En todas las culturas habidas, existe un fenómeno que se manifiesta con frecuencia, hablo de la fiesta. Es interesante, creo yo, la disposición de la humanidad a elaborar carnavales. Y es que ¿Cuál es la esencia del carnaval? Considero que el fin último de toda fiesta es ceremonia del placer, el carnaval es la aprobación del placer por el placer. Los romanos le ofrecían culto a Baco, y los griegos a Dionisos, ambas deidades remitían a las mismas significaciones. A mi parecer, nosotros como especie tenemos la capacidad de significar al mundo y a nuestras acciones, y el carácter universal de los dioses es propicio para simbolizar en ellos el mundo y nuestras acciones. En este sentido, no es que Zeus sea el dios del trueno, sino que es la expresión del trueno o, mejor dicho, es el trueno mismo, de igual forma no es que Dionisos o Baco fuesen los dioses de la vida exaltada, el éxtasis, el entusiasmo, la fuerza de la naturaleza y el vino; sino más bien son la expresión de estas emociones humanas y fuerzas naturales. Son estos dioses, a mi parecer, las formas platónicas universales de las emociones humanas y la fuerza natural, con la distinción de que estos dioses no operan como fenómenos reales, sino que son la representación universal, en este sentido, los dioses operan en nosotros de forma simbólica.
Hacerles culto a los dioses representa, a grandes rasgos, el reconocimiento de lo trascendente, Dionisos y Baco son las fuerzas naturales que trascienden nuestra condición humana finita. Si estos dioses son la representación del éxtasis, la naturaleza y el vino, ¿cuál es la forma adecuada de ofrecerles culto? Exaltando lo que representan, así pues, nace la fiesta, entrando en éxtasis, embriagando la razón humana, siendo conscientes de nuestra corporeidad con la danza, desinhibiendo el entendimiento moral, recordando que formamos parte de una naturaleza trascendental.
Ahora bien, el carnaval no se agota únicamente en la ceremonia, sino que evoca una condición humana que se ha dejado en olvido, o mejor dicho se ignora, hablo de la condición de animalidad. Desde siempre, o dicho de mejor modo, desde la aparición de nuestra especie, hemos sabido que somos animales, Aristóteles definió al hombre como animal racional, ―y nomás definió al hombre porque la mujer era otra cosa, era menos que un esclavo, pero eran otros tiempos y no quiero caer en anacronismos―, en mi opinión, somos hombres y mujeres animales racionales, sin embargo ¿qué se entiende por razón? Ha habido desde la Grecia clásica hasta nuestros tiempos un enorme diálogo y discusión respecto a este concepto, incluso hay quienes dicen que los griegos se volvieron locos por la razón. Decimos que lo que nos distingue de otros animales es la razón, sin embargo, a mi parecer, los animales no están exentos de ella. Nosotros como especie somos capaces de conceptualizar, y de ser conscientes de que somos, de que somos lo que somos, ―bueno, algunos que otros―, a excepción de esta condición, no somos muy distintos a los demás seres vivos. Lo que quiero proponer es que, tanto la razón humana como la de la naturaleza, es la misma, incluso la razón natural trasciende nuestra condición. Considero que nuestro entendimiento, a pesar de las vanguardias tecnológicas, es limitado, y es así, por nuestra cualidad finita, me atrevería a decir que, todo nuestro entendimiento está limitado por el cuerpo, y el afán de realizarnos continuamente, ―para algunos―, está motivado, inconscientemente, por la muerte. Así pues, diré que la razón humana es reflejo de la razón trascendental, que se nos escapa de nuestro entendimiento. Es la razón humana el escondite para ignorar la fuerza violenta e ininteligible de la naturaleza, es la razón humana el mecanismo de enajenación para no darle frente a la razón trascendental.
Sin embargo, ¿Qué relación tiene el concepto de razón humana y trascendental con el carnaval? Pues como dije anteriormente, el carnaval evoca nuestra condición animal, nos recuerda que formamos parte de esta razón trascendental, nos enfrenta contra la naturaleza violenta y apabullante. Es en el carnaval cuando se suspende nuestra razón humana y nos abandonamos a las fuerzas naturales, enervando todo código moral, toda regla social y capacidad de ser conscientes, volvemos pues, a ser animales o, mejor dicho, es en la fiesta donde celebramos nuestra condición animal. Es en la fiesta donde anhelamos el Edén, deseamos un paraíso perdido, un estado de ataraxia perpetua que nunca llega, deseamos lo trascendente, sin embargo, nos aterra.
Dije anteriormente que el fin último del carnaval es el placer, y es que fuera de nuestro entendimiento todo es orgiástico, pues nuestra razón es como las riendas al caballo, y sin ellas somos salvajes, nos sometemos a la razón natural por instantes, en cada fiesta. Sin embargo, como he dicho anteriormente que, la naturaleza es violenta, pues va más allá del bien y del mal, nos aterra, y volvemos a las riendas de la razón humana, volvemos a nuestras categorías de nuestro intelecto para tener claridad del mundo y de nosotros mismos. Es por este motivo que el culto al placer es momentáneo.
Hoy en día no son necesarias las ceremonias a los dioses para abandonarnos al placer, ni tampoco es de primera instancia el recordatorio de la animalidad, sin embargo, muy en el fondo de nuestro entendimiento, le hacemos culto a nuestra condición animal. Considero que hoy en día estamos sumamente ensimismados en nuestra cualidad humana, siete días a la semana trabajamos, cuarenta y cinco horas a la semana suspendemos nuestra libertad, ―no estoy seguro si el trabajo es inherente a lo humano, tal vez sí, pero no como hoy en día se concibe―, la mayoría del tiempo, se realizan tareas que son improductivas para el alma humana, ¿De qué le sirve al ingeniero ser el más chingón, si su ingenio es reducido a la producción? ¿Si su virtud se vuelca en el proyecto de otros? En mi perspectiva los profesionales que aspiran únicamente a formar parte de la maquinaria del capital, no son seres en sí mismos, sino que aceptan conscientemente o no, ser una pieza más del entramado capital. A mi parecer el ingenio no debería ser un medio, sino un fin en sí mismo que alimente al alma que busca la trascendencia. Es por este ensimismamiento que el Godín, el Inge, el Lic, el Maquilero, el Albañil, el Mecánico, el Intendente, esperan con ansias el fin de semana, para olvidarse de sus intrascendentes vidas y darle cabida a las fuerzas naturales, que los traspasa y los rebasa, para que, por un instante sientan relevancia, plenitud y significación en sus vidas como medios para otros fines.
Quisiera subrayar que, la fiesta en sí misma no es buena ni mala, pues como dije en líneas atrás, mi motivo no es dar juicios morales, lo que sí es preciso señalar es que los motivos de la fiesta son distintos en cada contexto, así pues no son lo mismo las bacanales romanas a las carnes asadas o noches de antro de nuestro tiempo, aunque el fin último en ambas surjan desde la misma significación, ―el culto al placer―, los motivos son distintos, los romanos lo hacían como elemento catártico, como acción consciente de nuestra inmersión en la razón trascendental, mientras que hoy en día nos motiva la fuga de nuestra realidad ensimismada en el trabajo, nos motiva un espejismo momentáneo de libertad, un instante de eternidad frente a nuestras proletarias vidas.
Esta somera reflexión sobre el carnaval servirá como punto de referencia para simbolizar a Rigo Tovar como el carnaval mismo. Por consiguiente, diré que, así como los griegos celebraban a Dionisos, México le hacía culto a Rigo. Tal vez la correlación parezca errónea, o quizá disparatada, pues pareciera que le estoy otorgando cualidades divinas a Rigo, sin embargo, no es por ahí la idea. Anterior mente dije que hoy en día no es necesaria la adoración de dioses para la celebración, sin embargo, la tendencia de simbolizarlo todo es parte de nuestra condición humana, y el lugar de los dioses puede ser ocupado por otras cosas o seres. Es por esto que, me atrevo a decir que en la década de los 70´s en México, simbolizaban conscientemente o no, a Rigo Tovar como la representación por excelencia del carnaval, el relajo, el jolgorio, el baile y el placer. Ahora bien, la mítica figura de Rigo, opera en México como mero símbolo, es un ejercicio inductivo donde en las particularidades se manifestaba. Si en cada reunión, bodas, tardeadas, balnearios, circos, ferias, taxis y cantinas estaba presente y esas actividades eran consideradas como festivas, por consiguiente Rigo era la fiesta, representaba la fiesta misma en México, reitero, no es que conscientemente lo fuera, sino que como sentimiento nacional se daba por hecho de que Rigo era sinónimo de fiesta, sin embargo, a mi parecer, no se agotaba sólo en la equivalencia, pues para dar culto al placer, deliberadamente se ponía en cada celebración la música de Rigo. Hoy en día son otros los símbolos de la fiesta, quedará en esta generación distinguirlos, por lo tanto, Rigo Tovar se cristalizó para la posteridad como la figura eterna del agasajo, de la bulla y el placer, Rigo es fiesta.
El sound track de un domingo de verano en las tardeadas escolares era: ¡Oh qué gusto de volverte a ver! En alguna cancha de secundaria, en algún salón de baile cualquiera del norte, centro o sur del país, la juventud bailaba al son de la cumbia, mientras que su máxima preocupación era encontrar el amor entre roces de cuerpos jóvenes ávidos de libertad, con ganas de gritarle al mundo su identidad y su forma autónoma de pensar. Quisiera esclarecer que no considero la expresión artística de Rigo como una voz revolucionaria, es decir, la narrativa que extendía, no transgredía las reglas morales o políticas de aquel México, Rigo no era portavoz de críticas gubernamentales, ni religiosas, ni sociales. Por esta razón la expresión de Rigo se reduce a exaltar la fiesta, el relajo y la tristeza, porque toda expresión que no comulgara con los ideales del gobierno era eliminada. A mi juicio, considero yo, que Rigo optó por hacer música y letras que no tocaran temas transgresores. Optó, como lo hizo la banda La Revolución de Emiliano Zapata, tocar temas románticos y baladas.
Mi amiga, mi esposa, mi amante, sonaba de fondo en las tardes de un parque cualquiera, donde los llorones colgaban sus hojas, dando sombra a dos amantes suspendidos del tiempo a causa del amor. Sonaba de fondo en un mirador cualquiera, donde la noche estrellada cubría las caricias de cuerpos desnudos, sonaba de fondo en todas las costas del pacífico y del golfo, los moteles baratos, los autos borrachos de sexo, en las esquinas novieras, en los anillos de promesa, en las iglesias y las plazas. El placer deambulaba entre la juventud, pero con cierta prohibición, eran las letras de Rigo engalanadas con romanticismo para encubrir un placer desmedido, era el ritmo y la novedosa instrumentalización musical la que hacía entrar en trance, era la cumbia puerta propicia para celebrar el placer, era la cumbia, ―y considero que lo sigue siendo―, la que los hacía conscientes de su corporeidad, la que permitía percibir eróticamente los cuerpos humanos.
¿Por qué elegir un género musical como la cumbia, si algunas de las referencias musicales de Rigo, son el rock inglés y estadounidense? ¿Por qué la cumbia formó parte de la expresión artística de Rigo? Quisiera pensar que, como dije anteriormente, fue por la represión del gobierno contra todo movimiento que alterara las buenas costumbres del México setentero, y la cumbia, género aceptado por todo Latinoamérica, no presentaba como bandera una revolución, no representaba peligro alguno, ni mucho menos atentaba contra los intereses políticos de aquellos fulanos de esa década. La cumbia a grandes rasgos representa lo que las bacanales son para Baco, es decir, es el medio por el cual se efectúa el placer. Es el enervante que dilata la razón humana y da cabida a nuestra condición animal, da entrada a la razón trascendental. En este sentido la cumbia trasciende ideologías, revoluciones e intereses políticos, la cumbia es el pasaje de la razón humana hacia la razón trascendental. Si bien Rigo no fue revolucionario en su narrativa, si lo fue por mucho en su manera de hacer cumbia.
Considero que, no ha habido género musical, ―a excepción de la cumbia―, que dote de identidad nacional y hermandad a una gran cantidad de países, si bien otros géneros pueden ser muy populares, no logran amalgamar un sentido de unidad nacional. Por ejemplo, no es común que, en fiestas, reuniones, parrandas o cualquier conglomeración en Latinoamérica, se disfrute del rock, o pop, o electrónica; géneros muy populares mundialmente, es decir que, aunque sean géneros sumamente globalizados, no genera sentido de pertenencia nacional, sino que estos géneros producen en la sociedad, una identidad tribal medianamente homogénea en el mundo, sin importar el lugar de procedencia. A grandes rasgos, por pertenencia o unidad nacional me refiero a que existen elementos fundamentales dentro de la idiosincrasia de una sociedad, que dotan de identidad y construyen una esencia que los distingue de otra cultura, y que en el caso de la cumbia como elemento fundamental es compartida con otros países, ―a sabiendas de que la cumbia tiene sus particularidades y estilos en cada país y región―, cosa que con otros géneros musicales mundialmente reconocidos no pasa.
Tal vez podamos pensar que la cumbia hermana a los países latinoamericanos por las similitudes culturales y por hablar el mismo idioma, sin embargo, otros países del globo comparten cultura e idioma y no existe género musical que los hermane. México y Argentina hacen cumbia, con sus particularidades y estilos, se sabe que son países distintos, pero el sentimiento de la cumbia los une. En cambio, Inglaterra y Australia hacen rock, con su particularidad y estilos, incluso los puede mover el sentimiento del rock, pero jamás unir en hermandad, pues no es el objetivo del uno o el otro, porque la intención de hacer música para los angloparlantes es muy distinta a la de los hispanohablantes, y es que, si un género es tan universal, puede ser de todos y de nadie. La cumbia en este sentido, no llega a tal volatilidad, por la intención en que fue hecha. ¿Cuál es la distinción entonces? ¿Por qué la cumbia dota de identidad nacional y hermana países, mientras que géneros musicales globalizados genera identidades particulares?
A mi parecer, la música tiene dos modos de ser, ambas apuntan a que son expresiones humanas, que proyectan sentimientos, emociones, racionalidad y genialidad, pero existe una ligera finalidad que, por un lado, la música permite identidades nacionales, y por el otro, identidades particulares. Si se considera a la música como un medio para alcanzar x o y fines, no esperemos que su condición sea desinteresada, todo género musical que se considere medio, es elemento político, ideológico, económico y religioso. De esta forma la música solo sirve para expresar la ideología, forma, como dije anteriormente, una identidad particular, que se mueve de manera tribal medianamente homogénea, independientemente del lugar de donde se provenga, forma grupos a nivel mundial con la misma expresión e ideales. Así pues, la música como medio es instrumentalizada para completar los fines de la ideología. Sin embargo, si se considera a la música un fin en sí mismo, toda etiqueta se desmorona, su condición es meramente desinteresada, cualquier género musical se expresa por el hecho de expresar, por la necesidad natural de hacer música. Desde esta perspectiva la música es inherente al ser humano, por ende, es del pueblo y el pueblo es música que se va identificando, abrazando y hermanando cada que se suena y toca a sí misma.
Es evidente que la cumbia es considerada un medio, pues se lucra y forma parte de la industria musical, sin embargo, el alma de la cumbia siempre es y será un fin en sí mismo, como dije anteriormente, la cumbia va más allá de ideologías, trasciende la razón humana y nos lleva a las fronteras de la razón trascendental. Dije que la cumbia dota de identidad nacional y puede que otros géneros lleguen a hacer lo mismo, pues el concepto de nación es ideología y si la nación quiere, puede tomar otro género musical como emblema de la nación, ―por “si la nación quiere” me refiero a las élites gubernamentales y empresariales, porque la nación no es un ente vivo que se rige a su antojo―, sin embargo, existe un fenómeno que otros géneros no pueden hacer a excepción de la cumbia, esta, de manera desinteresada, hermana países, por la condición natural de la cumbia, que nació siendo un fin en sí misma.
Existe un fenómeno de la cumbia que me parece sumamente interesante, y que resuena por toda Latinoamérica en lugares muy particulares, está presente en mercados, en talleres mecánicos, autobuses, taxis, fábricas, en las calles de los barrios y cantinas de la esquina. La cumbia es un fenómeno presente en el sector popular de Latinoamérica. Pero, ¿Por qué la cumbia se populariza en el sector obrero? ¿Qué elementos convergen para que surja la cumbia y sea del gusto de este sector?
Es muy evidente, que Latinoamérica carece de muchas cosas, y no es mi intención enlistar cada una de ellas, sino analizar lo que surge de esas carencias. Observo en mi cotidianidad, que la precariedad económica fuerza a la razón humana a agudizar el ingenio, la técnica y la teoría. Sin embargo, no es exclusivo de una sola precariedad este fenómeno, pues la historia nos muestra que, en cualquier tipo de crisis, el ser humano excede los límites que hasta entonces la razón humana había trazado. No es, por consiguiente, ridículo o torpe las artimañas técnicas que hacemos en México, ―más conocidas como mexicanadas―, pues responden a múltiples precariedades, que fuerza al ingenio a resolver problemáticas, que atentan contra nuestra sobrevivencia. La característica principal de las mexicanadas consiste en que el remedio contra las adversidades de la vida es provisional, de este modo, ágil y apresurado actúa el ingenio, causando, en la mayoría de las veces más crisis y adversidades, por la razón de que el ingenio actúa con carácter provisional. Si bien, las mexicanadas son prueba de que en las adversidades la razón humana rebasa su condición actual, no podemos fiarnos de artimañas provisionales, es necesario disciplinar el ingenio, cosa que Latinoamérica carece.
Este elemento en particular, ―la necesidad de forzar la razón en las adversidades de la vida―, es crucial para que la cumbia se arraigue y surja. Es en esta disposición, donde la cumbia emerge ante la necesidad de expresar la superación del estado de precariedad, y suspender toda adversidad, recurriendo a nuestra naturaleza, tratando de percibir y alcanzar aquello más vasto y eterno, dejando en segundo plano las problemáticas sociales, políticas e ideológicas. La cumbia es pues, la expresión por excelencia de las fronteras entre la razón humana y la trascendental, es el instante en el que se percata la naturaleza, sin las categorías de la razón humana. En este sentido la cumbia no procede desde el ingenio, puesto que la exigencia que demanda la tarea de trascender la razón humana, es originada desde otro fenómeno, hablo entonces, de la genialidad.
De esta misma naturaleza, me parece que surge el concepto de genialidad, que se distingue del ingenio, sin embargo, aparecen desde un mismo origen. La distinción está, en que la genialidad tiene la capacidad de crear cosas extraordinarias, o como dice el señor G. Maestro, y parafraseo, “la genialidad tiene que crear nuevas formas de razonar, y tiene que desafiar a la inteligencia humana”; mientras que el ingenio es la capacidad de manejar con excelencia la técnica y la teoría, con el fin de inventar cosas o ideas. Así pues, la cumbia a mi parecer, surge de la genialidad, pues es un género musical que reta a la inteligencia humana, pues de primera escucha puede que parezca un género sencillo, que la configuración musical es intrascendente, o que es hecha sin el esfuerzo mínimo que la razón necesita para hacer buena música, sin embargo es esta característica, la que pone en desafío a la inteligencia, puesto que la cumbia no se le puede conocer desde la razón, sino que es enteramente intuitiva, sensorial y sensual. Los eruditos de la música dirán que es necesaria la armonía de la razón y del sentimiento para poder determinar la música excelsa de la que no lo es. Sin embargo, la cumbia no opera bajo ese entendimiento, ya que suprime la razón humana, obligando a los escuchas, conocerla desde la más natural y primitiva racionalidad, la animal. La cumbia no pretende competir con la música más excelsa, porque va más allá de lo excelso, traspasa todo juicio de valor, pues como dije anteriormente, no opera desde la razón. Así pues, en mi opinión, la cumbia es un género musical que surge de la genialidad, porque exige entenderla desde otro orden racional, desde la sensación, la intuición y sensualidad, es decir nuestro entendimiento más primitivo, suspendiendo toda racionalidad humana, y que a su vez exige a la inteligencia desafiarla, porque la cumbia se esconde en apariencias, y es tarea de la inteligencia descifrar el único y universal sentido de la cumbia, ser el instante en que la razón trascendental nos colma de plenitud.
Por ende, a mi juicio, la cumbia es inherente a la fiesta, pues si recordamos que, la fiesta es el culto al placer, a la naturaleza, a nuestra condición animal, a la razón trascendental; la cumbia es elemento del culto, por el modo en que fue creada. Ahora bien, es evidente, que estos dos fenómenos no son necesarios, pues el carnaval se manifiesta y manifestó en todas las culturas. Los elementos para hacer el culto son distintos para cada cultura, sin embargo, me atrevo a decir que, para toda Latinoamérica es necesaria la cumbia. Para experimentar con vehemencia las fuerzas de la naturaleza, es necesario por excelencia las melodías de la cumbia. Y es que hay que aceptar y evidenciar que Latinoamérica hace los mejores cultos al placer, se sabe que otros países llevan la fiesta hasta los excesos, pierden la cordura en un corto plazo, es decir, la fiesta tiene una duración muy corta, cosa que en Latinoamérica es lo contrario, pues pueden durar días. El fin del carnaval, ―por estos rumbos―, es sentir el viaje de la inhibición, experimentar las etapas del culto, prolongar el estado de euforia. Hemos perfeccionado, ―y me incluyo por la razón de que soy testigo del culto―, la forma en que se hace el carnaval, pues la finalidad no es noquear los sentidos, como una bala al centro de la diana, sino saborear los momentos del carnaval al ritmo de la cumbia, y es opcional terminar inconsciente, o como dicen por acá, como araña fumigada.
Observo, que esta costumbre, ―la de prolongar el culto―, es a raíz de la percepción del trabajo. De donde soy, le otorgan un valor supremo al trabajo, y no es que se deba suprimirlo, pues parece que es natural a nuestra especie, sin embargo, lo que no, es la enajenación en el trabajo. Como dije líneas arriba, al menos en México, los trabajadores se ven a sí mismos, conscientes o no, como medios para otros fines ajenos, a grandes rasgos, para los fines del capital. Esta condición obliga al carnaval ser llave de escape de la presión enajenante, es decir, nosotros como trabajadores nos es antinatural ser herramienta, vamos contracorriente ante nuestra naturaleza, ser un fin en sí mismos, proyectos que se construyen. Y obligar a nuestra esencia ser una cosa, causa, a mi parecer frustración. Es en el carnaval donde nos soltamos del trabajo y dejamos que nuestra naturaleza se desboque, es en el carnaval por medio de la cumbia, el bálsamo contra la frustración.
Ahora bien, analizando estos conceptos como el culto, el carnaval, la razón humana, la trascendental, la naturaleza y la cumbia, podemos conducir el análisis de la cumbia de Rigo Tovar al terreno de la estética, puesto que la elección de la cumbia como principal expresión, no es aleatoria, puede que conscientemente o no, Rigo conociera con sensibilidad los sentimientos de su década. Sabía que la cumbia es del pueblo, de las masas, del trabajador, sabía que su sentimiento sería correspondido, pues siendo de clase trabajadora conocía la condición del barrio, de las calles, del mercado, las plazas, los parques, y la pobreza. Si bien la expresión artística de Rigo no se limitó en la cumbia, pues interpretó el mariachi, bolero, balada y rock, por excelencia el género que revolucionó fue la cumbia.
Como había dicho anteriormente, la narrativa de Rigo Tovar no fue revolucionaria, puesto que no demandaba ni criticaba cuestiones sociales, políticas o ideológicas, sin embargo, en la expresión musical sí que modificó la manera en que se concebía la música. La compaginación de instrumentos musicales comúnmente utilizados en el rock y la estructura tradicional de la cumbia tropical, provocó otra forma de experimentar el culto al placer, aunado a eso utilizaba instrumentos de vanguardia para la época, como los sintetizadores.
La atmósfera de las guitarras eléctricas con cierta distorsión, el bajo eléctrico, las percusiones típicas de la cumbia como el timbal, el cencerro, las congas y el güiro, el órgano Moog al estilo Ray Manzarek, encerraba una nueva forma de experimentar la razón trascendental. Al estilo lo relacionaron con la cumbia tropical, sin embargo, a mi juicio, se despega de ese género, puesto que es muy poca la participación de instrumentos de viento, como trompetas, saxofones, clarinetes o trombones, típicos de la cumbia tropical. Pudiésemos catalogarla dentro de este género musical por la región geográfica en que Rigo se desenvolvió, pues Tamaulipas es testigo de la latitud del trópico de Cáncer, sin embargo, los géneros no están sujetos a regiones geográficas, sino a influencias culturales, tal es el ejemplo de la existencia de mariachis en Japón, no sería extraño que la cumbia tropical empezara a sonar por Noruega o Dinamarca. Sin embargo, a mi parecer, la cumbia de Rigo Tovar tiene más parecido a la corriente de la cumbia psicodélica emergente por Perú y Chile en la misma década en que Rigo se expresaba, así pues, encuentro más similitud entre Rigo y Los Mirlos del Perú que con Lucho Bermúdez, sin embargo, logro entender por qué a Rigo lo cataloga como género tropical, pues los sintetizadores y el órgano Moog, envuelven en sonidos cálidos, estridentes y sensuales, como si el sentimiento fuese conducido por las playas del caribe, o por los veranos sofocantes, obligados a andar ligeros de ropas, tomando bebidas refrescantes, como aguas frescas, de jamaica, limón, u horchata, cerveza, o cualquiera que mitigue el caliente verano. La cumbia por naturaleza es cálida, pues nace del caribe, y agregando instrumentos modernos para la época, que reflejan la calidez y sonido guapachoso, tienes como resultado la consideración de ser un estilo tropical.
Así pues, la cumbia de Rigo Tovar nos lleva por los senderos de la razón trascendental, con ciertos aires de psicodelia, obligados a la inmersión del baile, conscientes de nuestra corporeidad, de nuestro cuerpo en movimiento, conscientes del movimiento en tanto que es movimiento y no es movido por otra cosa. La cumbia de Rigo nos traspasa, nos llena de jolgorio, nos despoja del mundo, de lo que le pertenece al mundo de la razón humana, con Rigo se suspende toda ley del hombre, toda moral y toda ideología. La melodía guapachosa nos envuelve en puro placer, nos instaura en el culto por excelencia al placer, en la celebración de nuestra inmersión ante la naturaleza, es la solemne conmemoración de nuestra condición animal. Si bien el auge y el éxito de Rigo se expresó en la década de los 70´s y 80´s, no cabe duda de que su música es ahistórica, se suspende del tiempo, es la fiesta perpetua, la celebración por excelencia. La cumbia de Rigo Tovar es atemporal, por eso, no es en vano escucharlo hoy en día, en los mismos lugares donde se escuchaba décadas atrás, en los camiones, los taxis, el mercado, la feria, las cantinas y los talleres mecánicos. Rigo Tovar suena en donde naturalmente debe sonar, en las clases trabajadoras, en el mayor porcentaje de la población mexicana, Rigo suena en todas las manchas urbanas y en todos los pueblos, impregnando un sentimiento nacional, una identidad que expresa la fiesta, el relajo y el placer. Rigo es una extensión de nuestra identidad, tal vez para las nuevas generaciones no tenga relevancia, o sea desconocido, sin embargo, nuestra expresión actual es construida desde las generaciones posteriores, al igual nuestra forma de sentir se configura desde los sentimientos pasados. El sentimiento es el mismo, la diferencia es la forma de expresión, y aunque hoy en día las formas de Rigo estén en desuso, el sentimiento que expresó es el mismo que hoy en día expresamos. Cabe prestarle atención, para identificarnos con los sentimientos absolutos a los cuales le cantó. Rigo es, a mi juicio, el trovador de los dos sentimientos más universales, la tristeza y el amor, Rigo es por excelencia, sublime y bohemio, Rigo es tristeza, Rigo es amor.
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Alberto Corral Sauzameda. Chihuahua, Chih. 11 de enero de 1997. Licenciado en filosofía, por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha publicado poesía en la entrega número uno de Leteo: Revista de Investigación y Producción en Humanidades, ha colaborado con divulgación filosófica en El Heraldo de Chihuahua, también ha publicado ensayos académicos en revistas de literatura internacionales, como Revista de literatura mexicana contemporánea por The University of Texas at El Paso.