Evans Cadet, mejor conocido como Evans Okan, es periodista, poeta, músico, promotor cultural y representante internacional de las culturas y poblaciones migrantes. Es organizador de diferentes encuentros literarios internacionales, como el World Peace Festival Argentina 2022, e impulsor de Cuernavaca Poesía en el estado de Morelos en México, junto a otros poetas de renombre desde 2023. Es presidente fundador de Educultura Educación sin Fronteras S.C., que promueve la educación y el intercambio cultural entre jóvenes, artistas y creadores de América Latina y el Caribe. También es copresidente de FAM-México, en coordinación con FAM: Francophonie, Action Médiation, asociación cultural, ubicada en el Distrito 8 de París, Francia.
En entrevista con Poetripiados, comparte recuerdos de su infancia marcada por la dictadura de Duvalier, su llegada al país en 2005 y el descubrimiento tardío de la poesía como vocación. Habla de su relación con el multilingüismo y de cómo la escritura se vuelve un puente entre culturas. Con mirada crítica hacia la situación actual de Haití y fe en la fuerza transformadora de la poesía, Okan reivindica el arte como resistencia y esperanza.
-¿Cómo fue tu infancia en Haití?
Antes que nada, un fuerte abrazo, querida Fidelia, y muchas gracias por este espacio. Qué hermosa pregunta, pero no me la esperaba. Así que permíteme responderla como la describí en mi reciente novela, Entre mis raíces y el exilio, publicada este año. Creo que esta es la mejor manera, y quizás no haya otra forma de describirla:
Así que viví toda mi infancia en Pétion-Ville, uno de los lugares más bonitos de la isla, donde crecí en casa de mi abuela con mi madre y mis dos hermanas menores. Allí también vivía mi tía con sus dos hijos mayores que yo, quienes creían que cualquier limón tirado detrás de la puerta era brujería… En la Avenida Panamericana, donde vivía mi familia en el número 77, había una estatua de San Pedro en medio de una rotonda, donde los creyentes iban a encender una vela o dejar una ofrenda, aunque los mendigos nunca le dejaban ese dinero al santo.
Por alguna razón, lloraba todas las mañanas cuando mi madre me dejaba en la puerta de la escuela. Luego, un poco más tarde, ese mismo día, tenía que venir a buscarme apresuradamente, si *Radio Soley, emisora católica muy popular en el país en los años 80, anunciaba disparos en la capital… Nada era más preocupante que la inestabilidad política para un niño nacido bajo el régimen de Jean-Claude Duvalier, conocido como Baby Doc. Era una época de dictadura sangrienta, marcada por el crimen y la impunidad. Esta ola de tortura y miedo duró casi treinta años y dejó 50.000 muertos, un millón de exiliados y seis millones de personas sumidas en la pobreza. Durante mucho tiempo, los conflictos paralizaron el país, y los abusos de los Tontons Makout, la milicia personal del presidente, se volvieron cada vez más crueles. Los kouri (situaciones de violencia y peligro) eran frecuentes, lo que hacía perder la compostura a los comerciantes de la capital. A pesar de ello, mi familia, ajena a la política, vivía más o menos en paz en medio de este caos.
Tenía como siete años cuando las protestas de una población hastiada del régimen de terror condujeron al derrocamiento del presidente. Tras el anuncio de la caída de la dictadura, observé desde la puerta de mi casa cómo miles de personas salían a las calles, cantando, ramas en mano, para celebrar la victoria del pueblo sobre la represión y el sufrimiento.
Fue un momento histórico que inspiró gran esperanza entre los haitianos, aunque el cambio deseado nunca se materializó. Así, tras la caída del régimen, siguió un largo período de inestabilidad política, marcado por golpes de estado, hasta el punto de que el país nunca logró recuperar el equilibrio. A pesar de las promesas de políticos «vendedores», la isla, lejos de experimentar períodos de desarrollo y calma, sufrió largos años de crisis y la presencia de soldados extranjeros de la ONU, que violaron no solo nuestro territorio, sino también a niños pequeños y, según muchos rumores, incluso a animales.
Pero mi infancia en Haití fue agradable a pesar de todos los disturbios políticos. Recuerdo que temprano en la mañana, antes de que cantara el gallo, desde nuestra casa, me encantaba escuchar el sonido de la música que venía del otro lado de la calle y que siempre me despertaba a la misma hora: Quizás por eso hoy en día me encanta la poesía y el canto, pero también soy un luchador social.
-¿Cómo llegaste a México? ¿Por qué te quedaste y cómo te iniciaste en la poesía?
Llegué por primera vez a México en 2005, como joven periodista para establecer contactos de apoyo para un proyecto cinematográfico sobre la concientización sobre el VIH/SIDA. En ese momento yo estaba al frente de la Asociación de Periodistas de Salud (AJS), que yo mismo fundé en 2003, con el apoyo de otro reconocido periodista haitiano en ese momento, quien luego fue nombrado Ministro de Comunicación, Adyjeangardy, quien fue para mí en ese momento, más que un modelo, un padre espiritual.
También recibí el apoyo incondicional de la Embajada de México en Haití, que me puso en contacto con instituciones públicas mexicanas para llevar a cabo este ambicioso proyecto. Desafortunadamente, o más bien, afortunadamente, llegué a México en medio de un cambio de gobierno y, en consecuencia, no se dio ningún seguimiento concreto como se acordó con las instituciones públicas con las que estuve en contacto. Durante este tiempo, el país me recibió con sus colores y sabores. Al final, nunca recibí el apoyo prometido para la producción de ADIS, una película. Pero recibí mucho más: encontré una segunda patria, conocí gente extraordinaria y pude crecer personalmente. Con México, es una relación de compartir y amor: comparto mi amor y conocimiento con este país y recibo los mismos beneficios.
Sin embargo, empecé a escribir poesía mucho más tarde. Aunque escribía desde muy joven, nunca me imaginé como poeta. No fue hasta un viaje profesional a Haití en 2016, como parte del proyecto «Soy el Caribe», donde conocí al poeta estadounidense Indran Amirthnayagam, mientras trabajaba allí como diplomático estadounidense, que mi carrera como escritor realmente comenzaría. Acompañados por otros artistas, íbamos a su casa a hablar de arte, y él leía poemas en criollo o francés, así que fue él quien me animó a leer mi poesía en público. Luego, también, gracias a su apoyo y devoción por la poesía, me invitó a lecturas en línea durante la pandemia. Así pude acercarme al mundo de la poesía y finalmente a realizar esta vocación que siempre estuvo escondida dentro de mí.
-Hablas francés, criollo y español, ¿en qué idioma escribes originalmente? ¿Escribes y después traduces?
Mi vida como escritor y artista haitiano que reside en México está marcada por una rica diversidad lingüística y cultural. No solo navego entre las aguas de mi lengua materna, el criollo haitiano, sino también entre el francés, el inglés y el español. Cada idioma representa no solo una herramienta de comunicación, sino también un puente hacia diferentes mundos y experiencias. Para mí, que he decidido establecerme en México, el multilingüismo es tanto un desafío como una ventaja. La capacidad de pensar y crear en múltiples lenguas enriquece mi obra, dándole matices y profundidad que difícilmente se lograrían de otra manera.
En Haití, solemos elegir el idioma que hablamos según nuestras emociones. Por ejemplo, hablamos criollo cuando estamos enojados y queremos que nos entiendan con claridad. El francés se usa en la administración pública y privada, pero también para expresar sentimientos más sutiles. Así que, en mi caso, escribo en criollo, francés o español, según el mensaje, la emoción o la fuente de inspiración. Suelo escribir en ambos idiomas: en español y traduzco inmediatamente al francés, o viceversa. A veces, incluso cuando la tarea es más difícil, empiezo primero en criollo, luego traduzco al francés y finalmente al español.
El criollo haitiano es el idioma del hogar, de la infancia y de las raíces culturales profundas. Representa la conexión más íntima con mi identidad y mis raíces. Es el idioma que lleva consigo los cuentos, las canciones y los relatos orales, pero también las heridas que forman una parte esencial de mi herencia. El francés, por otro lado, es el idioma de la educación formal en Haití. Esta lengua me proporciona acceso a un vasto legado de literatura y pensamiento que ha influido profundamente en mi formación como escritor y artista. Finalmente, el español es la lengua de mi entorno actual, la que me permite integrarme y comunicarme en mi día a día.
Mi vida artística en México, ahora vinculada a otros países latinoamericanos como Argentina, Colombia, Chile, Uruguay, Costa Rica y Perú, es una danza constante entre idiomas y culturas. Este viaje lingüístico me transforma personalmente y enriquece el panorama cultural de otros países. Es testimonio de la resiliencia y la creatividad que surgen de la inmersión en mundos diversos. En un contexto mundial cada vez más globalizado, las fronteras geográficas no deberían convertirse en barreras emocionales. La figura del inmigrante a menudo se percibe erróneamente como un extraño o incluso un enemigo, cuando en realidad es un hermano en el camino de la vida.
-¿Qué es “Yo soy el Caribe” y qué impacto ha tenido? Cuéntanos también del Encuentro de Cuernavaca.
El movimiento artístico transdisciplinario “Yo soy el Caribe”, promueve la interculturalidad, la buena convivencia entre los pueblos del Caribe y de América, la educación y el turismo. Tal como lo menciona la periodista puertorriqueña Zorian Chacon O´Farrill del periódico Índice en su artículo publicado el 18 de enero 2017, durante su entrevista con las artistas puertorriqueñas de arte escénico Michelle y Lydela Nonó: “cuando la gente escucha de Haití en Puerto Rico, piensa que es un lugar muy lejos, igual en Haití la gente sabe muy poco de la Isla, siendo muy cercanos somos a la vez muy lejos uno del otro”. Según las declaraciones de las artistas, para noviembre del 2016, en relación a su participación en el Festival Quatre Chemins, en Haití se sintieron como en casa pudiendo intercambiar aprendizajes y conocer de cerca al pueblo haitiano. Entre puertorriqueños/as y haitianos/as hay amor, hay amistad. Es nuestra intención promover entre los pueblos caribeños más eventos en el ámbito cultural-artístico, para celebrar un diálogo entre las islas hermanas. Por supuesto, la realidad es muy similar entre mexicanos/as y haitianos/as, y existe la profunda necesidad de conocernos más los unos a los otros, ya que nuestras culturas e historias son ligadas por sus raíces.
La Semana Intercultural “Yo Soy el Caribe” tuvo lugar por primera vez en Haití en el año 2017, con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en Puerto-Príncipe y el Ministerio de los Haitianos radicados en el Exterior. En el año 2018, su segunda edición, fue el estado de Oaxaca quien recibió dicha manifestación cultural, y Tlatelolco en 2019, para la tercera edición. Es un evento cultural concebido con una visión de cultivar las relaciones entre los países hermanos del Caribe y de América, para promover y fortalecer la interculturalidad, la buena convivencia entre los pueblos, la educación y el turismo.
Esta visión de unificación y paz a través de la cultura y el arte dio origen al Festival Mundial de la Paz en 2022 en Argentina y prefigura el Festival de Poesía de Cuernavaca, que celebra su tercera edición este año en el estado de Morelos, así como varios encuentros internacionales como el Encuentro de Raíces Africanas y las Américas, que se ha celebrado dos veces en México y se celebrará este año en Lima, Perú. Numerosas iniciativas paralelas han surgido en Haití gracias a esta idea, sin mencionar la producción musical y de video realizada en Haití, Miami, Puerto Rico, Colombia, Argentina y México, con la participación de varios artistas y creadores internacionales que han trabajado dentro de este movimiento cultural internacional.
-¿Qué opinas de la situación actual de tu país?
Hoy miro a mi país con el corazón lleno de gratitud y esperanza. Como escritor, siempre he creído en el poder de las palabras para unir, inspirar y transformar. A través de mis palabras, espero crear conciencia y fomentar la conciencia colectiva.
Haití atraviesa un momento turbulento. La inseguridad reina en las calles, alimentada por las bestias armadas y la persistente inestabilidad política. Los ciudadanos viven con miedo a diario, y la crisis económica agrava aún más la situación. La infraestructura pública está en declive y el acceso a los servicios básicos a menudo se ve comprometido. Debemos unirnos para construir un futuro mejor y más seguro para nosotros y las generaciones futuras. La historia nos ha demostrado que somos resilientes. Juntos, podemos y debemos escribir un nuevo capítulo más brillante para Haití.
Además, me enorgullece pertenecer a una comunidad que encarna la resiliencia y la determinación. Nuestra historia es rica y compleja, marcada por inmensos desafíos que hemos superado con valentía. Es esta misma fuerza la que nos impulsa a seguir luchando por un futuro mejor, tanto en Haití como en la diáspora. La educación y la cultura son pilares esenciales para nuestro desarrollo y crecimiento. Animo a todos mis hermanos y hermanas haitianos a valorar nuestras raíces culturales e invertir en la educación, ya que es la clave para resolver nuestros conflictos internos. Al transmitir nuestro patrimonio cultural a las generaciones futuras, preservamos nuestra identidad y enriquecemos el mundo.
Invito no solo a mis compatriotas, sino también a la comunidad internacional, a actuar para establecer la paz y la estabilidad en Haití. Mis llamados a la unidad, la solidaridad y la cooperación internacional subrayan la urgencia de una acción concertada para sacar al país de esta crisis.
-En tu experiencia, ¿la poesía puede influir en la política o en la toma de conciencia internacional?
La poesía tiene el poder de trascender las barreras lingüísticas, emocionales y culturales, convirtiéndose en un lenguaje universal de resistencia y esperanza. Gracias a su capacidad de conmover, inspirar y educar, la poesía continúa influyendo en la política y la conciencia. Tomemos, por ejemplo, la postura de poetas de todo el mundo ante el actual bombardeo de Gaza: la poesía siempre estará en contra de la guerra y del lado de la paz y el amor, porque nace del alma.
La tradición literaria activista de Haití, por ejemplo, se remonta a la lucha por la independencia del siglo XIX. A lo largo de los años, escritores, músicos y pintores haitianos han denunciado la corrupción, la desigualdad y la opresión a través de sus obras, como se vio durante la ocupación estadounidense de 1915 y los 29 años de reinado de la dinastía Duvalier. Este legado continúa hoy en día, con autores como el recientemente fallecido Frankétienne, que utilizan la pluma como herramienta de resistencia y transformación social. En mi caso particular, trato de usar siempre la escritura o la música, más bien como una poderosa herramienta de lucha social, pero sobre todo un medio para despertar la conciencia universal. Mis textos invitan al lector a cuestionar, reflexionar y, lo más importante, a actuar frente a la ceguera mundial.
-¿Tienes algún ritual o hábito para escribir?
Escribir es un arte que, para muchos, requiere inspiraciones y hábitos específicos que fomenten la creatividad y la productividad. Por eso, cada escritor tiene sus propios rituales y hábitos que le ayudan a encontrar su ritmo de escritura. En mi caso, esto no es una excepción, porque para mí, la escritura y la creación en general están vinculadas a la parte más divina y profunda del ser. Por ello, mis rituales oscilan entre la meditación, la contemplación, la introspección e incluso pueden incluir fumar una flor y hacer el amor, según el mensaje que desee transmitir en ese preciso momento. Pero en el fondo, también creo que toda inspiración proviene de una fuente que trasciende los mundos. Por ello, para mí, cada circunstancia de la vida es también un ritual que abre un espacio personal para la creación y la escritura.
-¿Crees que la vida humana, como la conocemos, vaya a desaparecer pronto?
La cuestión de la posible desaparición de la vida humana tal como la conocemos es un tema complejo que ha cautivado la imaginación de muchos. Si bien es imposible predecir el futuro con certeza, varios factores podrían influir en este escenario, como el cambio climático, la guerra nuclear, pandemias globales como la de 2020, o incluso el mal uso de las tecnologías que podrían amenazar la continuidad de la vida humana, sin mencionar la falta de conciencia y amor. A pesar de estos riesgos, la humanidad también tiene oportunidades para asegurar su supervivencia y prosperidad como la ayuda mutua entre cada ser humano o la cooperación entre países es esencial para abordar las amenazas globales. Por otra parte, creo que el equilibrio entre la evolución tecnológica y el despertar espiritual podría ser la clave para un futuro sostenible. Al integrar estos aspectos, podemos aspirar a un mundo donde el progreso no sacrifique, ni nuestra humanidad ni el bienestar del planeta.
En definitiva, la destrucción puede parecer un concepto negativo, pero es innegablemente inherente a los ciclos naturales y a la vida misma. La clave está en comprender y respetar este principio, buscando siempre el equilibrio entre la creación y la destrucción, y valorando las oportunidades de renovación y crecimiento que se presentan. El futuro de la humanidad es rico en posibilidades y armonía si logramos evolucionar conscientemente, integrando nuestras innovaciones con un profundo sentido de propósito y conexión espiritual. La existencia misma, tal como la conocemos, es un plan perfecto, que siempre brinda esperanza en la vida, tanto para el ser, como para la creación misma.
-¿Cuáles son tus poetas vivos imprescindibles?
A menudo, los seres humanos nos embarcamos en largas travesías en busca de valores y significados que creemos lejanos y difíciles de alcanzar. Sin embargo, es curioso observar que, en muchas ocasiones, esos valores que tanto anhelamos ya están presentes en nuestro entorno inmediato y, más importante aún, dentro de nosotros mismos. Del mismo modo, quiero tomarme este espacio para expresar mi más profundo agradecimiento a mi familia poética, a cada una y cada uno de ustedes que, sin su apoyo, inspiración y constante motivación, no estaría donde estoy hoy. En esta familia, he encontrado más que colegas; he encontrado amigos y mentores. Por todo esto y más, les agradezco desde el fondo de mi corazón. Espero que juntos, continuaremos creando, soñando y transformando nuestras realidades a través de las palabras. Les reitero mi gratitud. Aunque la lista de poetas que merecen mi reconocimiento es extensa e interminable, quiero aprovechar esta oportunidad para resaltar a algunos/as de ellos/as. Estos/as poetas han dejado una huella imborrable en mi escritura en general, y estoy seguro de que reconocerán y apreciarán sus contribuciones, también en el ámbito de la literatura mundial. Sin más preámbulos, me gustaría agradecer especialmente a los/as siguientes poetas: Indran amirthanayagam de Estados Unidos, Ana Guillot de Argentina, Tomas Modesto Galán de Republica Dominicana, Eurídice Román De Dios de México, Jorge Contreras de México, Jennifer García de Colombia, Samiri Hernández Hiraldo de Puerto Rico, Amado Láscar de Chile, Valentina Rojas de Colombia, Catherine Ollier-Taillandier de Francia, Ricardo Ariza de México.
De la misma manera, recientemente he descubierto algunos/as poetas cuyo trabajo admiro mucho, hablo de poetas como Yumiko Otomasu de Japón, Reshma Ramesh de la India; la gran sensibilidad de una poeta como Alexandra Nicod Rickenbacher de Suiza, o incluso poetas como Antonio Nazzaro de Italia, Giselle Lucía Navarro de Cuba, Ayran Riascos de Colombia y por supuesto, Harold Alva Viale de Perú. Y sin duda, gracias a ti, Fidelia Caballero, por esta maravillosa oportunidad de conocer a tus lectores a través de esta entrevista. Tal como te lo dije en Tizayuca hace unos meses, tu valentía y tu capacidad para capturar emociones complejas en una poesía accesible y profunda, siguen siendo una fuente de inspiración, tanto para nosotros/as poetas, como para los lectores. También quisiera destacar el gran aporte de la literatura militante en Haití, representada por jóvenes poetas emergentes como Stéphanie Charlotin, que no tienen todavía libros en las librerías pero que, sin embargo, desde una poesía en tránsito, representan la voz de toda una juventud.
-¿Cuáles son tus proyectos a futuro? ¿Dónde te ves en diez años?
Suelo vivir el presente. Mi madre decía que «el hombre propone, la vida dispone». Mi ideal de vida es conectar plenamente con el espíritu y el alma. Al buscar una vida ideal, conectar con nuestro espíritu y alma nos guía hacia una existencia más plena y significativa. Este viaje interior no solo enriquece nuestra experiencia personal, sino que también mejora nuestro impacto en el mundo que nos rodea.
Evan Okan es autor de la novela Agar, publicada en 2021 en Colombia y de la novela bilingüe Entre mis raíces y el exilio, publicada por la editorial de Nueva York, El Sur es América (2025).
Sus escritos en francés y español se han publicado en numerosas antologías y revistas internacionales. Desde 2020, el autor ha presentado varias conferencias en diferentes países como Argentina, México, Haití y Perú, sobre temas como liderazgo, espiritualidad y desarrollo personal.