SOY UN SACERDOTE LASCIVO QUE OFICIA DESNUDO
¿La fornicación? Eso es la vida. Siempre me metí, sobre los cuerpos y espíritus de las damas, hasta dejarlas iluminadas y satisfechas. Mi falo encendido, lanzaba flores, cielos, nubes, lluvia, rocíos, noches, amaneceres, sobre esos huecos húmedos, cálidos, que siempre me esperaban con un dulce anhelo.
Era algo así como el verano que se espera.
El arado que hace surcos sobre la tierra de sus pródigos cuerpos.
La madrugada que entra (sin pedir permiso) por las ventanas de sus ojos.
El aire que las envuelve son sus manos y bocas, y las deja jadeando.
Lobo con sangre en las fauces, buscando entre las montañas sagradas de sus ardientes pechos, y sus traseros magníficos, la iluminación de la carne trémula.
Arcoíris que penetra con su cuerpo de colores el cielo y la tierra. Mientras las damas celosas abren sus piernas y muestran sus exuberantes pechos, para que sean cubiertos de semen cósmico.
Una campana medieval (lejana y maldita) repiquetea las noches de pasión, mientras las féminas (gatas en celo), salen de sus casas, y trepan el tejado de mi cuerpo, para aparearnos, y lanzar ronroneos y espuma por la boca.
Romería lujuriosa:
(Mujeres desnudas, embarazadas, «pervertidas», «adulteras», dementes, rameras, cortesanas, solteronas, monjas eróticas, inmaculadas, ninfómanas, asexuadas, erotómanas, y hasta vírgenes…)
La cópula desmedida, ha hecho de mí, un sacerdote «pervertido», «depravado» «degenerado», que hace que las mujeres lindas, sean mis fieles devotas.
Sin cruces ni incensarios, hacen una cola (ah) para visitarme las noches cuando el sexo se huele, se apodera, y la piel se eriza, en espera de mis manos de neblina, de sol, de luna, hasta llenas de divinidad…
Gemidos que son como oraciones.
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ELLA
Ella estaba tan alta, que mis manos no la alcanzaban, y mis ojos se alegraban con verla, soñaba con poseerla, yo era un niño de ojos verdes y rulos rubios.
Sabía que era mi tesoro, y el motivo de mis desvelos, y hasta la causa de mis temblores nocturnos.
Ella cruzaba las piernas y mostraba un poco de su braga y como por arte de magia, convertía todo mi día en pura felicidad y plenitud.
Se acercaba coqueta y sonriente, hasta que el vaho de su boca, bañaba mi rostro, y hacía que mi piel se erizará, y mi corazón golpeara mis costillas.
Ella era mejor que el pan calentito de la mañana, y hasta que el paseo en bicicleta con mis compañeras de primaria.
Algunas veces tenía que ir a la ciudad a las tiendas de ropa, pasaba con la peluquera, y visitaba la confitería; y me daba cuenta que no estaba, porque la casa estaba sombría, y había una quietud malsana.
Llegaba con esas mejillas coloradas, y su sonrisa que desafiaba al sol, llena de obsequios y palabras dulces y cariñosas, que todos los habitantes de la casa, se convertían en agradables personas.
Me preguntaba por mis amiguitas, mientras movía su lengua, y mostraba sus perfectos dientes, siempre tardaba en contestar, porque veía como salían las letras de su boca, ahhhhh.
Ella ponía mi cabeza en sus piernas ardientes, cuando mi padre se molestaba, porque no lo deseaba acompañar de pesca, y sus manos suaves, surcaban mi pelo ensortijado, mientras decía, está indispuesto, yo lo cuido…
Era la única mujer que en realidad me importaba, y a la cual, estaba dispuesto de hacer mía, de tenerla para siempre, y jamás separarnos.
Ella era el rocío de la mañana, el sol que alumbra, las nubes caprichosas, el cielo lejano, el universo en movimiento, pero… también era la carne palpitante que me hacía volar.
Era algo así como la voluptuosidad misma.
Una luz necesaria.
Era todo…
Trataba de no pensar en que sería de mí, cuando se casara.
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LA CHICA DE BUCÉFALA
En la ciudad de Bucéfala la conocí, además de ser cortesana, movía muy bien las caderas y el vientre. Yo era un salteador de caminos, que lo único que tenía para ofrecerle eran monedas ensangrentadas, pan de centeno, y un poco de opio.
Me preguntó con voz de luna: ¿De dónde eres Adrijan?
¡Soy de Bactriana!, contesté.
Ella tenía los pezones erectos y duros, y de la boca brotaba miel. Yo tenía el falo encendido y feroz, y mis ojos brillaban.
Nunca se me ocurrió saber el costo de sus placeres, mucho menos sus cualidades para tales menesteres, pues su don y maestría eran evidentes.
Después de comer y degustar el humo fresco y alucinante, nos quedamos viendo como dos contrincantes. Se subió sobre mí, buscó mi pene, lo introdujo a su vagina, y juntos cabalgamos buscando el Olimpo…

El Seis (no es de un país en particular, es un hombre universal. Por el momento se encuentra en los Estados Unidos Mexicanos, como podría estar en España, Argentina, Francia, y Alemania) se ha preparado en grado óptimo en los bares, cantinas, tabernas, panteones, y algunos manicomios, también ha hecho estudios universitarios de Filosofía.