “contrata” a Santos para que investigue un asesinato de una persona cercana, para de esta forma exhibir el abandono que por viven parte del gobierno la gente de muchas zonas rurales del país y cómo ese vacío de poder es llenado por la delincuencia. El título está en parte inspirado, como resulta evidente, en el de la novela Meridiano de sangre del escritor norteamericano Cormac McCarthy, pero también por un dato curioso: al estado de Chihuahua lo atraviesa el paralelo 30 Norte. ¿Sabes que otro lugar del mundo toca dicha línea imaginaria? Pues a Irak y Afganistán, dos regiones del mundo que al igual que mi estado tienen una larga historia de conflicto y violencia. Lo cual me hizo pensar si dicha situación era más que una coincidencia curiosa y en realidad los unía un hilo rojo, un “paralelo de sangre”. Da qué pensar, ¿no crees?
4.- En Chihuahua confidencial, un libro compuesto por siete relatos, la tecnología está estrechamente ligada a la delincuencia. Más allá de que es un libro de cuentos, ¿en qué se diferencia de Paralelo de sangre?
Pues la principal diferencia es el enfoque para un tema que resulta muy importante para mí. Para todo mundo es evidente que vivimos en un país en el que alcanzar la justicia resulta algo utópico. Por ello, considero que cuando mucho aspiramos a saber la verdad. Piensa en un caso como el de Ayotzinapa, el enfoque principal siempre ha sido saber qué pasó realmente y lo de encontrar a los culpables es algo secundario. Por ello, cuando escribo novelas de detectives el tema principal es la búsqueda de la verdad como una forma de lidiar con el horror de la realidad. Sin embargo, cuando comencé a escribir cuento criminal (es decir, en el que no hay investigación) descubrí que mi otro enfoque ante la imposibilidad de la justicia es la venganza. En Chihuahua Confidential la mayoría de los relatos son historias de venganza llevadas a cabo por individuos de condición tradicionalmente subalterna (mujeres, niños, ancianos o miembros de algún pueblo originario), contra personas o poderes fácticos (crimen organizado o trasnacionales) que siempre han ejercido algún tipo de violencia contra ellos. Qué puedo decir, soy un romántico y me gusta que, al menos en la ficción, el mal reciba algún tipo de castigo y el bien gane de vez en cuando, aunque sean victorias pírricas.
5.- ¿Cuál es tu opinión sobre el estado actual del género negro en México?
Voy a echar mano de un lugar común y responder que “el género goza de buena salud”, porque es la verdad. Hace veinte años podías ubicar perfectamente a todos los que escribía novela negra en México en ese momento, los cuales eran un puñado y estaban concentrados en dos polos principales: la Ciudad de México y el Norte del país. Hoy, eso resulta imposible. No sólo se han diversificado los estados en los que se escribe el género, sino quién escribe (cada vez hay más mujeres practicando dicha literatura) y la manera de abordarla también se ha ampliado, como la hibridación, por citar un ejemplo. Es una excelente época para ser lector de género negro, pues hay propuestas para todos los gustos y si un autor o autora no te convence, es muy probable que haya alguno que se ajuste a tus gustos y búsquedas, cosa que no podíamos decir hace dos décadas.

6.- En la vida de los escritores llega un momento crucial en el que deciden dedicarse por completo a la literatura y convertirse en un “escritor de verdad”. ¿Cómo viviste ese momento en tu carrera?
Hace poco más de una década trabajaba como profesor de literatura en un colegio privado. En general estaba cómodo, pues encuentro muy satisfactoria la enseñanza. Pero después de tres años ahí comencé a sentirme estancado y me di cuenta que no quería que mi vida sólo fuera una interminable sucesión de semestres siempre iguales. Necesitaba otra cosa. Ese fue mi “momento canónico” en el que decidí tomarme en serio la escritura. No es tan emocionante como ser picado por una araña radioactiva, pero me salvó de convertirme un cuarentón amargado que vive añorando el “pudo ser”.
7.- ¿Cómo fueron tus primeros acercamientos a la literatura negra?
Fue a través de la televisión. Como buen niño de los ochenta, la mayoría de mi educación provino de la caja tonta. En aquella época pasaban caricaturas los sábados en la mañana por canal 5 y en una de esas ocasiones me tocó ver una adaptación animada de El sabueso de los Baskerville. Así conocí a Sherlock Holmes, quien me deslumbró con su gran inteligencia. También descubrí que me gustaban las historias de detectives, porque siempre he sido una persona dominada por la curiosidad. Me encanta saberlo todo. Otro programa que reforzó mi inclinación por los misterios criminales fue el especial de televisión Garfield’s Babes & Bullets, el cual era una excelente adaptación del estilo del film noir a una caricatura para niños (pueden comprobarlo ustedes mismos aquí: https://www.youtube.com/watch?v=i6rwHTmF-g4). Después de eso, fue cuando vinieron los libros.
8.- La niñez juega un papel crucial en la vida de todo escritor. ¿Cuál fue el primer libro que leíste? ¿Alguna vez soñaste, de niño, con publicar libros y firmar autógrafos?
Para sorpresa de nadie, mi primer libro fue Las aventuras de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. Espero que lo que voy a escribir a continuación no ofenda a ningún colega, pero, ¿quién sueña con ser escritor de niño? A mí yo infantil eso le hubiera parecido la cosa más aburrida del mundo, ya que en realidad lo que deseaba era ser una tortuga ninja. La verdad no fui niño lector, pues no leí mi primer libro hasta el final de la secundaria y no adquirí el hábito de la lectura hasta el bachillerato. Lo que sí me gustaba desde muy chico era contar historias, sólo que no por escrito sino de manera gráfica. Me gustaba dibujar y hacía “cómics caseros” contando aventuras de mis superhéroes favoritos (como Batman o Spider-Man), pero es algo que con el tiempo fui dejando de lado, aunque ahora no estoy seguro el porqué. Supongo que como muchas otras cosas sólo pasó y ya.
9.- Mencionabas en tus redes sociales que antes no creías en la personalización del espacio, pero con los años descubriste que apropiarte de tu entorno potencia tu proceso creativo. Incluso redecoraste tu habitación con tus animes favoritos. ¿Cómo es un día en tu proceso creativo? ¿Tienes algún ritual especial al escribir?
No soy un hombre de rituales, sino de método. Cuando decido escribir un texto, ya sea una novela o un cuento, suelo pensarla durante días, semanas o meses hasta tener bien estructurado el texto en mi cabeza. Es entonces que me siento frente a la computadora. Por lo general intento escribir un capítulo diario, el cual pienso desde un día antes para planear en términos generales cómo se desarrollará. Suelo escuchar música mientras escribo. A muchos colegas eso les distrae, pero yo la uso como ruido blanco para no escuchar el exterior y así poder concentrarme mejor. Por lo mismo no me gusta escribir estresado, requiero estar lo más relajado posible para así estar mejor enfocado en el trabajo literario. Los posters que he pegado en la pared junto a mi escritorio son de películas o animes que disfruto mucho, cosas que más que inspirarme me generan confort y eso ayuda a sentirme más cómodo en el entorno donde escribo, lo cual contribuye a mejorar mi concentración. Dicho esto, no soy del tipo que tiene horarios para escribir. Sé que otros autores necesitan de esa rutina (sobre todo en esta época en que apenas si tenemos tiempo para cualquier cosa), pero a mí no me funciona. Me adapto a la situación y escribo cuando tengo tiempo, sea mañana, tarde o noche. Soy bastante flexible en ese sentido. Como puedes darte cuenta, no hay rituales exóticos, sólo un poco de estructura y mucha talacha.
10.- ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto literario?
En este momento estoy escribiendo una noveleta. Como hace poco comencé a estudiar una maestría, no tengo demasiado tiempo para proyectos más ambiciosos. De todas formas tengo un par de libros inéditos, uno ya fue aceptado por una editorial y el otro está esperando dictamen en otra. No te sabría decir cuándo saldrán porque los tiempos editoriales en México son lentos, pero me dan margen para acabar mi posgrado y empezar nuevas aventuras literarias. También tengo planeado escribir un ensayo sobre la escritura del género negro, pero no en un futuro cercano. De momento, lo más importante para mí es escribir mi tesis sobre novela negra norteña de finales del siglo XX. Después, Atenea dirá…