Confiesa
Tienes que creerme. ¿Recuerdas las casas derrumbadas en la temporada de lluvias del año pasado? Nadie lo veía venir, de plano. Pues nos tocó, y nos quedamos jodidos, durmiendo de aviadores. O sea, nos quedamos en una casa deshabitada. Como estábamos peleados con familia y amigos, nadie nos echó la mano. Pendejos. Pero encontramos cómo librarla.
Todo fue de mal en peor. Llegó otra familia donde estábamos nosotros. Que les había pasado lo mismo, según. No les queríamos dar chance, hasta me pelié con un cabrón. Y el muy perro me ganó por poquito. Tuvimos que dejarlos quedarse, pero no pudieron corrernos. Yo estaba emperrado con ese vato y con la vida. Nos robaban comida y ese seguido piropeaba y cotorreaba a mi carnala.
La morra de la otra familia, que ya tenía un hijo, me aventaba unos ojotes diario. La neta ya me andaba, porque en medio de tanto cagadero ya me tocaba algo bello. Y quería desquitarme del pendejo que me dio en mi madre, y dije pues me chingo a su carnala. Una noche, que me le arrimo, aunque estaba de plano oscuro y yo no traía fuego. Sin ver, fui a donde según yo estaba y, órales, que le doy hasta para llevar, callados. Nadie dijo nada. Un año después, resulta que mi carnala tuvo un hijo. El otro cabrón negó ser el papá, se peló. Hicimos el examen para ver si seguirlo, pero resultó que era yo. No fue adrede. Pero nadie más sabe, ¿eh?
—————————-
Germán Robles Pérez, 1995. Guadalajara, México. Estudió la Licenciatura en letras hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en el blog Librópolis en Universo de letras de la UNAM, en la antología Huellas de sangre. Colección de crímenes de Palabra Herida. Finalista en el concurso de cuento Guadalajara descrito por sus narradores jóvenes de la Universidad de Guadalajara, próximo a ser publicado en una antología impresa. Asistente del taller de cuento breve de Cecilia Eudave en el marco de Guadalajara Capital Mundial del Libro. Asistente del taller de Mario Heredia.