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Blanca Luz Pulido: Traducir poesía es vivir otra vida

Blanca Luz Pulido Varela, nació en el Estado de México, en 1956. Es poeta, ensayista y traductora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Fue miembro del Tercer Programa para la Formación de Traductores de El Colegio […]

La autora comparte cómo la poesía se siembra en la infancia

Por Fidelia Caballero Cervantes / 23 de mayo de 2025

Blanca Luz Pulido Varela, nació en el Estado de México, en 1956. Es poeta, ensayista y traductora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Fue miembro del Tercer Programa para la Formación de Traductores de El Colegio de México. En 1999-2000 estudió en la Universidad Clásica de Lisboa el Curso Superior de Traducción de Portugués, con una beca del Instituto Camões. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México, y becaria del mismo en tres periodos en la categoría de poesía (2001-2003, 2004-2006 y 2012-2014) y en la de traducción literaria, en 2016, para traducir tres libros de Nuno Júdice.

En un mundo saturado de datos y urgencias, ¿dónde cabe la poesía? ¿Cómo explicarle a un niño que las palabras también pueden ser un juego sagrado, un encantamiento, un milagro? Esta entrevista con la poeta y traductora —cuya sensibilidad ha dialogado de cerca con voces como la de Nuno Júdice o el mismísimo Flaubert— nos devuelve al asombro primordial de nombrar el mundo con belleza. A través de una conversación íntima, lúdica y profunda, la autora comparte cómo la poesía se siembra en la infancia, cómo la traducción es también una forma de escritura, y cómo los versos ajenos pueden filtrarse en la propia voz como una lluvia silenciosa. Nos habla de Cri-Cri, de Lorca, de Sor Juana y de los poetas jóvenes; del desafío de traducir sin traicionar, y de las mujeres que escriben sin ataduras. Esta es una charla para recordar que, incluso hoy, la poesía sigue siendo una forma de resistencia, ternura y revelación.

Si un niño de cinco años te preguntara, ¿qué es la poesía?, ¿qué responderías?

A un niño de cinco años, más que decirle lo que creo que es la poesía, le leería algunos poemas. Yo de niña; no estaba muy lejos de los cinco años, tal vez serían siete, leí un poema una vez en un libro, que por cierto me llegué a aprender ese poema, de Ramón López Velarde, “Hermana, hazme llorar, mis ojos están secos y yo siento unas inmensas ganas de llorar”. Claro que, tal vez, ese no sería un poema muy edificante, pero intentaría acercarlo a la poesía. Por ejemplo algunos romances de Federico García Lorca, hay grandes poetas, ahorita pienso en varios españoles que han escrito muchos poemas que se pueden muy bien leer a los niños y así mostrarles ese milagro que se puede hacer con palabras que es la poesía.

Y también, ¿por qué no?, lo pondría en contacto con las canciones, que algunos son poemas, de Cri-Cri, Francisco Gabilondo Soler, que es un universo muy cercano a los niños, y hasta a los mayores, si quisieran algunos volver a escuchar esas canciones que tienen mucha invención, mucha fantasía, metáforas, son, a veces, poemas muy buenos para introducirse en el mundo poético. Es lo que haría.

Y, por una respuesta simple le diría que la poesía es el arte de jugar con las palabras y que ese juego sea mágico, que ese juego le pueda gustar a todo el mundo o a muchas personas; a todo el mundo tal vez sea mucho decir.

¿Qué papel juega la traducción en tu propio proceso de creación literaria? ¿Crees que traducir es una forma de escribir?

Pues sí, la traducción es muy importante. Yo he traducido varios libros del gran Nuno Júdice, y he sentido que sí, que se infiltra para bien cuando uno traduce a grandes poetas, que de alguna manera, tal vez no muy consciente, pero se llegan a infiltrar. Hay una sugerencia, hay una influencia. Obviamente lo que uno traduce no es poema propio, pero se vuelve un poco propio, digamos, en el proceso de la traducción. Y además, si el traductor resulta ser un poeta, también afina algunas formas de ver el mundo, como es mi caso con Nuno Júdice, que comparto muchos de sus tonos poéticos, de alguna forma. Claro, él me ha enriquecido, le ha enriquecido mi mundo poético y yo sí pienso, aunque no sé muy bien definir en qué, pero que sí ha influido de alguna forma en algunos temas, en algunas formas de construir imágenes.

Tal vez no sea yo la mejor persona para decidir o para definir de qué manera exacta, pero pienso que cuando se traduce mucho a un autor específico, se trasmina, llega un poco a humedecerse, digamos, la propia creación con algunos temas, con algunas formas, con algunos matices o melodías.

Y además, el idioma portugués es una de las lenguas romances más cercanas al español, entonces es hermoso cuando uno logra traducir y que el poema traducido conserve algo evidentemente de su cadencia en el idioma en el que fue escrito. Poder traducir también esa cadencia, y para ello creo que, a uno como traductor, cuando uno es poeta, pues sí, se transforma un poco en otra persona al traducir. Es un proceso muy extraño, a veces muy mágico, y yo agradezco haber podido traducir varios libros de Nuno en ese sentido.

¿Qué tanto puede o debe el traductor meterse con el libro del autor a traducir?

Esa es una cuestión muy polémica: qué tanto el traductor debe cambiar o no cambiar, o como dice tu pregunta, meterse con el libro a traducir. Bueno, la traducción no es una ciencia exacta. Hay un texto muy, muy bueno, que está en internet, me parece, de Marco Antonio Campos sobre la traducción poética, específicamente. Él habla de muchos casos en que un traductor puede… si tiene un gran talento, ese es un gran requisito para hacerlo, alterar… no alterar, si no, ¿cómo lo dice Marco Antonio?, como tomarse ciertas libertades con la traducción, si el resultado no traiciona al texto original; es decir, una traducción literal a veces puede ser más traidora que una traducción creativa. ¿Por qué?, porque la traducción literal no refleja muchas veces, y es más, distorsiona el sentido de lo que el autor quiso decir. No hay traducciones literales en poesía que realmente funcionen bien, porque, por más que sean parecidos los idiomas, el idioma fuente y el idioma meta, hay imágenes, hay construcciones que no son iguales, hay figuras; a veces hay, incluso, refranes o algunas expresiones que literalmente no significarían nada si se traducen igual. Entonces, hay un grado en el que el traductor necesita interpretar el texto; claro, el grado es muy importante, la cercanía siempre es lo deseable, pero en ocasiones, el traductor, justo para ser fiel al original, debe alejarse un poco. Esa es por lo menos mi experiencia.

¿Qué te atrajo del proyecto de traducir Amor al arte, textos breves y aforismos de Flaubert?

Ese proyecto, que ya tiene varios años, fue un proyecto muy bonito de estos libros pequeños en pedacitos de papel que hacía la editorial Verdehalago, que se llamaba Fósforos la colección, del mismo tamaño de los fósforos Flama cuando eran grandes, ahora ya se redujeron a un tamaño muy pequeño, pero siguen existiendo. Entonces yo compré un libro que tenía la correspondencia entre Gustave Flaubert y su sobrina Louise Colet, y eran unas cartas bellísimas. Las cartas de Flaubert son las que están recogidas en el libro y dentro de esas cartas bellísimas, había realmente muchos aforismos dentro de lo que Flaubert escribió. Entonces fue un placer leer el libro, ya con la idea de extraer esos pequeños fragmentos de las cartas y traducirlos para formar parte de esta colección de poesía muy breve, de aforismos, prácticamente. Eso fue lo que me atrajo de ese proyecto, que sería muy bonito reeditarlo, pero tendría que ser casi en el mismo formato y creo que esa editorial, desgraciadamente, ya no existe.

¿Cómo percibes la evolución de la poesía mexicana? ¿Era mejor antes? ¿Es mejor ahora?

Esa debe ser una de las preguntas más difíciles de responder del mundo. Es muy complicado poseer la distancia, digamos, estética, hasta emocional suficiente, para responder cómo es la poesía mexicana ahora, que además es una poesía muy plural, es una poesía con muchos más poetas de los que había en las generaciones anteriores. Entonces es muy difícil responderla. Yo creo que sólo el tiempo dirá si una generación es mejor que otras, si evoluciona, si no. Yo pienso que hay evidentemente una evolución y un cambio, a veces para bien, a veces tal vez no tanto. Hay una poesía de… no puedo decir el autor porque no lo conozco, no lo retiene mi memoria, pero hasta ganó un premio de alguna universidad, con poemas que eran signos tipográficos, y uno puede pensar que, “bueno, tenían una connotación”, pero todos los poemas eran signos tipográficos.

Entonces yo creo que hay cosas actualmente que se confunden con la poesía sin serlo, y hay otras voces muy importantes, muy interesantes. Por ejemplo, ahorita estoy pensando en Elisa Díaz Castelo, en Paula Abramo, en Hernán Bravo Varela, y en otros muchos. Hay otro poeta que es muy bueno, de Guadalajara… después te digo, Fidelia, porque ahorita se me olvidó el nombre. Hay muchos poetas relativamente jóvenes que están escribiendo muy bien. Lo difícil, diría yo, es seguirles el paso, por la gran cantidad de publicaciones que hay. Entonces no es posible pensar que la poesía se mantiene igual, idéntica a sí misma, que no cambia, que no evoluciona. Por supuesto que hay cambio, que hay una evolución, y que hay muchas cosas buenas que se están escribiendo.

Ahora, no estoy de acuerdo con algo que un poeta dijo en una ocasión, un poeta joven: que los poetas que versificaban con rimas no estaban de moda. Bueno, digamos que eso es muy relativo. Hay un gran poeta peruano que murió no hace mucho, Carlos Germán Belli, que en gran parte de su obra poética usa la rima y tiene incluso formas clásicas; escribió sextinas maravillosas. Entonces eso de decir que ya esas formas nadie las emplea, las formas clásicas, ni las rimas, es un decir que habría que comprobarlo; porque algunos, no digo que todos, algunos poetas muy jóvenes, ya no se molestan en leer la obra de generaciones anteriores y eso sí que tiene un riesgo, porque están condenados a repetir lo que ya se hizo o a sentir que se descubre el Mediterráneo cuando no es así, cuando todos los que escribimos estamos montados, como decía no sé quien, en hombros de gigantes.

Las grandes obras que se han escrito, no sólo en México, sino en otros países de Latinoamerica y España, son indispensables para cualquier poeta leerlas, conocerlas. Y esta es mi opinión.

¿Crees que hay diferencias entre la poesía escrita por mujeres y la escrita por hombres?

También es una pregunta muy compleja. Yo pienso que eso ha cambiado con el tiempo. Posiblemente antes sí habían más diferencias. No lo sé bien, porque, digamos, en la época del siglo XIX, los temas incluso podían ser similares. Sí había cierta limitación en la vida de las mujeres que escribían, podía notarse en una mayor inclinación a escribir poemas de corte romántico, de corte místico, entre las mujeres más que entre los hombres.

Ahora yo creo que esas diferencias se han suavizado, ya no hay, para mí, tal diferencia, eso es muy obvio. Por ejemplo, al leer la poesía de la poeta peruana, magnífica, Blanca Varela, que, cuando uno lee sus poemas, evidentemente… bueno, excepto cuando habla de su condición femenina o escribe un poema a su hijo, pero en general, al leerla yo no noto ninguna diferencia entre sus poemas y los que podría haber escrito un hombre. Y viceversa, algunos poemas escritos por poetas hombres, también pudo haberlos escrito una mujer.

Yo pienso que en los temas, los modos, las formas, no hay una diferencia a primera vista. Posiblemente la haya en algún momento, en el sentido de ciertas observaciones mínimas que tal vez puedan hacer las mujeres más que los hombres, pero, pensándolo bien, a veces siento que no, que igual pueden ser las mismas observaciones en lo que relatan de la realidad, un hombre como una mujer.

Entonces, es una pregunta muy compleja que a lo mejor es más para un estudioso de la literatura, porque yo cada vez encuentro menos esas diferencias en la poesía que se escribe actualmente; en la buena poesía.

¿Quiénes son los escritores vivos, más importantes para ti?

El poeta cuyo nombre olvidé, que te digo que es muy bueno, es Luis Vicente de Aguinaga. Es muy difícil esa pregunta. Yo pienso que los escritores más importantes para mí, están, tanto vivos como muertos. Por haber muerto un escritor, no deja de ser importante, y debo confesar que tal vez haya más escritores muertos, importantes para mí, que vivos, desgraciadamente. No porque no me gusten los escritores vivos, que no los lea; pero bueno, voy a decirlos entre muertos y vivos, porque realmente para mí, en mi panteón conviven los vivos con los muertos, es la mera verdad. Entonces, ahorita empezaré con algunos autores latinoamericanos de los escritores más, más antiguos, pueden estar los del Siglo de Oro, desde Góngora y Quevedo y Lope de Vega. Más acá, están por ejemplo, Federico García Lorca, algunos escritores como Ángel González, españoles de gran peso, Pedro Salinas, esa generación a mí me gusta muchísimo. En México está, desde la décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz; después, caminando a pasos agigantados están los contemporáneos, Rosario Castellanos, Dolores Castro, que no tiene tanto que murió, ¿no?

Escritores latinoamericanos puedo mencionar a muchísimos que comencé a leer relativamente reciente y que mucho me han gustado: José Watanabe, Óscar Hahn, Eugenio Montejo, el cubano Eliseo Diego, que es magnífico poeta, y a muchos de ellos nos lo señalaba, a mi generación y a mí, el gran poeta y amigo que murió hace poco, Antonio Deltoro. Entonces con Antonio llego yo a poetas ya más cercanos, que serían el propio Antonio Deltoro, a Fabio Morábito, a Eduardo Hurtado, a Eduardo Casar; y no puedo dejar de mencionar en la narrativa a Ana García Vergua, que me encanta lo que escribe; Alicia García Vergua, poeta, su hermana, que también me gusta mucho. Y de España, hay un poeta actual que me gusta mucho que se llama Francisco José Cruz. En fin, hay muchísimos poetas; también narradores, Javier Marías, me gustaba mucho; Enrique Vila-Matas. Y de autores mexicanos estaría también Jorge Esquinca, de Guadalajara; Luis Vicente de Aguinaga, que también es poeta muy, muy bueno, y obviamente también Hernán Bravo Varela. La lista es muy grande, y son importantes todos para mí, de diferentes maneras, y no puedo mencionarlos todos, porque sería una lista demasiado larga.

¿Qué te sigue motivando a escribir poesía en un mundo tan saturado de información y estímulos?

Precisamente en este mundo tan lleno de información, de estímulos, tan rápido, tan superficial en ocasiones, tan violento; pienso que todas las formas del arte, no solamente la poesía, sirven un poco para detenernos, para contemplar, para pensar, para reflexionar.

Pienso que la poesía, el arte, la buena música, todo nos ayuda. Todas esas formas de arte nos ayudan a entrar, a tener una introspección, a tener una visión del mundo que no sea la que nos quieren imponer a fuerza los medios de comunicación, las malas obras de arte, las cosas superficiales, la música tecno, electrónica; todas esas cosas que a mí realmente me causan erisipela. No puedo ni siquiera estar en un lugar donde haya ese tipo de contaminación auditiva y contaminación mental y contaminación emotiva, incluso. Pienso que si la poesía no nos sirve para eso, no sirve para nada; en fin. Creo que de eso se trata, de poder decir: “detente mundo, voy a intentar capturar algo, y capturar algo con palabras de una manera que pueda ser transmitido, que pueda realmente ser vivido de otra manera”.

Antonio del Toro tiene un libro bellísimo que se llama El Lento, donde precisamente, en esos poemas, tiene esa manera de captar la realidad desde otro ángulo, desde un reverso, como haciendo una resistencia. Ya lo decía Ernesto Sábato: “gran parte del arte es resistir”, oponer un muro a un mundo que parece que se nos estuviera deshaciendo entre las manos. Y Alí Chumacero también decía: “detener la ola de lo inmóvil”, o dentro del mundo agitado, hacer algo que perdure. Eso es por lo menos lo que yo pienso que muchos poetas intentamos hacer, hoy y siempre.

¿Te interesa la trascendencia? ¿Cómo te gustaría ser recordada?

Mira, yo pienso que la trascendencia, el mas allá, el futuro, está definitivamente fuera de nuestras manos. Si el presente lo está, si el pasado se está deshaciendo en cada momento y se vuelve absolutamente subjetivo, y el presente es, ahora sí que va a rimar, evanescente; el futuro es absolutamente incierto, imponderable e imposible de asir. Entonces, dentro de algunos millones de años todo esto va a dejar de existir. El sol se va a acercar demasiado a la tierra y no va a quedar absolutamente nada. Seremos otra vez polvo de estrellas.

Entonces la trascendencia… en un futuro muy, muy remoto no quedará nada de nadie, de nadie, no solo de mí, de nadie. Entonces lo interesante sería que algunas generaciones futuras pudieran encontrar algo de gusto, algo de placer en leer lo que yo he llegado a pensar, imaginar, fantasear en mis poemas. Eso es todo.

Ser recordada, pues, tal vez como alguien no soberbio, que no quería imponer su punto de vista sobre los demás, que me gustan mis amigos, que me gusta una vida tranquila, que me gusta también enseñar o transmitir lo poco o mucho que sé de algunos autores, que más bien es poco. Así me gustaría ser recordada, con esa sencillez.

¿Qué estás escribiendo actualmente? ¿En qué trabajas?

Actualmente tengo varios poemas que no he publicado. Mi último libro, Lunática o Moonstruk, se publicó en edición bilingüe en 2023. Entonces tengo ya suficientes poemas para un libro nuevo, pero tengo todavía que organizarlos, ordenarlos. Tengo varios títulos en mente, todavía no me he decidido, pero va a ser un libro de un género que últimamente me ha estado gustando, que es el de poemas breves, brevísimos, como tipo aforismos o poemas muy breves. También me he inclinado en tiempos recientes por tratar de escribir algunos haikus y otros poemas más largos.

Y además, otra cosa que últimamente he estado haciendo es que me he acercado al dibujo, a la pintura; no al óleo, sino a la acuarela y dibujo con medios secos, pasteles y carboncillo, etcétera, y la fotografía también me gusta; entonces tengo cierta idea de, en algunas fotos o en algunos dibujos, hacer poemas alusivos; que sea un libro, digamos, que conjunte un poco el arte visual con el arte poética.

Vamos a ver si lo consigo. Es un poco ambicioso, pero esa sería mi idea para mi próximo libro.

Ha publicado, entre otros, los siguientes títulos de poesía: Raíz de sombras (1988); Reino del sueño (1996); Cambiar de cielo (1997); Los días (2003, Pájaros (2005); Al vuelo (2006); Libreta de direcciones (2010), La tentación del mar (2012); Cerca, lejos. Antología personal (1986-2013) (2013),  Poderes del cuchillo (2015) y Lunática/Moonstruck, edición bilingüe, Darklight Publishing, Nueva York (2023). Algunos poemas suyos se han traducido al italiano y al inglés, y en 2013, la editorial Mantis publicó una traducción de su obra al portugués: Libreta de direcciones / Caderno de endereços. Antologia de poemas 2005-2013.

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