Imposible huir, soy
la serpiente,
la mariposa
la sal
el miedo…
Marizela Ríos Toledo
(GP: “Leviatán”, p. 105)
De manera ostensible —si no es que solamente en pertinentes circunstancias—la Z de Marizela conlleva evocaciones místicas o hasta rumores atávicos. Esto porque su feliz poseedora hace una justa y plena reverencia a sus orígenes. Es decir que, como buena juchiteca, propala tales orígenes con recio, tenaz y pertinaz orgullo.
En principio es una Z que zumba y que aspira a la conmoción y a la sorpreza, pero que no está exenta nunca de mucho más nobles propósitos: el primero de ellos –y en todo momento presente– recordarnos que la palabra es mensaje denso (mas al í gero), canto, música, danza y luz, aunque también penumbra, nubazón con contradicciones y hendidura; pincel-cincel y lienzo por sí misma, y magia, metáfora y alegoría… y viaje inmanente y trascendente del ser que se va, pero que se queda; escape largo y tenaz hacia la libertad, lo mismo que asechanza de demonios, sueño, pesadilla y aspiración… por tanto memoria que ahí quedó… que ahí quedo va quedando… muro labrado e imagen, dulzor amargo… chispa de chocolate.
Así lo percibimos en su “Sin disyuntiva”, poema que me parece es uno de sus más prístinos y atendibles manifiestos.
Estepa
llanura que ruedo
rueda sobre mí.
Punza como clavo
me punza
Se revela en el ojo
en el tímpano de la oreja
Habita mi intimidad
las ilusiones peligrosas que camino
y son guarida de fantasmas con mis manos
Rezo en un tiempo sin volumen.
–Explota–
Se recicla en posesión de mis debilidades
al borde de la religiosidad y de mis vidas anteriores
en el flujo de destinos ajenos.
El clavo punza mis pies como un pájaro hambriento
y sesga el camino que se hace polvo en huesos como ramas.
Sin ocaso, bebemos café como amigos.
La libertad no espera en alto la palidez de la luna.
El clavo permanece.
(p. 29)
[los subrayados -todos- son míos…]
En otros reiterados ejercicios habremos de comprobar cómo La Z de Marizela, amén de portar resonancias de jazz y blues, es también plástica o al menos ostenta, casi en toda ocasión, firuletes de danza y fiesta (pero sí, pero no, porque la llevo yo). Dado que su misión es tomar por asalto a la palabra, signo y sonido, además de escarbar curiosa y poderosamente por entre los asombros más que por entre los escombros.
Pero, por si todo lo anterior no fuera suficiente…, la Z de MariZelaes testimonio y rebeldía.
Luego de que en la “Suite I”, la poeta nos reinstalara en esa reconquista de los orígenes y otros vericuetos biográficos con sus correspondientes bifurcaciones (crisálida y después vuelo, siempre en fuga libertaria), en Poesía en fuga: glissando la palabra, el primer y más importante desli–z–amiento se da hacia la esfera de lo público y lo social, lo mismo que hacia lo histórico o mitológico.
En la “Suite II”, por tanto, desfilan, entre rechinidos épicos, estampas de heroínas, personajes ficticios arquetípicos o meramente mujeres ejemplares o incluso otras no tanto que junto con las que sí, sin más, enarbolan el velardiano canto del íntimo decoro… todas constituyentes y ejecutantes de su propia y particular épica nada sordina; épica insurgente, tanto como ha sido y sigue siendo necesaria. Hay, pues, propuesta femenina y feminista en/carnada en muy diversas voces de las que, en el mundo, grande o profunda o marginalmente han sido y siguen siendo referente(s).
Ante todas esas imágenes (Eva, Safo, Venus, María Egipciaca, María Virgen, Magdalena, Salomé, Ofelia, Mata Hari, Tina Modotti, Frida Kahlo o bien otras anónimas sometidas o desposeídas) Marizela es espejo y eco, ya angustiante, ya anhelante, ya doliente, ya celebrante, pero siempre (eco y espejo) palpitante y vivo.
En tu rostro se vislumbra el fin
que aboga por otro principio.
Mi rabia te contempla con melancolía
Estoy sin la cruz que a otras salva,
a todas las que mentimos para renombrarnos.
Estoy cansada.
No sé dónde duele menos
la marca de no estar sola.
(“Magdalena”, p. 42)
Si bien hay que decir, si bien hay que saber, y como podremos constatar… que revestida o no de declamación, la propuesta de teatralidad de esta autora no siempre es dramática, pues suele ser además irónica, sarcástica, divertida, enérgica y/o hasta revolucionaria tanto en el fondo como en la forma.
Es la Bandolera
guarida de sus rostros
boca que es enjambre de rumores.
Hará contigo tequio y velorio
Estallarán tus ganas
te espera en la cresta del cerro.
Te encontrará y mirará a los ojos…
Ya sabrás.
(“La Bandolera”, p. 70)
De un talante más afirmativo, si bien con similares entretelones, son las dos partes siguientes, donde el ser libre se expresa cuan fluido es, magnificando el sentido del viaje y la conquista también libertaria que, por supuesto, este último encarna y simboliza. Vemos así brotar, poco a poco (y/o más plenamente) a la Marizela también musical histriónica y pictórica fundiéndose unívoca, pero también polisémicamente con el quehacer icónico y fáctico de la palabra, todo ello en algunos reconocibles escenarios mexicanos o los más exóticos lugares y destinos que han marcado indeleblemente su correr por el mundo.
“Suite IV” es por ello la parte climática donde la palabra, la sílaba, la letra y el signo, y hasta sus también hondos silencios se glissan en cada vez más agudos tonos, poderosa, afectiva y efectivamente…, todo ello al desplazarse por París, New York, Marrakech, La Habana, Perú, Chile, Venezuela, Toledo, Dubai, y sus propios u otros desdoblados y siempre magníficos rincones, a todos los cuales, junto con sus personajes, directa o indirectamente homenajea.
Ya en el trayecto final, de manera más pausada, si bien asimismo entrañable, “Suite V” vuelve a ser manifiesto de raigambre y de la sabiduría de un ser mucho más maduro, reiterado abrazo a los afectos más cercanos, testamento y herencia del querer pleno y palpitante, quizá por si en algún momento no hubiese lugar a pertinentes despedidas.
No trascenderé en otro cuerpo,
no me divido, contengo mi armonía.
Lo que es importante para ti lo encontrarás.
Me alejo a otra posibilidad y no sé cómo hacerlo.
Nadie sabe.
(“Nuevo tránsito”, p. 102)
Con lo cual alcanzamos también a apreciar que, en algún necesario descanso, la Z de MariZela (que está donde quiere estar y donde acontece el tiempo que quiere), asimismo con sus intermitentes oscilaciones y silencios, puede ser como el rumor del viento entre las cañas, música natural para soñar y que –por supuesto– deviene también bálsamo para la mente y el corazón.
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El libro como edición y como objeto mismo porta y ostenta la impecable calidad factural de editorial Praxis e incluye atinadas palabras de presentación por parte del estimadísimo Carlos López. En lo personal, algunas ilustraciones me sobran, pero no dudo que habrá a quien ciertamente le resulten de utilidad, le agraden y hasta plácida y necesariamente le embelesen. El volumen resulta, con todo (y desde ese o cualquier otro punto de vista), material ciertamente coleccionable.
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Marizela Ríos Toledo (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, México). Escritora titulada en Lengua y Literatura españolas con especialidad en competencias docentes), diplomada en Literaturas Indígenas Contemporáneas, Configuraciones Literarias, Educación y Cultura Indígenas y diplomada también en Literaturas Europeas Contemporáneas. Ha hecho presencia poética en once países y su obra se recoge en antologías de Perú, Uruguay Argentina, Canadá, Corea, España. Escribe Poesía trabajando diferentes estrategias poéticas como “flash o instantánea”, “Poesía fonética y visual” y largo aliento, entre otras. Trabaja asimismo cuento y novela. Otros de sus libros publicados son Suite en la Palabra (2019), Ad libitum (2015), Especialista en soledades (1999), Porque nací del sur (1999).
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Daniel Olivares Viniegra (Hidalgo, México). Normalista y universitario. Poeta, narrador y crítico literario. Colabora en diversas revistas formales y virtuales. Ha participado en encuentros literarios de carácter nacional e internacional. Es autor -entre otros- de los libros: Sartal del tiempo (Praxis, 1991), Atar(de)sol (Cisnegro, 2016), Antiparras: antipoemas para lectores sin prejuicios (Trajín, 2017), Bichos de luz (Poetas Hispanos, 2022) y Poebrijes: poemas, despoemas y titiribrijes (Trajín, 2023). Está incluido en más de 40 antologías (algunas de ellas de carácter bilingüe). Pertenece al consejo editorial de la revista El Comité 1973 y trabaja de cerca con Poesía en Órbita. Es además coeditor del proyecto Humo Sólido.