
Hablé al hotline budista
y pregunté si la oscuridad
era ausencia de luz
o tal vez
algo más.
Del otro lado había
silencio
y pensé que algo andaba mal
con mi aparato
o con el suyo
pero
antes de colgar
noté que alguien respiraba
en mi oreja
y era casi inaudible
al inicio
pero fue creciendo
y creciendo
ese aliento poroso
estertóreo
tal vez manchado
de estática
y no paraba de crecer
en mi mente
ese viento
así que colgué
pero el viento
siguió creciendo
y ya no cabía en mi casa
y en mi mente
yo andaba ciego
en una tormenta de arena
con las manos creciendo
frente a mí
en busca del número
del hotline
para llamar de nuevo
y rogar
porque me angustiaba
el costo de la llamada
pero eso también
quedó atrás
mientras avanzaba
en la ventisca
y el mundo entero
eran granos de algo
que antes yo llamaba arena
y mis manos crecían
en busca del picaporte
para salir a la calle
para salir al trabajo
pero eso también
quedó atrás
y la voz
del otro lado de la línea
no dejaba de crecer
y mientras más crecía
más difícil era para mí
saber
si estaba viva
o estaba muerta.
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Eduardo Padilla (Vancouver, 1976) es autor de Zimbabwe (El Billar de Lucrecia), Minoica (escrito en colaboración con Ángel Ortuño, publicado por Bonobos), Mausoleo y áreas colindantes (La Rana), Blitz (filodecaballos), Un gran accidente (Bongo/3pies), Hotel Hastings (Cinosargo) y la antología Paladines de la Auto-Asfixia Erótica (Bongo Books). Su libro más reciente es Zwicky (Cinosargo).