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Agustín Ramos Blancas: Las élites literarias que “padrotean”

Agustín Ramos Blancas, estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Su obra aparece en antologías de narrativa mexicana contemporánea, en las editoriales más importantes de México y en diarios, revistas y suplementos culturales de la capital y estados de la República y en otros países. Dirigió el Consejo Estatal para la Cultura y las […]

El escritor mexicano conversa sobre literatura y las redes de poder cultural

Por Fidelia Caballero Cervantes / 25 de abril de 2025

Agustín Ramos Blancas, estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Su obra aparece en antologías de narrativa mexicana contemporánea, en las editoriales más importantes de México y en diarios, revistas y suplementos culturales de la capital y estados de la República y en otros países. Dirigió el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, y fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en los períodos 2007-2010, 2012-2015 y 2016-2019.

El escritor reflexiona en entrevista para Poetripiados, que escribir vale la pena porque la emoción y la experiencia trascienden la vida misma. Escribe para compartir lo que observa. Aunque abandonó a muchos autores que fueron fundamentales para él, como Cortázar y Paz, siempre regresa a Cervantes y Rulfo. Reconoce que existe elitismo en la literatura mexicana y critica las redes de poder cultural.

Defiende que el escritor debe hablar de política si lo desea, asumiendo las consecuencias. Dice sentirse ahora más libre que nunca, incluso al punto de no escribir más allá de sus artículos. Considera que el Estado debe fomentar la cultura de manera crítica. También recuerda con cariño a escritores de su generación, aunque observa oportunismos.

– ¿Por qué escribes? O, ¿por qué escribir? ¿Vale la pena?

Bueno, creo que vale la pena porque tu experiencia, tu sentimiento, tu emoción, puede quedar más tiempo del que tú vivas. Es una apuesta para la sobrevivencia, me parece. Por eso vale la pena, en el terreno práctico. En otros terrenos, cada quien, cada escritor o escritora, va descubriendo para qué o por qué. En lo que a mí toca, escribo para decir lo que veo; para compartir, sobre todo.

– ¿Qué tipo de lecturas te influyen? ¿Has abandonado escritores que en algún momento fueron fundamentales para ti?

A todos los escritores que han sido fundamentales para mí los he abandonado, a todos. Excepto a Miguel de Cervantes Saavedra y a Juan Rulfo, a esos regreso a cada momento. Pero te podría decir de Julio Cortázar; Octavio Paz, antes, y Fuentes, Fuentes y Paz durante mi adolescencia, a los 17 y 18 años, fueron fundamentales y después, por una u otra razón, dejaron de ser importantes, y ya no los seguí, y lo mismo me pasó con Julio Cortázar, a pesar mío. Es un gran escritor, uno siempre aprende de él, pero finalmente decidí dejarlo.

– ¿Porque fuiste madurando?

No, no, no hablaría yo de superarlos; superarlos no en el sentido de ser mejor que ellos; no, sino de superarlos como si fueran un trauma jajaja… No, simplemente cambiaron mis intereses, cambió mi mira como escritor, mi propia mira y eso hace que, por ejemplo, Cortázar, a quien siento como a un padre, ya no me signifique grandes cosas; pero esto lo digo humildemente, desde mi experiencia como lector, no de escritor.

– ¿Crees que haya elitismo en la literatura mexicana en general?

Por supuesto que la hay, y en dos niveles. Uno: cualquiera que escriba y que pueda publicar lo que escriba, de la manera que sea, ya es un privilegiado, lo cual es triste, porque hay mucha gente que tiene muchas cosas que decir y no tiene el privilegio de empezar a escribir, de saber que se puede escribir y de saber que se puede publicar. Eso es en un nivel, en el nivel más social; pero en el nivel cultural, por supuesto que existen las élites que “padrotean”, en pocas palabras; “padrotean”, ¿no? Nexos, Letras Libres, la UNAM, o sea, Cultura UNAM; son prostíbulos a los cuales sólo pueden entrar los poderosos caballeros porque tienen dinero, porque tienen influencias o porque tienen prestigio, ¿no? Y son comandados, la mayoría de las veces, a partir de cierta época, por mediocres, por burócratas mediocres metidos a escritores. Sí, claro que hay élites.

– ¿Qué opinas de la figura del escritor como personaje público? ¿Debe hablar de política?

Cada escritor debe hablar de lo que quiera hablar, sin duda; y también se tiene que someter a la réplica. Si es democrático se tiene que someter a la réplica, si no es democrático, ninguneará, silenciará o tomará represalias, y esto está dentro de la derecha como de la izquierda; o sea, dentro de ambas hay una bola de ampones impresentables. Pero sí, el escritor debe hablar de lo que él quiera hablar. Los marcos de la vida política en México han sido y son lo suficientemente amplios para que uno hable de lo que quiera hablar. Ahora, las represalias son de diferentes tipos, ya no son las mismas del narcoprianismo, pero sigue habiendo represalias, sigue habiendo antipatías, sigue habiendo preferencias y autoritarismo. Aunque han cambiado. Yo siento que es menor ahora el peso de los cacicazgos y menos cruento, pero siempre ha habido esto, y sobre eso ha campeado la libertad de expresión. Por supuesto, no es la misma la libertad de expresión actual, que es casi irrestricta, a la que teníamos con Díaz Ordaz; si no, hay que preguntarles al gran Rius y a otras gentes que ya murieron.

– ¿Te sentiste en algún momento amenazado por la falta de libertad de expresión en tu tiempo?

Jamás, jamás. Me sentí amenazado por mi activismo, y tuve alguna persecución y todo eso, pero por lo que yo decía, no, jamás; han sido de otra manera, pues, y han sido siempre o casi siempre, para mi ventura, de lado de la llamada izquierda, no de la derecha. Como a la derecha no la tomo en cuenta y no le ando pidiendo favores, no tiene manera de pegarme.

– Qué raro que haya sido la izquierda.

Pues no, no es raro, la izquierda está hecha de seres humanos y de escritores mediocres y policíacos; policíacos en los dos sentidos.

– No todos tienen que estar de acuerdo.

Sí, pero es mil veces mejor… Te voy a dar un ejemplo, cuando a este señor “X”, lo nombraron Secretario de Educación, lo nombró AMLO, lo primero que hizo fue nombrar a Margo Glantz como directora del Fondo de Cultura Económica. Por fortuna o por algún negocio, ella no aceptó… Seguramente por algún negocio, alguna conveniencia, sobre todo económica, material, de carácter de prestigio cultural. No aceptó, y se lo dieron de rebote a Paco Ignacio Taibo II. Con todo lo que podría yo estar en contra de ese señor, me parece que era preferible a que fuera Margo, ¿no? Él, de alguna manera, representa, pues… ahora sí que como dicen los políticos de todos los tiempos, “lo menos pior”.

– ¿De los males el menor?

Sí, entre Margo Glantz y PIT, aunque los dos sean impresentables, es mejor que esté en manos de alguien que, por lo menos, por lo que habla y por lo que se expone, está más comprometido a hacer las cosas bien, no como la señora esa.

– ¿Y lo que le pasó a Margo en la UNAM?

¡No le pasó nada!, la gente fue a protestar y con toda razón, porque la señora es una nazi, sionista. Se lo merece, pues, y se lo merece de largo tiempo. Había un dramaturgo mexicano, que ya murió, muy bueno, Tomás Espinoza, y teníamos que entrevistarla, él y yo, por cuestiones que tenían que ver con el trabajo; ella era directora de Publicaciones y Bibliotecas; teníamos que ir a verla, ¡y era horrible, sórdida, la tipa! Tomás me decía, “¿y ya viste sus zapatos de piel de palestino?”, con eso te digo todo; y estamos hablando de 1981.

– Mucha gente la defendió, por el asunto de la libertad de expresión.

¿A mí cuántas veces me han saboteado aquí en Pachuca? Yo ya no me quiero presen… Bueno, ya no me quería presentar desde que estaba la dictadora del proletariado de la colonia San Javier, los caciques Herrera y los Parga, y no me podía presentar… más bien, desistí de presentarme porque me saboteaban, y nadie salió a defenderme, ni yo a chillar… hasta ahorita, jajaja…

– Jajajaja… Bueno, cambiando un poquito de tema, ¿cómo fue tu encuentro con las letras?

Mi madre era maestra rural, entonces mi encuentro con las letras fue el más hermoso que te puedas imaginar; aunque no siempre de toda la calidad necesaria. Ella declamaba en las fiestas cívicas en las escuelas primarias donde daba clases, allá refundidas en los cerros otomíes. Ese fue mi encuentro realmente y lo valoro mucho porque, al lado de la poesía recitativa, conocí cosas muy interesantes de Rubén Darío, de López Velarde, ¡imagínate! Mi encuentro fue muy natural. Y como soy un poco disfuncional con respecto a la sociedad, pues fue más natural todavía. Yo me puse a escribir cuando me aprendí todas las letras, y ya.

– ¿Y nunca te dio por escribir poesía?

¡Por supuesto!, miles, millones de poemas escribí; hasta que aprendí a redactar.

– ¿Entonces te gustó más la narrativa?

No, aprendí a redactar, no como la mayoría de los poetas y las poetas…

– Jajajaja…

Entonces aprendí a redactar y me di cuenta de que lo que yo escribía no era ningún descubrimiento, ninguna epifanía, sino simples… lo que pensaba, pues; de ahí a llegar a la belleza o a lo que tú haces; llegar a conmover, a mover, a descubrir, pues no. Y lo dejé… o no lo dejé, pero no lo hago a propósito; casi como escribo rompo.

– Mmmmmh… qué mala onda. Bueno. Después de tantos libros publicados, ¿te sientes más libre o con más responsabilidades con respecto a lo que viene?

No, por supuesto que me siento más libre, me siento libre al grado de ya no escribir. Me complace muchísimo más. De hecho siempre me pasó, pero ahora con más ganas; descubrir escritores nuevos o escritores viejos o releer, y lo siento como un logro que también es mío, aunque no lo sea, pues, no lo es en el sentido de que yo no hice nada, pero lo es… yo que soy un ser humano y que, de alguna manera contribuyo con mi lectura a que esa literatura se realice y no me siento… sí siento el peso, siempre se siente el peso, «¡híjole!, esto lo van a leer», y aunque lo lea una sola persona hay una responsabilidad, un sentido de responsabilidad, o de peso, o de carga, pero ya no más, ya no más, no, no hay una preocupación mayor. Si algún día volviera a escribir una novela o a hacer un cuento, a tener ganas de hacerlo, seguramente podría contestar tu pregunta, pero por lo pronto lo dejo en suspenso. Escribo mis artículos que tienen solamente el fin del público al que van dirigido.

– Entonces, ¿ahorita no estás escribiendo nada?

No, no, salvo los artículos, y nada más.

– Ok. ¿Crees que el Estado debería participar más en la sobrevivencia de revistas y organismos culturales independientes?

Sí, yo creo que es un problema muy complicado y la respuesta sería larga. La política cultural del gobierno debe ser, antes que todo, según mi concepto, ofrecer servicios culturales, y entre los servicios culturales está, desde luego, la formación de público y el fomento a la cultura, no a las expresiones. En ese sentido, para todas las artes sí tendría que haber mucho mejor apoyo, buenos sueldos, y mucho más… ¿cómo decir?, mucho más criterio para elegir. Si tienes cinco encuentros culturales en Pachuca, bueno, ve cuál es el que puede estar mejor perfilado, mejor calificado; en fin, ver una serie de factores y sobre eso decidir. Porque si apoyas a los cinco, pues no tiene caso. Y con esa política también contribuyes, que fue lo que yo hice en mi paso por la cultura, unificar, unificar actividades culturales. Antes que hacer tres ferias de libro a las que nadie va o que son de vacío, pues haces una con el apoyo de todas las instituciones, porque no se trata de competir a ver quien es mejor; pero como lo ven como una cuestión política, las instituciones y sus caciques, no aceptan la posibilidad de confluir.

– Sí. Bueno, ya me hablaste de los escritores que empezaste leyendo y que fuiste dejando, etcétera, pero, ¿qué opinas de los escritores de tu generación? ¿O no crees en las generaciones?

No, sí creo, porque bueno, yo la viví y admiré mucho a muchos escritores de mi generación: Luis Zapata, Juan Villoro, Carlos Chimal; ¡ay dios mío!, quisiera que no se me olvidara nadie; Daniel Sada. Fue una generación muy interesante y muy digna de que se le hiciera una buena novela para sacar todos los chismes del oportunismo, de lo convenenciero, del compromiso.

– Ah, mira, ahí está tu próximo proyecto, una novela sobre tu generación.

No, no, me da tremenda güeva. Pero de muchos… ah, Miguel Ángel Galván, por supuesto; bueno, ahora el poeta secreto, Marco Morales. Yo tengo mucha admiración por ellos y también observaciones de otros, ¿no?, de los que se acomodaron y de los que hicieron trapacería y media también; pero no vale la pena ya hablar de eso; además, algunos ya se murieron o no se han dado cuenta de que ya se murieron. Yo creo que yo ya me di cuenta y por eso ya no escribo jajaja…

– Jajajaja…

Hay unos que ya huelen medio chistoso jajaja… pero desde hace veinte años o treinta…

– Jajajaja…pero no se dan cuenta porque ya se acostumbraron al olor.

Sí… «este bato ya está muerto, nomás no le han avisado».

– Cuántos, cuántos, ¿no? Y muchos jóvenes muertos, también, no necesitas ser viejo.

Hay unos que ni nacieron, hay unos en incubadora. Hay unos infladísimos y admiradísimos. Me decía un amigo el otro día, «son flores de invernadero, o pollitos de granja», porque ya saben exactamente lo que va a gustar y ganan todos los premios… bueno, tú has sabido. Hay un escritor que se ganaba todos los premios y no era por talento, que sí lo tenía, pero era porque ya sabía cuál era la fórmula, y son obedientes, pero un escritor obediente, dócil, pues tú lo sabes mejor que nadie, no es un buen escritor, mucho menos un buen poeta.

– Hoy, en estos tiempos violentos, como supongo que lo han sido todos, pero no con el mismo tipo de violencia que hay ahora, tal vez más revolucionada o más enfática, o nos enteramos más con las redes sociales y todo eso, ¿qué piensas que debería de estarse escribiendo o qué temas se deberían de explotar, o hay algo que los escritores podrían aportar?

No, no, no, no, no. El escritor no puede escribir bajo consigna, por más noble, sincera y humana que sea la causa. No, el escritor, la escritora, la poeta, el poeta, escriben lo que se tiene que escribir, pero según su vivencia, su experiencia, sus emociones, su estrato social, eso es muy importante. No, no creo que la literatura sirva para disminuir la violencia. Lo que te puedo decir es que, cuando yo era joven, nosotros buscábamos la violencia para contrarrestar la violencia más grande. Y hablo desde los que se fueron a la guerrilla, todos mis respetos para ellos, toda mi admiración, hasta los que nos quedamos en el simple activismo, en la política legal, o si no legal, por lo menos marginal. Buscábamos la violencia, no por gusto, sino porque era necesario acabar con la otra violencia. En el momento actual el problema ya es otro, y es de otra magnitud.

– Sí.

Ahora la violencia te busca a ti. Te busca a ti, busca al individuo y busca a la sociedad; desteje el tejido social. Eso es muy grave. Y eso nos coloca en una situación para la que yo ya no me siento apto para hablar. Lo que hablé, lo que pude decir en un momento, lo dije. Si me sintiera apto, bueno, haría ya otra cosa, pero en este momento en que me preguntas, no, mi respuesta es no, no se puede escribir bajo consigna; y la otra es que la violencia ha cambiado de calidad.

– Para peor, obviamente, ¿no?

Sí, para peor. Por supuesto.

– ¿Tú crees que los escritores mexicanos han sido influyentes a lo largo de la historia de la literatura en Latinoamérica e Hispanoamérica?

No, solamente Juan Rulfo. Los demás son pura payasada, incluido Octavio Paz, que no es cierto, no influye en nada. Hablemos de Borges, García Márquez, quizá Julio Cortázar, Guimarães Rosa. En México Rulfo, y párale de contar. Rulfo y Hugo Sánchez…

– Jajajaja…

Y los demás, pues son payasadas. Y lo de Hugo lo digo en broma, y en serio.

– Ok, pues, penúltima pregunta. ¿Cómo ves la situación de la industria editorial en México?, ¿se está publicando a quien se debe publicar? ¿Faltan más editoriales, sobran editoriales?

La industria editorial mexicana no existe. Hay dos monopolios que no son mexicanos, y uno es Random House y otro es Planeta. No hay más. Lo demás es la gente y lo independiente.

– Bueno, ya para terminar, de todos tus libros que has publicado, ¿cuál es el que te ha gustado más o le ha gustado más a la gente? Qué pregunta tan simple, ¿no?

Jajaja… Bueno, el que más le ha gustado a la gente es, sin duda, Al cielo por asalto. Hay que ver las ediciones que ha tenido y todo eso. Yo el que más siento y el que más quiero es… y es el último; no el más reciente sino el último que escribí, es Justicia mayor.

– Ese no lo tengo.

Te lo voy a dar, que bueno que me dices, te prometo que te lo doy porque creo que solamente yo tengo y tengo unos dos o tres ejemplares, pero por supuesto que te voy a dar uno a ti. Bueno, ¿ya cortamos, verdad? Ya quedó.

Las novelas principales de Agustín Ramos se agrupan en las siguientes trilogías:

Asalto al cielo, compuesta por Al cielo por asalto, primera ed. ERA, 1979; la sexta edición, del Fondo de Cultura Económica, apareció en 2024, esa misma editorial hizo un tiraje popular para Guatemala en 2015. La vida no vale nada, primera ed. Martín Casillas, 1982; una segunda edición apareció bajo el sello de Grijalbo en 1984. Ahora que me acuerdo, primera ed. Grijalbo. 1985, segunda edición Conaculta 1995.

Trilogía pachuqueña, compuesta por Como la vida misma, primera ed. Tusquets Editores, 2005, reimpresión 2014 por Tusquets y el Gobierno de Hidalgo. La noche, Tusquets, 2007, Eterno Femenino Ediciones, 2021. Olvidar el futuro, Tusquets editores. 2010.

Trilogía colonial compuesta por Tú eres Pedro, primera ed. Joaquín Mortiz, 1986, segunda edición Planeta, 2001, tercera edición Eterno Femenino Ediciones, 2024. La visita, un sueño de la razón, primera ed. Océano. 2000, más dos ediciones por parte de Editorial Garabatos, Sonora. Justicia mayor, Random House, 2015.

Este año se realizará el IV Encuentro Literario “Agustín Ramos” en Tulancingo, Hidalgo, su tierra natal.

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