Lo que ocurre en Gaza desde hace meses ya había sido advertido por organismos humanitarios y organizaciones civiles: una tragedia de dimensiones históricas que ha dejado miles de muertos y un territorio devastado por la guerra. Sin embargo, fue apenas este viernes cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), reconoció oficialmente que la gobernación de Gaza atraviesa una situación de hambruna, mientras más de 500 mil personas enfrentan condiciones “catastróficas”.
El diagnóstico llega tarde. Tras reiteradas alertas sobre el deterioro alimentario, la ONU confirmó que la crisis no sólo golpea al 20 por ciento del territorio palestino que corresponde a la gobernación de Gaza, sino que para finales de septiembre se extenderá a Deir al Balah y Jan Yunis. En conjunto, estas tres regiones concentran al 65.5 por ciento de la población gazatí, es decir, a dos tercios de sus habitantes, que pronto podrían verse sumidos en el nivel más alto de penuria alimentaria: la hambruna y la muerte.
La respuesta de Israel fue inmediata y hostil. El Ministerio de Relaciones Exteriores calificó el informe como “parcial y mentiroso”, y el organismo COGAT, dependiente del Ministerio de Defensa, acusó a la ONU de ignorar los esfuerzos realizados para “estabilizar la situación humanitaria”. No obstante, las propias cifras de inteligencia militar israelí, reveladas en una investigación de The Guardian junto con medios israelí-palestinos, muestran que cinco de cada seis palestinos muertos en los ataques eran civiles, una tasa de mortalidad del 83 por ciento.
De acuerdo con autoridades sanitarias de Gaza, en 19 meses de conflicto han muerto más de 53 mil personas, entre combatientes y civiles. Pero el costo humano va más allá de las víctimas directas de la guerra: ahora, la hambruna amenaza con convertirse en el rostro más cruel de la tragedia. Para Tom Fletcher, director de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, la situación “podría haberse evitado” de no ser por la “obstrucción sistemática de Israel” al ingreso de ayuda humanitaria.
En paralelo, sectores de la prensa israelí de derecha intentan diluir la magnitud del desastre. Medios como Free Press, dirigido por Bari Weiss, han difundido la narrativa de que los niños palestinos no mueren por hambre sino por enfermedades preexistentes. La crítica internacional ha equiparado esta lógica con afirmar que “Ana Frank murió de tifus”, cuando en realidad fue asesinada por el régimen nazi.
La declaración de hambruna en Gaza visibiliza apenas lo que la población padece desde hace meses: carencia extrema, hospitales colapsados y familias enteras sobreviviendo sin alimentos. La tragedia humanitaria ya es inocultable, pero el reconocimiento tardío de la ONU y la negativa de Israel a asumir responsabilidad profundizan la sensación de que el desastre, lejos de detenerse, apenas comienza a ser reconocido.
Deben detener la hambruna: OMS
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y UNICEF han insistido en que se debe detener la hambruna a toda costa.
“Es fundamental declarar un alto al fuego inmediato y poner fin al conflicto para permitir una respuesta humanitaria a gran escala y sin obstáculos, de manera que se puedan evitar más muertes. Los organismos han expresado su gran preocupación ante la amenaza de que la ofensiva militar se intensifique en la Ciudad de Gaza y que se produzca cualquier escalada en el conflicto, ya que esto tendría consecuencias devastadoras para la población civil, que ya soporta condiciones reales de hambruna. Es posible que muchas personas no consigan evacuar, especialmente los niños y niñas enfermos y desnutridos, las personas mayores y las personas con discapacidad”, indico la OMS en su sitio web.
A finales de septiembre, agregó, más de 640 mil personas enfrentarán niveles catastróficos de inseguridad alimentaria (Fase 5 de la CIF) en toda la Franja de Gaza. Otros 1.14 millones de personas que se encuentran en el territorio estarán en condiciones de emergencia (Fase 4 de la CIF), y 396 mil personas más, en situación de crisis (Fase 3 de la CIF). S
e estima que en el Norte de Gaza las condiciones sean tan graves como en la Ciudad de Gaza, o incluso peores. Sin embargo, la escasez de datos impidió una clasificación de la CIF en esa zona, lo que pone de relieve la urgente necesidad de acceder al territorio para evaluar la situación y prestar ayuda. La ciudad de Rafah no fue analizada, dados los indicios de que está en gran parte despoblada.
De acuerdo com la Organización Mundial de la Salud, la hambruna es la categoría más severa, y se clasifica cuando se superan tres umbrales críticos: privación extrema de alimentos, desnutrición aguda y muertes por inanición. Según se ha podido confirmar a partir de los últimos análisis, realizados sobre la base de pruebas razonables, estos criterios se han cumplido.
“La población de Gaza ha sido abocada a la hambruna tras casi dos años de conflicto, desplazamientos constantes y graves restricciones al acceso humanitario. Esta situación se ha visto agravada por el colapso de los sistemas de salud, saneamiento y mercado, así como las repetidas interrupciones y los impedimentos a la hora de acceder a los alimentos, el agua, la asistencia médica y las ayudas a la agricultura, la ganadería y la pesca”, añade la OMS.