Lalo se salvó de milagro. Así lo cuentan sus familiares, quienes anoche acudieron al Hospital General a las 8:00 de ña noche para regalar más de 60 platos de carne asada —con su salchicha asada y tortillas— antes de ir a la Catedral de Juárez a dar gracias a la Virgen de Guadalupe por permitirle seguir con vida.
Su historia parece increíble: tras sufrir un coma diabético que dañó sus riñones, el páncreas y otros órganos vitales, quedó al borde de la muerte. El pasado 4 de julio ingresó a una clínica privada por una dolencia en el estómago que, al principio, confundieron con una simple gastritis. Pero en cuestión de horas su estado empeoró y tuvo que ser trasladado al Hospital General.
Ahí cayó en coma diabético, luego sufrió un paro respiratorio y tuvo que ser intubado para mantenerlo con vida. Los médicos le dijeron a su madre que las probabilidades de sobrevivir eran mínimas y que quizá había llegado el momento de despedirse, ante la posibilidad de otro paro respiratorio.
Lalo no sabía que tenía diabetes, por lo que nunca había atendido la enfermedad.
“Me sentía débil, pensaba que era por la carga de trabajo. Me daba mucho sueño, pero empecé a sentirme cada vez peor, hasta que sentí un dolor de estómago muy fuerte, y eso es todo lo que me acuerdo”, relata Lalo, chef y dueño de un negocio de carne asada.
Sus familiares, católicos, le rezaron a la Virgen de Guadalupe y le prometieron que repartirían carne asada gratis en el Hospital General, pues conocen de primera mano lo que significa pasar noches afuera del nosocomio, con todo lo que eso implica.
Lalo fue y vino varias veces de la muerte, mientras los médicos hacían todo lo posible para evitar que perdiera la vida.

Dos semanas después de aquel episodio que transformó para siempre a su familia, lo desconectaron de la respiración artificial. Fue entonces cuando descubrieron que sus riñones no funcionaban y que su páncreas estaba en muy malas condiciones.
Al salir de ese proceso, perdió la memoria por varios días, y los médicos advirtieron que en cualquier momento podía repetir el cuadro crítico de los primeros 15 días que pasó en el Hospital General.
Así transcurrieron otras dos semanas. Mientras tanto, su familia dormía afuera del hospital, turnándose para cuidarlo. Aseguran que jamás dejaron de rezar a la Virgen. Y entonces, de manera médicamente inexplicable, Lalo comenzó a respirar por sí solo: sus riñones reaccionaron a los medicamentos y, contra todo pronóstico, pudo salir caminando.
A las 9:00 de la noche ya habían terminado con su manda, que entre los católicos, es una suerte de promesa o voto que se hace a Dios, a la Virgen o a un santo, si éstos conceden algún favor o alguna gracia. Luego partieron a la Catedral, que estaba llena de fieles, muchos de ellos cumpliendo con algún compromiso ante la “patrona de México”.



Entraron entre la multitud y danzas de matachines de distintas partes de la ciudad.

Los alrededores del recinto religioso, estaban convertidos en una verbena popular animaba la escena, donde los asistentes pudieron disfrutar de una variedad de delicias típicas, desde las tradicionales garnachas hasta refrescantes aguas de sabores, pan artesanal, tamales, elotes y buñuelos.

La familia, incluyendo a Lalo, se abrió paso como pudo para llegar al altar y colocar flores y veladoras junto a la imagen de la Vírgen de Guadalape, donde se hincaron para orar.


Poco después, a las 11:00 de la noche entró el mariachi de Gerardo Fierro, en la misa de gallo y los presentes cantaron junto a los músicos las mañanitas. La manda había sido cumplida y Lalo está tratándose la diabetes.


