I
Tal vez sólo en el silencio te hablo
Respirando por la hendidura
Vuelta a convertir en piedra
Latiendo ensimismada en el centro de la piedra
Nacida y muerta, y muerta
Y renacida en el vientre de un hombre
En la súbita punzada de su deseo
En el silencio ovillada como oruga
Viajando a tientas en un alma
Recogiendo sensaciones y oquedades
“Batida chica” en torno de los cuerpos
Cuerpo invisible en medio de los cuerpos
Un nadie que se interna en lo que ocurre
Tu Ser de días, tan pronto encerrado entre las noches
Otra noche sin pensamientos y otra noche
Un rumor de nada que te amasa, un vientre hueco que piensa:
Ser uno solo, y ser dos, solos
Un hombre a cuestas con dos soledades
De hombre y de mujer, de hombre y cosa
O de todas las soledades mudas, incapaces de discernirse
Pues nada tiene poder sobre la nada
Ni el filo del amor y su llamada de cuña
Yo sé lo que sucede en tu noche, y no sé
Si un hombre con un dolor fosilizado que necesita una herida
Que le supure y le duela y que le lleve el dolor al aire
Si una piedra porosa que sangre, con muchas bocas
Si una cadena de noches en desbandada, y un viento feroz
Soplando, soplando, cada vez más vacío y más feroz
Una brisa que limpie nuestra alma en dos como un incendio
Que arrase con las cosas y te suspenda
Siempre un paso atrás del tiempo que se abre
Siempre temeroso ante las puertas, cuerpo encendido
Quieto en el umbral del nacimiento, el hombre amado
En vano amado, pues cuánta tierra incultivable de ceniza
Cuánto silencio animal en el subsuelo de una celda
Roedores de aire, canales de agua murmurante
Muros de agua fósil, mi soledad petrificada
Mi soledad comprometida en el cuerpo de cien hombres
Semilla a la espera, sin corazón, del corazón, semilla
Un labio del mundo que babea, un labio solo
Ser allá, movidos por la corriente lenta
Cada vez más indecible es lo que pasa
Nada muda del terror anestesiado, agua hasta el tope
Sábanas de sábanas de tiempo, y un perfume
Su presencia imposible que me horada
La cascada de minutos como piedras que le llueven
Y luego un cuerpoentero que se levanta bajo las piedras
Un alma múltiple en desbandada. No son todavía las doce
Es hoy una noche abierta, aterrada, femenina, tan llena de calles
Mañana el día dorado, la cortina enrojecida, la herida virgen
Cómo te soñaron mis células, y te sostuvieron mis huesos
Mis débiles huesos de pájaro, mis plumas evanescentes
Cómo me infiltré en tus uñas y apesté tu lengua y amé lo que existe
Con tanta ira amé, con tal ira, con tanta, con tanta apreté los dientes
Para no salírteme…
Para no nacer aún, ni ya nunca si te dejaba
Qué larga es la libertad como una cuerda larga y resistente
Como una soga al cuello del alma que huye
Como un diminuto ovillarse junto a tu ombligo, y mamar sangre
Deliciosa leche ardiente que da vida a las piedras
Deliciosa leche amarga, tus besos más sabrosos que la muerte
Y estoy con los pies enterrados y las manos en alto
Meneando los brazos en una danza idiota, pidiendo auxilio
Haciendo señales de tierra o adioses, ¿cómo saberlo?
Pegada a la cuna de los niños que no tengo, rumiando acurrucada
En tus uñas feroces y sucias, que arañan jeroglíficos que manan
De una loca bajo su carne silenciosa, su buena carne, y tierna
Con sus gemidos de hombre bien contenidos tras la brida
Y huesos templados en el silencio, en la ira, y en un amor primero
Irreconocible, sin concesiones, impío, irreconocible como amor
Inapresable como amor, hecho de callos. Y otras huellas ocultas
Amor cocinado en el propio cuerpo para engullirse en deleite
Cuerpo hacinado de sus múltiples despojos irrenunciables,
Cuerpo abierto que amas, cuerpo cerrado que despojas, tu otro cuerpo mío
Ahí respiro, ahí espero y soy, entre las venas en nudos
Como en un mundo a oscuras, arrasado por el fuego y una brisa violenta
Y lamo los muros, con parsimonia de bestia. Y te mudo
De pieles sucesivas, con ásperas caricias, en privación sensorial
Qué buena es la noche entre más noche y más fría y más río de nada
Cuando te has vuelto la piedra que late en secreto, un corazón baldío.
II
Quiero huir también, entre las hojas
Diluir en el verde el pensamiento
Arrancar el pasto tirada boca arriba, ver las nubes
Ver palomas que no existen, decir versos rotos
Pertenecer a otro mundo de la carne
Lamer aromas en el aire, lamer aire
Despedirme de todo y soñarme un río en la mañana luminosa
No decidir jamás, no desgarrar tu alma, no
No hablar más el idioma de los tontos, no hablar en suma
Volver siempre como el río, pero no hablar, ni escucharme decir:
No puedes empezar siempre, tienes el alma olvidadiza de un lagarto
Tienes espinas en las plantas de los pies, deja de irte
Tírate boca abajo frente a las nubes, déjate amar por la espalda, gira
Síguelas al centro de su nada, de su frescura disolvente, de su beso ácido
Que empapa, y te hace agujeros salvadores, túneles de agua
Que surgieron de las siete cabezas de los monstruos
Que transmutan galerías de la piedra en venas subyugadas por el goce
Que crece como flor mínima y echa un delta de raíces
Que navega, y lleva savia de placer a todo lo ancho de las nalgas
Sentirse feliz, dura tarea, ser tierra surcada de jadeos
Permitir que la dicha te socave sin pararla, que socaven sus mareas
Reservarte una zona insensible para verlo, y ver que la marea sube
Inunda de gemidos la zona intacta y ya no miras
Oyes solamente los gemidos viniendo de alguien que no conoces
Pierdes la conciencia unos segundos, boca arriba
Boca abajo, penetrada por el tiempo como un río
Bajo la seña carnal, y el oro silencio -por primera vez oro-
Quien abre los ojos no vuelve a ser tú, jamás, lo siento
Donde entró a morir el hombre con su noche
Aquella noche puntiaguda sin sustancia, ahí te viste
Atada como un ciervo, enterrada como un planeta vivo
Anestesiada y lúcida-de-nada por el contacto
Sé que tienes miedo pero quién, ¿quién lo tiene ahora?
Si ya de las caderas sube hasta el cuello y empapa el árbol
El peligroso placer de estar vivo como un flujo de electrones, un graznido
Un quererte sustraer o doblegarte, y un alivio, pues vives
Y eso significa olvidarás tanta dicha intolerable poco a poco
La nube se deslíe y contagia al vientre
El vientre se ahueca y contagia al cielo
El cielo ya no respira mientras palpitas, mientras palpita el gozo impuro
Y ruges, un segundo antes de hacerte espuma sobre lo verde.
III
Tal vez sólo en el silencio te conozco
Tal vez te palpo cuando vuelvo sobre mí misma
Y unas manos sonámbulas modelan caricias en la sombra
Y las caricias se rebelan y arañan, abren huecos
Con sus dedos invisibles, y sus bocas voraces
Y me dicen al oído las cosas que nunca quise
Y me confiesan el verdadero nombre de quien amo
Como si hubiera algo verdadero que decirse
Como si la lluvia no fuera un subterfugio
Para impedirnos escuchar, y caer en la esperanza
La loca soga me ató a tu cuello, y yo me asfixio
¡Basta amor!, y mi pecho se angosta
Que a tu ventana me robó la vista, y me condujo a ciegas
Me dio pies-manos-bocas para correr tras espectros
Amar lagunas secas, madres sin vientres
Lunas sin faces, estrellas muertas y unos tímidos pezones
Que derraman su leche, su agua derramada, su semen venenoso
O su sangre silenciosa chorreando como un hilo de sangre
Sangre como sangre, igual a ella, y a mí
Igual a ti en tu sueño más recóndito, ¿no sabes?
Cuando tus uñas trazaron las diminutas letras, las cifras mínimas
De despertar, sobre toda mi piel de leche
Sobre el ala inminente, la lámina de arroz, el aliento todavía frío
Antes de convertirse en fuego elemental, en un hogar precario
Tus letras minuciosas sobre lenguas de aire, ahí en mi hueco
Antes, incluso, ya infectaba yo tus uñas. Las infectaba mi amor calcáreo
Lamiendo tus toscas manos recién abiertas
Igual que si estuvieran despertando de su puño
Untadas de mis nombres más antiguos
Igual al aire, porque no pesan, ni te suenan a nada, y después de palparlos
Disuadirme, tinta en agua, vuelvo a ser tu mujer desconocida
Gusano de seda en las esquinas, que secreta hojas de leche
En las que salves también su alma, y se desvanece: cual es su vocación
De sábana escritura, de piel sonido, de luz negada
Una vez que se ha extinguido su cólera y deseo
Las cuatro esquinas se vuelven mundo, la noche se enrojece
Presagiando un parto ineludible entre las hojas
Y ay, esa filosa tinta sobre nubes que amanecen en ocaso
Cuánto tu nombre, ya hecho trizas, cristal que surca
Los jardines desahuciados de mi nombre, vuelto a sembrar
Con la dedicación de un monje, de un demente, un Ser de bruces
Con palabras-hormiga, insectos voladores, peligrosas aristas y sensitivas
De tu caligrafía incisiva, mínima, astringente. Y la boca seca
Del Ser decapitado, de bruces que soy y lamo
Tu cuello huérfano, y comulgo de esa sangre silenciosa
Cuento los años, miro el filo de la tierra desde proa, me balanceo muy triste
Porque algo acaba, este sueño del inconsciente, una espera solitaria
La aventura de los héroes, y el trayecto sinuoso de tu punzón mojado
Que se desliza sobre membranas lechosas que secreto
Sobre el taburete invisible, la rodilla doblada. Y el hueco en tierra.
Sueño que si fuera tu escritura recobrada. Una palabra sin nombres
Temerosa de los nombres. Nunca más los nombres, amor, te lo prometo
Nunca el fuego en la lengua, ni el hielo forzoso en la memoria
Pruebo las yemas de tus dedos, oscuros del tabaco,
Torpes con las minucias, todavía
Como si hubiera que pulir el alma otros dos siglos, e inventar
Los cuerpos de las mujeres que amaremos desde tu carne
Sueño que soy tu palabra rescatada, gusano sacrílego del trazo
Canción de cuna entre las sienes de un hombre que musita
Sueño que revivo de los escombros del campamento, y de las palmas
Y en las prótesis necesarias, como tu rostro, tus muñecas,
Ahí donde las cuñas penetraron
Sueño que me profiero con la delicadeza de un sueño que olvidaste. Sueño
Que te beso desde cada vocal, y me borda tu caligrafía en el hierro
Sueño que me suspendo en el lapso que medita entre una palabra y otra,
Y me dejo caer, como cuerpo en el agua y fruto
Como cadáver murmurante, flor liviana, onda en el río de tu escritura
Un día u otro te conozco, voz en cuello, estrangulada
Un día te dejo decirme como si me amaras y me conocieras,
Como a la intemperie de todo conociste tu valor y tu fuerza virgen
Un día te hablo de noche, de nada, y te bailo lentamente mi secreto.
IV
Toca, esto es un picaporte. Un picaporte que gira
Éste es el sonido del picaporte como tronarse la lengua por gusto
Ésta es la lengua del zapato. Y éste, el zapato que usabas el día que te llevaron
Ésta es la llave del picaporte. Y éstos, los dientes de mi boca
Que mordisquean tus dedos, para entusiasmarte. Y ésta es tu mano
Resbalando por la fina porcelana del florero. Tu yema…
Y éste es el hueco del florero y mi hueco, por donde entra la mano
Que gira el picaporte de esta puerta. Ésta es la línea divisoria
Con mi mundo. Y éste es mi cabello confuso.
Y ésta, la calle que no distingo
Y al cruzar la calle, con estos pies y estos zapatos
Ya cruzaste. Contra el viento
Pero claro, el viento no es que se olvide.
Mucho menos en una ciudad como ésta
Tan lejos de las otras, de la mía. Y tan cerca
Porque es la misma, tras de la cueva
Con sus calles fugitivas, veloces, llenas de viento revolvente
Y del tiempo que ha pasado
La puerta ronronea al abrirse sola, tras el giro delicado de tus dedos
¿Más, o menos delicado?, ¿cómo adivinaste el toque justo?
No olvidaste en esos años
La resistencia de las cosas a ser usadas, soñadas, dichas
Todas estas cosas imaginarias…
Sin lastimar y sin soltar, supiste. Tomar sin arrebato
Sin dudas. No violar mi resistencia
A ser tan tuya, tu taza, tu abrigo, tu cuchara
Ésta es la cuchara de sopa, que lamemos con avaricia
Y ésta es la sopa de aguacate, tan deliciosa y tan fría, como una leche fértil
Y éste es el hueso de ese fruto, lubricado y táctil, casi obsceno
En forma de gota oscura, relamido por la pulpa, dulce para chuparse
Esto es chupar. Y esto es tu lengua entumecida. Y esto, mi lengua muda
Es toda la humedad que nos ampara. Y éste es el click de la luz
Que apagas o enciendes según si quieres
Ver cómo me muevo o sospecharme, igual que una mentira
Y ésta es la toalla, mía y tuya por hoy. Por hoy y siempre.
La ávida toalla de secarte
La ávida luz de revelarte. La ávida vida de quemarte. Ésta es,
Con sus tentáculos divinos
La ávida sábana de olerte. Esta sábana de aire, que es la luna.
V
Juega. Con la punta de los dedos. Entre las manecillas rotas, entre las cuerdas. Cae silencio de tu torre. Cae polvo sobre ti. Roe tu cáscara de huesos. Estoy donde me dejaste. Pero el sitio se ha ido. Juega. Despereza la soga. Aligérate. Tartamudo corazón de paja. Ves el horizonte despoblado de montañas. Estoy sentada con la guitarra en el borde. De la barranca dorada. Estoy apenas sola en el borde. De una soledad desconocida. Tengo trece años. Me están abriendo un boquete en el ombligo y lo ignoro. Te están abriendo. Y yo canto sin pudor para las nubes y la basura de la barranca. Pruebo a respirar hondo, como si supiera. Entonces no sabía del terror. No recordaba que sabía. El terror volvió desnudo en la cola del deseo. Un lagarto se llevaba todo el sueño: “Crying for mercy in your dady´s arms again”. Canto con una voz dorada que no sabe guardar su silencio todavía, que no lo atesora como lo más preciado que habrá tenido. Esta calle oscura con tus pasos. Este renquear que medita solo. Y tarareas por fingir que estás en cualquier parte, tal vez conmigo. Menos aquí. En el borde de una barranca. Masticando una tonada. Mientras te taladran la espalda y yo lo ignoro. Mientras mi mundo se desfonda, el amor que te tendré tensa las cuerdas. Y caen del interior de mi guitarra hojas de arroz, surcadas con tu escritura.
(NOTA: El título original era “En cautiverio”, en La grieta, México, Verdehalago, 2014.)
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Escritora y cantante mexicana, Carmen Leñero entrelaza la música con la creación poética y el pensamiento crítico con la ficción literaria. Ha publicado numerosos libros de poesía, ensayo y narrativa infantil, obteniendo algunos premios literarios nacionales e internacionales. Sus discos funden poesía y canto en diversos géneros y estilos musicales: rock, blues, reggae, jazz, canto nuevo, world music, country, folk y música tradicional mexicana. Desde 1990, acompañada de diversos ensambles, ofrece conciertos en múltiples foros y festivales, mexicanos y extranjeros. Combina su labor como artista con la investigación, la enseñanza y la difusión en el campo de la teoría literaria, en el Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Y ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de CONACULTA, hoy Secretaría de Cultura, en reiteradas emisiones.