Hoy escuché que el Día de San Valentín es una hipocresía. A mi juicio, son palabras que surgen del desconocimiento del sentir, de entender lo que ocurre dentro y poder expresarlo. Se crece con el miedo de “darlo todo”, pero ¿por qué? ¿Qué más da si yo siento algo y lo expreso? Falta aprender que no todo debe tener respuesta y desapegarse de lo que no podemos controlar.
Todos tenemos conceptos distintos del amor, y no todo amor es el mismo. Está el desenfrenado y caótico, pero también el sereno, el que no necesita palabras, así como aquel que se encuentra entre estos dos.
Y no se trata solo del amor de pareja. Primero está uno mismo: hay que entenderse, respetarse y perdonarse. Solo así se puede convivir de manera asertiva con las personas que nos rodean: la familia, las amistades y los compañeros.
Se ha normalizado condicionar nuestras acciones en función de las ajenas: “si no me habla, no le hablo”. Pero hay que entender que esa otra persona no eres tú. Uno puede no recibir lo que da, pero da lo que es.
Creo que esta fecha es un recordatorio más de compartir la experiencia humana y darse cuenta del otro.
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María Martínez nació en 2002 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Estudió Periodismo en la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), donde aprendió el enfoque humanístico sobre la información. Ha colaborado en antologías de cuentos y poemas en publicaciones físicas y digitales.