Adán Medellín es un escritor y periodista mexicano reconocido por su destacada labor literaria. Ha publicado varios libros de cuentos y dos novelas, lo que le ha valido reconocimiento en el ámbito literario. En 2022, la revista Casa de las Américas lo incluyó en su lista de las 22 voces más relevantes de la literatura mexicana joven. Su obra más reciente es Llama la Sangre, una colección de once cuentos de género negro, publicada en 2023 por Nitro Press. En este trabajo, Medellín explora diversas estrategias narrativas, consolidando su estilo y talento dentro de la literatura contemporánea.
Nacido en la Ciudad de México y radicado en San Luis Potosí, el autor charló con Poetripiados acerca de distintos temas, entre los que destacan la violencia que vive el país desde hace más de una década, el papel que debe tener el escritor ante esta problemática y su producción literaria.
¿Cómo está impactando la violencia en el país en el género negro?
Es inevitable que la novela negra, o narrativa noir, se enfoque en reflejar los problemas sociales y de inseguridad. Los escritores están realizando una reconstrucción y reflexión sobre el tenso momento que vivimos en el país. Esta narrativa responde a factores socioeconómicos, y aborda una violencia que ha prevalecido a lo largo de los siglos XX y XXI.
También es importante recordar que quienes se perpetuaron en el poder durante muchos años en el país recurrieron a la represión. En esta nueva etapa literaria, se están rescatando todas esas heridas en el tejido social de diversas regiones. Lo más alarmante es que, aunque esta violencia comenzó en el norte del país, ha surgido una terrible normalización de la misma, extendiéndose luego por todo el territorio nacional.
Nací en la Ciudad de México, pero actualmente resido en San Luis Potosí. Durante mucho tiempo, se decía que el crimen organizado no existía en la capital y que lo que se veía eran simplemente guerras entre bandas de los barrios conflictivos, manteniendo un supuesto «orden» criminal. Sin embargo, ahora se sabe que esa versión era una falacia. La realidad es que en la Ciudad de México también existe una repartición de territorios y una dinámica del crimen organizado.
Creo que todo esto ha provocado que muchos lugares, que antes no parecían vinculados a esta narrativa, ahora sean explorados por autores que recurren al género negro. Por eso, tantos jóvenes escritores se sienten atraídos por el noir: es un espacio muy libre, pese a que tiene sus estructuras, patrones e incluso clichés, para narrar lo que ocurre en el país.
Se están desarrollando proyectos muy interesantes sobre temas que antes no se consideraban parte del género, como la explotación laboral y lo que sucede en las oficinas. Hoy en día, estos temas se abordan desde el noir, al igual que el análisis de las guerrillas en el sur del país. Los espacios de gentrificación y la violencia en las grandes ciudades o pueblos también se ven bajo la luz del género negro. Creo que estos aspectos hacen del noir un vehículo fascinante por su flexibilidad y capacidad para contar historias que reflejan la realidad del país.
¿Qué papel debe desempeñar el escritor ante la situación de violencia que enfrenta el país?
Yo creo que el escritor, al buscar historias, toma el pulso de la sociedad en la que vive. Debe mirar hacia las zonas oscuras, incómodas, aquellas que están fuera del mapa, y ser capaz, con valentía, entereza y ética, de hablar sobre ese otro país. Esto no significa quedarnos en la simple denuncia, sino usar las herramientas narrativas que nos ha brindado la tradición, la vanguardia y la experiencia para contar lo que sucede. Estamos en un momento en el que aún no podemos hacer un recuento total de los daños, pues seguimos inmersos en esta realidad, pero al menos somos una generación que ya cuenta con un saldo de víctimas y de la desintegración del tejido social. Familias han crecido rotas por el crimen organizado, las desapariciones forzadas y las migraciones. Estamos en un punto en el que podemos hacer un primer corte de caja para ver qué queda de esa ficción de país que aparentemente entró al siglo XX con la modernidad, pero que sufrió una regresión hacia la barbarie. Es importante comprender por qué ha sucedido esto, qué nos ha detonado, y tener la capacidad de análisis desde la escritura. El escritor, desde la ficción, puede desenmarañar otras ficciones, como la de que la guerra contra el crimen organizado es una lucha entre buenos y malos, sin matices ni grises. El escritor debe tener una visión amplia para entender la totalidad de lo que ocurre, a diferencia de las versiones simplistas que pretenden tranquilizarnos diciendo que esto sólo sucede en ciertas regiones del país.
¿Se está transformando el género negro?
Una de las reflexiones que surgieron en el encuentro de literatura noir en Ciudad Juárez es cómo, a partir de una primera fundación con ciertos autores del norte del país, el género noir ha encontrado maneras de abarcar problemáticas y realidades regionales. Esto ha sido muy atractivo porque nos ha proporcionado estructuras, herramientas e historias para contar lo que vivimos. Además, se ha aliado con otras disciplinas. El género negro atraviesa una transformación influenciada por el periodismo, la historia y diversos relatos. Esta conexión con otras formas narrativas lo enriquece. Por ejemplo, algunos exploran desde la investigación, tomando como base la nota roja y hechos violentos para recuperar elementos valiosos. Otros, desde una experiencia personal, narran historias desgarradoras relacionadas con el crimen organizado, buscando despertar y sensibilizar al lector. Hoy en día, también tenemos novela negra escrita por mujeres, quienes aportan una sensibilidad distinta, con una mirada única sobre la violencia sistémica. Hay estilos variados, tonos diversos: algunos más directos o ásperos. En el centro del país, observamos una tradición más clásica, pero lo interesante es que estas historias están siendo enfrentadas con diferentes herramientas narrativas, adaptadas a las regiones y sus modos de hablar.
¿Llegar al noir es parte de tu evolución narrativa?
Escribí una primera novela, Acéldama (ganadora del Premio Nacional de Novela Élmer Mendoza en 2019), a pesar de que mi principal inclinación siempre ha sido el cuento. Este libro fue crucial para que mi trabajo comenzara a ser leído, y está a punto de salir una nueva edición de la obra, con la posibilidad de convertirla en un proyecto audiovisual. El siguiente paso fue conocer a colegas que estaban trabajando en proyectos similares. Aunque inicialmente me dedicaba a cuentos fantásticos y metaficcionales, la creciente violencia en mi entorno me llevó a escribir sobre este problema, a pesar de no sentirme completamente preparado. Así, exploré estos temas en Acéldama, que trata sobre un linchamiento en la Ciudad de México, y luego en Llama la Sangre, un libro de cuentos. Esta evolución me ha permitido crear un diálogo diverso con la realidad, combinando cuentos fantásticos y familiares con otros más duros, dirigidos a diferentes públicos y estilos. Confío en que este proceso es un crecimiento narrativo, explorando nuevas posibilidades en el género negro. Actualmente, tengo una novela inédita de este género, ambientada en San Luis Potosí y Tamaulipas, lugares donde he vivido en los últimos años.