El fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, que con su lente documentó las peores injusticias sociales del mundo, murió a los 81 años en París, confirmó el diario O Globo. Las causas no han sido del todo confirmadas.
Salgado nació en 1944 en Conceição do Capim, en el estado brasileño de Minas Gerais. Se formó en importantes universidades de economía, doctorándose incluso en la Escuela Nacional de Estadística Económica de París. Pero en 1973 decidió dedicarse a la fotografía, la cual aprendió de manera autodidacta con una cámara Leica durante algunos viajes de trabajo por África.

Comenzó como fotógrafo independiente y después pasó a colaborar con algunas agencias de noticias. Su vida dio un vuelco de 180 grados tras el intento de asesinato al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, en 1981. Salgado cubría los primeros días de Reagan en Washington y fue testigo del atentado. Sus fotografías fueron primera plana en los diarios más importantes del mundo.
Con la cantidad de dinero que ganó con la venta de estas fotografías, comenzó su primer proyecto personal como fotógrafo documentalista en África. Siempre trabajó en un estricto blanco y negro, llegando a explicar que evitaba el color para no distraer a los observadores de los protagonistas de su obra. Se decía a sí mismo una persona del Tercer Mundo y afirmaba que retratar a los desfavorecidos no fue una elección personal, sino un reflejo de su origen humilde en una pequeña población minera de Brasil.
Salgado apuntó su lente a las comunidades marginadas, a los trabajadores rurales, a los mineros furtivos, a los indígenas; retrató guerras y exterminios, la peor cara de la humanidad. Pero también se embarcó en capturar la belleza de la naturaleza, de las tradiciones opulentas, de los dioses ancestrales.

Su vida profesional lo llevó a más de 130 países, a las condiciones naturales más inhóspitas, desde la congelante Antártida hasta el infernal desierto de Kuwait, a los asentamientos más inaccesibles o peligrosos. Nada escapó de su cámara.
Su último gran proyecto lo enfocó en la Amazonía brasileña, denunciando la extrema fragilidad de su ecosistema y de sus poblaciones originarias. Al llegar a un pueblo o aldea, se integraba con los nativos en actividades diarias: limpiaba, cocinaba, participaba en rituales e incluso en la caza de animales antes de disponerse a tomar fotografías.
Su trabajo masivo y espléndido fue exhibido en las galerías más importantes del mundo, publicado en las revistas más prestigiosas y en los diarios con mayor distribución en cualquier idioma. Llegó a expresar que lo único que esperaba era que las personas no fueran las mismas después de ver sus fotografías.