Últimamente comprendí el significado de la tranquilidad
Últimamente comprendí el significado de la tranquilidad,
día tras día me mantuve apartado de la multitud.
Limpié mi cabaña y la preparé para la visita de un monje,
que llegó a visitarme desde las montañas lejanas.
Vino bajando desde los picos ocultos por las nubes,
para verme en mi casa de techo de paja.
Sentados en el pasto compartimos la resina del pino,
quemando incienso leímos los sutras del Tao.
Al terminar el día encendimos nuestra lámpara,
las campanas del templo anuncian el
comienzo de la noche.
Repentinamente advertí que la
tranquilidad es realmente Felicidad,
y sentí que mi vida tiene abundante ocio.
Ascensión
El caserío anidó en el acantilado.
Entre nubes y nieblas la posada:
Atalaya para ver la caída del sol.
Abajo el agua repite montes ocre.
Se encienden las casas de los pescadores.
Un bote solo, anclado. Los pájaros regresan.
Soledad grande. Se apagan cielo y tierra.
En calma, frente a frente, el ancho río y el hombre.
El parque de los ciervos
En la montaña vacía no se ve un hombre,
Solo se oye el eco de voces humanas.
Vuelven las sombras, entran profundo en el bosque,
Otra vez brilla el sol, sobre los líquenes verdes.
Mi retiro de Wang chuan
A Peiti
La montaña helada se torna jade,
Mansas fluyen las aguas del otoño.
Apoyado en la verja miro los alrededores,
Dentro del viento del ocaso se oye la cigarra.
El sol se hunde más allá del río,
Del villorrio se eleva el humo, solitario.
Vuelves a ser como el borracho Jieyu:
Cantas enloquecido entre los sauces.
Un adiós
Nuestra despedida en estas colinas ha terminado
El sol se pone y yo cierro mi puerta
La primavera será verde otra vez el año que viene.
¿Volverá también mi buen amigo?
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Wang Wei, poeta y pintor de la Dinastía Tang, fue un maestro que entrelazó la espiritualidad y la naturaleza en su arte, siendo conocido en ocasiones como “El Buda poeta”. De acuerdo con sus biografías publicadas, nació en el año 701 en Shanxi, China, y murió en 761. Su vida y obra trascendieron las barreras del tiempo. Hombre de múltiples talentos, destacó no solo en la poesía, sino también en la música y la pintura, si bien hoy ninguna de sus obras pictóricas o musicales ha sobrevivido físicamente.
Su poesía, sin embargo, aún se sigue analizando a través de los siglos. De sus aproximadamente cuatrocientos poemas que han perdurado, emerge una profunda contemplación del mundo natural, así como un sentido de desapego budista. Wang Wei abrazó el budismo Zen en la madurez de su vida, siguiendo los pasos del maestro Chán Daoguang. Esta conversión espiritual influyó de manera decisiva en su obra, impregnada de la filosofía del vacío o Śūnyatā, una doctrina que encontró su máxima expresión en el silencio.
El nombre de cortesía que escogió, Mojie, es una referencia a Vimalakirti, el sabio budista que, en debate con Mañjuśrī, encarnaba la enseñanza del vacío a través de su quietud. La figura de Wang Wei se alza no solo como poeta de palabras, sino también como poeta del silencio, en quien la contemplación del paisaje y la quietud interior se fusionan en una armonía espiritual que trasciende el tiempo y el espacio, haciéndolo uno de los pilares de la poesía china clásica.
Wang Wei, coetáneo de Li Bai y Du Fu, vivió la época dorada de la poesía china, donde el verso no era solo un arte, sino una forma de vida. La poesía alcanzó un nivel de sofisticación que resonaría en la historia de China, pero su poder no radicaba solo en su belleza formal, sino en su profunda conexión con la sociedad. En aquella época, todo hombre culto era, inevitablemente, un poeta.
Podemos decir, entonces, que las palabras tejidas en estrofas no eran solo expresión literaria, sino la manera en que se comunicaban las emociones cotidianas, ligando a la sociedad en un entramado poético. Como la música hoy, la poesía de entonces era el pulso común que unía corazones y pensamientos, catalizando las emociones colectivas.