La frase que el expresidente Andrés Manuel López Obrador popularizó durante su sexenio, y que utilizó para deslindarse de la guerra contra el narcotráfico emprendida por gobiernos anteriores, tuvo su origen en Ciudad Juárez, y nada menos que de la pluma de Arminé Arjona, poeta e incansable activista de esta frontera.
“Regale abrazos, no balazos” fue la pinta original que Arminé Arjona realizó en bardas de Ciudad Juárez durante la declarada guerra al narcotráfico de Felipe Calderón, que dejó más de 10 mil muertos entre 2008 y 2012. Se presume que AMLO leyó la pinta en una de sus visitas de campaña a esta ciudad, posiblemente rumbo a la elección presidencial de 2012 —que perdió frente a Enrique Peña Nieto—, y que más tarde la retomaría como lema de campaña en 2018, elección que finalmente ganó, acortando la frase a la hoy conocida “Abrazos, no balazos”.
La frase, y la estrategia que representa, fue muy controvertida entre los detractores de Obrador; incluso el gobierno de Estados Unidos la criticó con severidad en diversas ocasiones. Sin embargo, con seguridad fue malinterpretada y se desconocía el contexto en el que fue creada: una resistencia desde el amor en medio de una de las épocas más oscuras que vivió Ciudad Juárez.
Actualmente, la pinta ya no existe y no hay evidencia fotográfica de ella, solo testigos que aseguran haberla leído mientras conducían o transitaban por la ciudad. La lucha de Arminé Arjona fue larga y constante, con mensajes como: “Para una lluvia de balas, un arcoíris de paz”, “Tus muertas siguen vivas”, “Le llevaré a mi amorcito una rosa cuando halle su narcofosa” o “No me hallo, estoy desaparecida”. A esto se suman sus creativas protestas y libros publicados, como Juárez, tan lleno de sol y desolado (Arde Editoras, 2003) y Delincuentos: Historias del narcotráfico (AlLímite Editores, 2004).
Incluso, tras su lamentable fallecimiento el pasado 29 de diciembre de 2024, artistas locales comenzaron a recrear muchas de sus pintas, como: “La poesía se voló la barda”, “Madre sólo hay una, madrizas un montón”, “La vida acaba de balazo” o “La ausencia golpea”, entre muchas otras. También han comenzado a circular poemas inéditos que la autora escribía a mano en cuadernos o publicaba de forma esporádica en sus redes sociales.
De lo único que podemos estar seguros es que la revolución de amor de Arminé Arjona sigue intacta, y resistirá por muchos años más.