SERGIO GUERRIERI
8
Deberíamos dar nombre
al órgano de ceniza,
no preguntarnos por la quemazón,
no cuestionar su esencia volátil, crepitante,
no soñar con lo que se ha perdido,
(tal vez alguien dude sobre lo que se hizo,
lo que se hizo así…)
pero no merece la pena revivir lo que ardía
tan dolorosamente, junto a los maderos,
sí, su nombre;
sí, su dedo señalando la flor;
sí, que iba a darnos su dulce por única vez.
Punta encendida
La madre lame una manchita de queso crema
que el hijo tiene en la comisura del labio,
duerme desnuda y transpirada
como la dama de Goya,
la madre dice: nadie se ocupa de mí,
y él niño repite: nadie se ocupa de mí.
Ella exhala abierta ante él:
el tabaco rebota en sus caras: en la cara de él,
en la cara de ella rebota
(ambos entrecierran los ojos).
Es una repetición
que va de interior a interior.
Una canción
Las hojas del álamo
cercano al paredón han muerto,
crujen dentro de la bolsa
que será llevada.
Ese sonajero de nylon
con el que juega el hijo
cuando revisa la basura, vive
otra vez en una melodía que él imagina,
esa canción…
de cosas que se quiebran al mismo momento.
De Los placeres culpables (Ed. Ruinas circulares, Caba, 2020).
Ganador del 1º Premio Rubén Reches
Ritual
Antes de ser descubierto,
el salvaje fue previamente inventado.
G. Cocchiara
I
El silencio, esa posible interdicción,
nos hacía bailar mejor.
La danza del amante se parece
al comportamiento animal:
comer por instinto,
por verdadero hambre;
correr para salvarse,
por verdadero temor.
La cabeza del amante
es una serpiente;
sus cascabeles,
el amor de la víctima.
II
En el silencio, la cadencia es una.
A veces puede verse ese ángulo ascendente:
la boca abierta de eros y tánatos,
la casa impecable, la falta de luz,
la oscura certeza de bailar imitando la luz.
Con la mano levantada,
señalabas algo oscuro
que manchaba el techo.
Hice una arandela negra con la humedad
y la coloqué en tu dedo.
Casado con las cosas esenciales,
me aseguro de que nada caiga
por sus propios medios.
La danza
I
Te levantás del sillón.
Estirás la mano.
Acepto tomarte la cintura,
apoyar mi cabeza en tu hombro,
cerrar los ojos…
Tu cuerpo es como un talismán,
a veces el deseo puede no traducirse en palabras.
Nuestra danza es el secreto: silencio del deseo
migrando hacia otro lenguaje.
II
Acerco aún más la cara a tu cuello.
Ha comenzado a darme hambre
ese olor a café.
Llevo la mano hasta tu nuca. Inspiro.
Esa es la palabra por la que el hambre
se vuelve lenguaje: inspiro.
El vapor resuena
y todo lo que deseo está en el aire,
el pan tostado, la mañana,
todo lo que comienza está en el aire.
De Ritual de cacería (Ed. Del dock, CABA, 2014),
Mención especial en el Concurso Javier Adúriz.

Sergio Guerrieri (La Plata en 1980). Poeta, narrador y docente. Estudió el Profesorado en Letras (UNLP), y el Profesorado Superior de danzas (IPEF). Se formó como Coordinador de grupos (Instituto Descubrir) y es Corrector de textos. Coordinador general de Cursos y talleres literarios de Stilus. Integra el colectivo Poetas de la Biblioteca (poetas de la Colección Miliuna de la Biblioteca Nacional). Publicó en poesía: Desnudos en Quarently (Ediciones Del Dock, 2009); Ritual de cacería (Ediciones del Dock, 2015 -Mención especial Premio Javier Adúriz-); Pozo (Ediciones La Biblioteca, 2015 -2º Premio Concurso Victoria Ocampo-); Los placeres culpables (Ed. Ruinas circulares, 2020 -1º Premio Concurso Rubén Reches-) y Cría (Ed. Vuelta a casa, 2024). Poemas suyos figuran en varias compilaciones poéticas, entre ellas: Antología 2007/2008 y Antología 2010/2011 de la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Ganador del premio Accesit en el rubro “Escritura” y merecedor del “Accesit de plata” entre los ganadores de todos los rubros de la cultura, premio compartido con el Dr. René Favaloro. Colabora con revistas del país y de Latinoamérica. Facebook: Sergio Guerrieri o página de FB: Taller Stilus
PABLO SEGUÍ
Y leo revistas
En la tentación
Mi cuerpo se cae
Solo veo la cruz al amanecer
“Rezo por vos”, Luis Alberto Spinetta
Remy Lacroix
Gracias, Remy, por tanto:
has sido una gloriosa
manera de estar solo.
Hiciste de las tuyas
con profesionalismo
para poder llegar
a un retiro que mucho
he lamentado. Imagen
de la flor manoseada
sin miramientos, queda
una herencia que sigue
asombrando: cotejo
gustoso tus películas.
Quisiera conocerte
y ver qué pasa entonces.
—-
Remy Lacroix
“Nosotras las mujeres
no tenemos derecho
al porno, destinado
sólo a los hombres”, dice
una que no fue actriz.
¿Por qué no curiosea?
Y esas que son filmadas
¿no son también mujeres?
¿No merecen tal nombre?
(Argumentos…) Yo miro
una vez más tus ojos
y tu sagrado culo
que estos versos inspiran.
Qué plato: me besás
y contás la biyuya.
—-
Remy Lacroix
Yo creo que es sagrada
la manera en que gira
el hula-hoop en torno
de tu cintura. Qué
puede hacer Santa Rosa
más que aplaudir: seguro
que convocás tornados
como el Katrina, allá
en tu país. Gemí,
divertite. Que suene
cada vez más tu nombre.
—–
¿Regresa el tiempo de los asesinos?
En septiembre de 2022 intentaron asesinar a la Vicepresidenta
de la República Argentina, Cristina Fernández (esa mujer).
Ahora, solo, en casa,
después de haber comido
de una lata de arvejas,
con un mate lavado
y ya frío, me siento
a escribir obviedades.
(El País —ese nombre
de algo tan débil— cruje.
Mi casa es una sola
y mi mente, aturdida
pero consciente, tiembla
ante un pasado que
aún amaga: el Terror.)
De Remy Lacroix y otros poemas, Barnacle, 2023
Omne animal post coitum triste
La memoria taimada
me trae lo peor.
Despertar encorvado
y mates fríos. Una
trompeta pule y ciñe
la mañana. ¿Sabré
por qué castigan, broncos,
los recuerdos? ¿Será
que tuve sexo anoche
y al cabo de los siglos
el bueno de Galeno
aún tenga vigencia?
Sabés que no
El amor, que se gasta
como todas las cosas,
¿es una cosa? ¿Puedo
llevarlo en el bolsillo
para después tirarlo,
cuando moleste? ¿Puedo
decir que ya no sos
lo que me viene bien?
¿Puedo, luna, extirparte
de mi yo como un quiste?
No te mientas
“Llevar la vida al centro
del poema”, te dice,
“como una llamarada
súbita”. Se embelesa
con imágenes fuertes
que cree que realiza
al tirar esa frase.
Vos sabés que los modos
de tu verso conducen
a un escenario frío
en el que sin embargo
el cuadro es más real:
la vajilla, disímil,
y la mesa, pringosa
De Lizard y otros poemas, Barnacle, 2020

Pablo Seguí (Córdoba, 1973) Entre los 8 y los 17 años estudió violín, para luego volcarse hacia la poesía. Ha publicado los siguientes libros: Los nombres de la amada (Alción, 1999), Claves y armaduras (Foja/Cero, 2005), Naturaleza muerta (El Copista, 2011), Otro verano y éste (Barnacle, 2017), Animal de bien (Barnacle, 2018), Noción de ritmo (Barnacle, 2019) Lizard y otros poemas (Barnacle, 2020), Babía y otros poemas (Barnacle, 2021), La internación (Barnacle, 2022) y Remy Lacroix y otros poemas (Barnacle, 2023).
***
GRACIELA ZANINI
El regreso
Como si fuera posible respirar
con cepos en el cuerpo. ¿Cómo,
una vez atrapada el ave,
volverse viento para que no caiga? ¿Cómo
–si fuera capaz- ser jaula y reconocer
el canto desde fuera del mundo, cómo?
Toda posible fuga es imaginación
forzada a crear un espacio
para decirse libre, para reconocer
sonidos, instalar pentagramas
en la reja circular. Abolir tejados.
Luego, entre costillas, adivinarse
corazón marino, peleador entre algas
o algo que enmaraña y nos regresa
a un patio sin oleajes, al tesoro
enterrado. A la voz amorosa
augurando serena travesía.
La quietud
Algo se ensimisma a cierta hora de la tarde.
Se suspende, se acalla. Hace que la canción
cotidiana se estremezca de otro abrazo.
Ser cantada por el silencio y comprendida
por alguien que soy en otras horas.
Es allí la expansión, el vuelo solitario,
purísimo en su deseo de altura,
de visiones,
donde no hay palabras ya
y una pompa de jabón puede ser
armonía descendida.
Estallará de realidad cuando vuelva
a mi respiración.
A mis asuntos.
La forma
Abierto el paisaje imaginario, en esa
ilusión de libertad
-la expansión sin el riesgo de extraviarse-
las palabras danzan
su en sí. Su consecuencia inesperada.
El cuerpo se prepara, siente
la íntima rotura y el fluir de lo aún sin nombre.
Con la duda rozando pies desnudos,
danza y poema se tocan
un instante.
No hay antes ni después. Quizás
la transcripción aproximada y la vaga sensación
de haber perdido algo.
Identidad
Todos los vientos que cruzan
La ciudad donde vivo, dicen
la tormenta de tu nombre
el llanto de tu nombre
la canción de tu nombre.
Envuelven al pequeño planeta que gira
-porque así lo quisiste- rodeando
tu solar encantamiento. Todo emite
signos de esa distancia y aquélla
completud que me vacía y me colma
otra vez y me suspende como
la identidad de algún desmayo.
También el hambre cuenta. La presencia
que duele en lo que falta. Es cuanto tengo.
Esa ficción
y un feroz regocijo ante el espejo.
Epifanía
I
Recuerdo el olor que rodeaba su cuerpo,
esa atmósfera propia
como de óxido y digestiones malas.
Me inquietaba. Era olor a viejo, a cosa envejecida.
Creía que olían así los seres aún vivos, pero apenas
como un sello de caducidad o de extinción cercana.
Olor a cosa que se terminaba. No olor a muerto, no,
peor, era el olor de algo que no quería partir.
Que tironeaba tapado por esencias y jabones.
II
La risa vino sin esfuerzo y rebotó
en las paredes del baño. Fue genuina.
Una buena risa.
Como cuando se resuelve un acertijo.
La ropa tirada sobre el piso, la ducha abierta
y el agua cayendo como una absolución,
llevándose por un rato ese olor que reconocía.
Que llegaba desde la infancia a reclamar lo suyo.
La deuda
Te debo una oración fúnebre,
la luz cruda de Courbet,
los colmillos del día,
los madrigales de Monteverdi.
Te debo un idioma subterráneo.
Dejarte saber que en lo idéntico reside
la mayor amenaza
y que lo diferente trae inquietud saludable.
O que necesitar un dios no es relevante
porque, a cuatro patas o volando, hay
un patrón de arrastre en esta especie,
donde un tigre en el espejo, o un insecto
pueden contar la historia.

Graciela Ester Zanini (Ciudad de Buenos Aires, 1948). Títulos publicados: Del rey desnudo, Editorial Sudamericana 1998.Primer Premio Nacional 1993 /1994 de la Secretaría de Cultura de la Nación, Rasputín y otras obsesiones. Libros de Zorzal, 2003, Primer Premio Honorarte, Lo que hay, Ediciones Del Dock, 2005, Magna ubre, Editorial Ciudad Gótica, Rosario, colección Icono, 2013, Breve antología Moore- Oteriño- Zanini Ciudad Gótica, Rosario, 2004 Mención de honor Fondo Nacional de las Artes, 2010. Actividad radial con programa Letra Viva, Radio Municipal de la ciudad de Buenos Aires 1983 junto a Ulyses Petit de Murat. Actualmente, coordina gabinetes de poesía y novela.