A Edgar Trevizo
Poeta disléxico.
Poeta que se sienta a leer a Li Po pero antes ve las caricaturas.
Poeta que dice que va lejos pero en realidad va aquí cerquita.
Poeta que tarda en volver aunque haya ido aquí cerquita.
Poeta que cava un hoyo en el jardín y lo lleva a todas partes.
Poeta que después no sabe dónde lo dejó.
Poeta que intenta hacerse pasar por pescador pero los peces logran darse cuenta.
Poeta que se hace cada vez más pequeño.
Poeta que, antes de sentarse a escribir, tiende su cama, lava los trastes, saca la basura, mete la ropa a lavar, limpia el baño, barre el patio y sale por las compras.
Poeta que no todos quieren leer.
Poeta que de pronto se pone a imaginar un lago congelado y volando en círculos sobre él, un ganso solitario.
Poeta que mastica chicle mientras escribe un poema de amor.
Poeta que encuentra el hoyo del jardín en ese poema de amor.
Poeta que lee en la cama, acostado boca abajo, boca arriba, de lado, tapado, destapado, con un pie fuera de la sábana.
Poeta que de pronto se acuerda que los poemas que escribió los dejó en el pantalón que metió a la lavadora.
Poeta que no hace lecturas porque se pone rojo.
Poeta que tiene miedo de no decir algo inteligente frente a otros poetas.
Poeta que escribe la casa se ha quedado a oscuras pero nadie en ella se ha dado cuenta.
Poeta que duerme chueco desde que duerme solo.
Poeta que tiene un perro y un gato y escribe de ellos cuando está triste.
Poeta que pone una piedra para poder cruzar el charco y aun así no logra evitar mojarse.
Poeta que cuenta cómo una abeja llega y se para en una flor y después cuenta cómo a la flor (que estaba pensando cosas), a la llegada de la abeja, se le olvida qué estaba pensando.
Poeta con muy poca imaginación.
Poeta que, cuando se sienta a escribir, cruza las piernas y la que está arriba no la deja de mover.
Poeta que no puede evitar que las palabras que escribe tengan basurita encima.
Poeta que sopla esa basurita.
Poeta al que se le duermen los pies tras estar mucho tiempo sentado intentando escribir algo.
Poeta que a último momento decide no salir de casa un sábado por la noche.
Poeta que se queda a media serie.
Poeta que se asoma bajo la cama buscando algo aunque sabe que allí no hay nada.
Poeta que una vez encontró algo bajo la cama.
Poeta que escribe el brillo de las estrellas es como pelusilla que cae sobre las cosas.
Poeta imposible de ser más pequeño.
Poeta que riega sus plantas antes de irse a trabajar.
Poeta que no puede silbar mientras está escribiendo.
Poeta que escribe me he asomado afuera y he visto pasar una libélula.
Poeta al que nadie le creé.
Poeta que está seguro que un buen poema es como un frasco difícil de abrir y primero hay que golpear cuidadosamente la tapa.
Poeta que decide no escribir cuando tiene tiempo libre y mejor se va al cine.
Poeta que se distrae fácilmente.
Poeta que pone atención solo cuando está dormido y sueña algo.
Poeta al que le gustan las fresas con crema.
Poeta que escribe con su gato acostado en su regazo.
Poeta al que alguien ha llegado por detrás y le ha tapado los ojos y aun así exclama qué hermoso día.
Poeta que se acerca por entre los arbustos.
Poeta que se queda solo un rato.
Poeta que nadie nota que se ha ido.
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Fabricio Gutiérrez (CDMX, México) Estudió Filosofía y Letras en la UNAM. Es autor de Estrellas mentales, Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villareal (2023). Su libro Rastrillar la zona fue el ganador de la cuarta edición del Premio de Poesía Centrifugados Pueblo de San Gil (Cáceres, España).